El culto a la virgen María: La reina del cielo

Origen del Culto a la virgen María

Hablar del culto a la virgen María, especialmente bajo el título de «Reina del Cielo», requiere remontarnos mucho más allá del cristianismo y la historia católica. Este culto no surgió en un vacío espiritual ni teológico, sino que tiene raíces profundas y antiguas que se entrelazan con las religiones paganas y las prácticas idolátricas de civilizaciones milenarias. Para comprender plenamente su origen, debemos mirar hacia la antigua Babilonia, un epicentro histórico y espiritual donde se gestaron muchas de las creencias que siglos después influirían en la veneración de figuras femeninas divinas, como la Virgen María.

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Este artículo examina el trasfondo histórico y bíblico de estas prácticas para mostrar cómo el culto a la llamada «Reina del Cielo» tiene un origen pagano que la Biblia advierte y rechaza claramente.

Conocida como la reina del cielo

Es imposible abordar el culto a la virgen María, conocida como la Reina del Cielo, sin primero referirnos a la antigua Babilonia, llamada en la Escritura como la tierra de Sinar (Génesis 11:2). Este lugar, hoy conocido como Irak, fue donde se estableció la primera gran civilización de Asia y se levantó el poderoso reino de Nimrod, quien fundó ciudades como Babel, Erec, Acad y Calne (Génesis 10:8-9).

El personaje de Nimrod es fundamental para entender esta historia, ya que su nombre significa rebeldía, y la Biblia lo describe como “el primer poderoso en la tierra” (Génesis 10:8). La palabra hebrea traducida como “poderoso” es gibor, que literalmente significa tirano o guerrero fuerte. Esto sugiere que Nimrod no solo fue un líder político, sino también un símbolo de rebelión contra Dios. Algunos estudiosos interpretan la frase “delante de Jehová” en Génesis 10:9 como “en oposición a Jehová”, lo que nos muestra el espíritu antagónico que impregnaba este reino.

Babilonia fue la cuna de las religiones paganas que luego se dispersaron por toda la tierra. Jeremías 51:7 dice que Babilonia “embriagó a toda la tierra, de su vino bebieron los pueblos”, lo que representa una metáfora clara del poder corruptor y seductor de la idolatría que Babilonia difundió. Así, las prácticas de culto pagano, incluyendo la veneración de diosas madre, se extendieron desde este centro hasta influir en muchas culturas posteriores.

Semiramis: La Primera diosa Madre

Semiramis, esposa de Nimrod, es una figura central en la historia del paganismo antiguo y es considerada la primera diosa madre en la mitología mesopotámica. Tras la muerte de Nimrod, Semiramis lo proclamó como el dios solar Baal, una deidad poderosa a la que se rendía culto en forma simbólica mediante el fuego, como lo evidencia la referencia bíblica al profeta Elías cuando confrontó a los profetas de Baal diciendo: “¿Hasta cuándo claudicaréis vosotros entre dos pensamientos? Si Jehová es Dios, seguidle; mas si es Baal, seguidle a él” (1 Reyes 18:21). El fuego era considerado el representante visible y el símbolo de señorío de Baal en la tierra.

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Al morir Nimrod, Semiramis se autoproclamó Reha

Según el historiador griego Diodoro Sículo (La historia de la civilización, Tomo I, Will Durant, pág. 267), al morir Nimrod, Semiramis se autoproclamó Reha, la “madre de los dioses”. Posteriormente, dio a luz un hijo ilegítimo llamado Tammuz, quien, según la tradición, era la reencarnación de Nimrod concebida de manera sobrenatural. Tammuz fue representado con un becerro de oro, un símbolo que remite directamente al famoso becerro de oro que Aarón hizo para los israelitas y que se menciona en Éxodo 32:4: “…estos son tus dioses, oh Israel, que te sacaron de la tierra de Egipto”. Este acto idolátrico fue una clara desviación de la adoración al Dios verdadero.

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Esta creencia pagana, originada en Babilonia, se dispersó por todo el mundo antiguo, como afirma Génesis 10:9: “…desde allí los esparció Dios sobre la faz de toda la tierra”. Cuando Roma se convirtió en un imperio mundial, adoptó y adaptó estas deidades y prácticas religiosas de las diferentes naciones que conquistó, cambiándoles solo los nombres debido a las distintas lenguas, pues “Jehová confundió el lenguaje de toda la tierra” (Génesis 11:9).

La figura de la diosa madre con niño

Así, la figura de la diosa madre con niño aparece en muchas culturas alrededor del mundo con diferentes nombres, pero con el mismo trasfondo:

  • Chinos: Shigmoo o “santa madre” (representada con un niño en brazos y rayos de gloria en su cabeza).
  • Germanos: Virgen Hertha, también con un niño en brazos.
  • Escandinavos: Disa, igualmente con niño en brazos.
  • Etruscos: Conocida como Nutria.
  • India: Indrani.
  • Druidas: Adoraban a Virgo Paritura o “madre de dios”.
  • Roma: Venus, con su hijo Júpiter.
  • Egipto: Isis y su hijo Horus.

Semiramis en la Biblia, conocida como Astarot

Podríamos enumerar una lista extensa de estas manifestaciones de la diosa madre en diferentes culturas, pero es importante destacar que en la Biblia aparece como Astarot (o Astarté), a quien los hijos de Israel adoraron cuando abandonaron al verdadero Dios. Jueces 2:13 dice:

“Y dejaron a Jehová, y adoraron a Baal y a Astarot”.

Esta asociación demuestra que el culto a la Reina del Cielo, aunque hoy se vincula principalmente con la Virgen María, tiene profundas raíces paganas y fue claramente condenado en la Escritura como idolatría.

Conozcamos más sobre el culto a la virgen María

La virgen María Vista como Una diosa

Según la enciclopedia Británica, fue en la primera parte del siglo IV, en la época de Constantino, cuando empezaron a ver a María como una diosa, la llamada Madonna. Este término tiene su origen en Semiramis, conocida como Baalti (esposa de Baal) y equivalente a “mi señora” en castellano Traducido al latín significa “Mea Domina” y en Italiano Madonna

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En aquel tiempo se decía que quien se aventure a ir directamente a Cristo se encuentra con su furia. Pero la virgen María, quien le dio de mamar, intercede y su furia se calma. Sin embargo, cuando a Jesús se le dijo: “…Bienaventurado el vientre que te trajo, y los senos que mamaste”, él dijo: “…Antes bienaventurados los que oyen la palabra de Dios, y la guardan” (Lucas 11:27-28).

Inmaculada Concepción

A pesar de las palabras de Jesús, surgió todo tipo de doctrina, incluyendo la de la “INMACULADA CONCEPCIÓN”. Empezó a decirse que la virgen María era superior a todo mortal, era divina. Por tanto, entró en este mundo de manera sobrenatural, nació “sin pecado original”. 

Contrario a este dogma la escritura dice que María expresó: “y mi espíritu se regocija en Dios mi salvador” (Lucas 1:47). Dichas palabras la expone como otra alma necesitada de Dios y salvación. En armonía con lo que dice Pablo en Romanos 3:23 “por cuanto todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios”. “Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús señor nuestro” (Romanos 6:23). Por tal razón, María también perseveraba en oración y ruego en el aposento alto para recibir el Espíritu Santo y ser santificada (Hechos 1:14).

Perpetua Virginidad de María

En el concilio de Calcedonia (en el año 451) fue aprobada, oficialmente por Roma, la PERPETUA VIRGINIDAD DE MARÍA. En relación a esto Mateo 1:23 dice: “He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo…”, pero el versículo 25 menciona que José “no la conoció”, entendiéndose que no se refiera a que jamás la había visto sino a que no tuvo relaciones sexuales, “hasta que dio a luz a su hijo primogénito”, es decir, al primero de otros hijos.

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María no fue perpetuamente virgen

Esta afirmación es respaldada por lo que se preguntaba la gente en tiempos de Jesús diciendo: “¿No es este el hijo del carpintero? ¿No se llama su madre María, y su hermanos, Jacobo, José, Simón y Judas? (Mateo 13:55), esta última pregunta nos llevan a declarar que Jesús tenía, al menos, cuatro hermanos. Esto sin contar las hermanas a las cuales hace referencia el versículo 56 diciendo: “¿No están todas sus hermanas con nosotros?. Quedando claro que María no fue perpetuamente virgen.

La Biblia dice acerca de Jesús: “…anunciaré a mis hermanos tu nombre…” (Hebreos 2:12), y él mismo declaró: “porque todo aquel que hace la voluntad de mi padre que está en los cielos, ese es mi hermano, y hermana, y madre” (Mateo 12:50). Sin embargo, antes de hacer esta afirmación, en el versículo 47 de Mateo capítulo 12, le dijeron:

“…He aquí, tu madre y tus hermanos están afuera, y te quieren hablar”.

Enseñándonos, nuevamente las escrituras, que Jesús tuvo hermanos de carne y sangre; pero el dogma de MARÍA SIEMPRE VIRGEN se propagó en el mundo religioso junto a otras creencias como la promulgación de que ascendió a los cielos sin ver corrupción, contrario a Juan 3:13 que dice: “Nadie subió al cielo, sino el que descendió del cielo; el hijo del hombre, que está en el cielo”. Aún con todo, fue engañado el mundo entero con la llamada VIRGEN MARÍA, MADRE DE DIOS.

El Culto a la virgen María ¿Doctrina de Demonios?

La reina del cielo

Las mujeres de Israel ofrecían incienso a la “reina del cielo” (título que se le da a la virgen María) y ellas decían: “…tuvimos abundancia de pan, y estuvimos alegres, y no vimos mal alguno” (Jeremías 44:17), dicho en palabras sencillas, les iba bien; pero en el verso 19 continúan expresando lo siguiente:

“Mas desde que dejamos de ofrecer incienso a la REINA DEL CIELO y derramarle libaciones, nos falta todo, y a espada y de hambre somos consumidos

Por estas declaraciones pareciera como si la llamada reina del cielo estaba contestando las oraciones de aquellas mujeres, ¿Sería posible?. Fue tanta la devoción y creencia que se convirtió en una especie de culto, pues en el verso 19 dice:

“…¿acaso le hicimos nosotros tortas para TRIBUTARLE CULTO, y le derramamos libaciones, sin consentimiento de nuestros maridos?”.

Es decir, que el CULTO A LA REINA DEL CIELO, sea como Semiramis, Baalti, Astarot, Venus o María, se remonta a siglos antes del catolicismo romano.

Diana de los efesios, venerada en toda Asia y el mundo entero

En Éfeso, con la llegada de Pablo, la gente decía: “y no solamente hay peligro de que este nuestro negocio venga a desacreditarse, sino que también el templo de la gran diosa Diana sea estimado en nada, y comience a ser destruida la majestad de aquella a quien venera toda Asia, y el mundo entero” (Hechos 19:27). ¿Será que hacía favores en el mundo entero a quienes le rendían culto?.

Oseas 4:12 dice: “Mi pueblo a su ídolo de madera pregunta, Y EL LEÑO LE RESPONDE; porque espíritu de fornicación lo hizo errar, y dejaron a su Dios para fornicar”, el ídolo, la imagen, les respondía.

A los demonios lo sacrifican y no a Dios

En Deuteronomio 32:17 dice que “se sacrifica a los demonios, y no a Dios; a dioses que no habían conocido”, estas palabras concuerdan con lo que dice Pablo: “Antes digo que lo que los gentiles sacrifican, a los demonios lo sacrifican, y no a Dios; y no quiero que vosotros os hagáis partícipes con los demonios” (1Corintios 10:20). Es decir, que LO QUE PEDIMOS A LA REINA DEL CIELO, A LOS DEMONIOS SE LO PEDIMOS, y responden a nuestras peticiones cuando le rendimos culto a la virgen María.

La Biblia es clara en decir: “Nadie hay que invoque tu nombre, que se despierte para apoyarse en ti; por lo cual escondiste de nosotros tu rostro, y nos dejaste marchitar en PODER DE NUESTRAS MALDADES” (Isaías 64:7). Cuando le damos la espalda a Dios, le damos la bienvenida a los demonios; pues “…el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios” (1 Timoteo 4:1). Un milagro que reciba un seguidor del culto a la virgen María, será el principio de la esclavitud en la idolatría implantada por Satanás y sus demonios.

Conclusión

En definitiva, el culto a la virgen María bajo el título de “Reina del Cielo” no es un concepto nuevo ni exclusivo del cristianismo, sino que tiene sus raíces en antiguas tradiciones paganas que se remontan a la civilización babilónica y a figuras como Semiramis y Astarot. La Biblia es clara al advertirnos sobre la idolatría y el peligro de rendir culto a diosas falsas y espíritus engañadores (1 Timoteo 4:1).

Aunque hoy día esta veneración se presenta con un rostro aparentemente benigno y espiritual, su esencia sigue siendo parte de una práctica que Dios rechaza. El apóstol Pablo nos exhorta a no hacernos partícipes con los demonios al participar en cultos idólatras (1 Corintios 10:20-21). Por lo tanto, debemos buscar una fe pura y bíblica, centrada únicamente en Jesucristo, reconociendo que la verdadera adoración se dirige a Dios Padre a través de su Hijo, y no a figuras humanas ni a imágenes.

El llamado es claro: apartémonos de toda forma de idolatría, mantengamos la fidelidad a la Palabra de Dios y evitemos caer en engaños que pueden alejarnos de la verdadera salvación.

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