Por: Jorge E. Pino Valenzuela
Pastor Evangelista
“La exposición de tus palabras alumbra; Hace entender a los simples.”(Salmo 119:130 RV60)
(También te puede interesar: Lección II de Homilética para Jóvenes predicadores)
INTRODUCCIÓN
La homilética es tanto una ciencia como un arte. Es el arte y la ciencia de predicar con el objeto de comunicar el mensaje que la Palabra de Dios nos enseña. Dentro de este ámbito de estudio aprenderemos en el curso temas tan transcendentales:
• Cómo se debe organizar el material para una correcta exposición
• Cómo preparar el bosquejo
• Cómo predicar efectivamente
• Cómo decir las verdades bíblicas de una manera clara y concreta
(Quizás te pueda interesar: Interpretación Bíblica y la Responsabilidad del Intérprete)
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El
buen deseo de testificar de las verdades del Evangelio, la misma vida
de fe o el fervor religioso, siendo características indispensables para
la predicación eficaz, no son suficientes. Es necesario presentar las
verdades evangélicas, sobre todo a los nuevos oyentes, de un modo claro
y concreto, que persuada sin fatigar las mentes. Para ello se necesita
orden, disposición y clara enunciación de la conversación o predicación
que haga a la persona interesada en el evangelio.
Es
cierto que el Espíritu Santo realiza su obra de salvación en sermones
(a veces muy deficientes, carentes de lógica y débiles en
argumentación) y que muchos han sido ganados después de sermones con
tales características. Pero, sin duda, una exposición clara, ordenada y
correcta.
(También te invito a leer: La Tarea del Intérprete Bíblico y la diferencia entre Texto y Evento)
El que Dios utilice este tipo de sermón homiléticamente incorrecto no es, sin embargo, motivo alguno para menospreciar el arte de la Homilética, pues la preparación de sermones es un verdadero arte que requiere estudio y mucho adiestramiento, con la particularidad de que, por moverse en la más alta esfera de la vida humana, merece más que cualquier otro arte tal trabajo y esfuerzo.
(También puedes leer: La Hermenéutica Bíblica, Una Necesidad)
(También te invito a leer: La Tarea del Intérprete Bíblico y la diferencia entre Texto y Evento)
El que Dios utilice este tipo de sermón homiléticamente incorrecto no es, sin embargo, motivo alguno para menospreciar el arte de la Homilética, pues la preparación de sermones es un verdadero arte que requiere estudio y mucho adiestramiento, con la particularidad de que, por moverse en la más alta esfera de la vida humana, merece más que cualquier otro arte tal trabajo y esfuerzo.
(También puedes leer: La Hermenéutica Bíblica, Una Necesidad)
El
otro extremo también debe ser evitado. Confeccionar un correcto
bosquejo o predicación no es suficiente si carecemos de la presencia
del Espíritu de Dios en nuestras vidas. El fuego de la pasión por Dios,
de su presencia no necesariamente se expresa con nuestras gestos y
gritos, yo le llamo a usted a que reciba de aquella unción de lo Alto,
que da a la predicación ese “no sé qué”, que no se adquiere por medios
humanos, sino que demuestra al oyente que el mensaje tiene su origen en
el Dios vivo. Sin duda, cuando la palabra de Dios es predicada con
unción, es Dios mismo quien se revela al corazón del oyente. Si logra
este equilibrio, podrá ver el fruto hermoso de su predicación.
Hace
unos días conversaba con un hermano que tiene descuidado el poder
preparar sus predicaciones, “confiando” imprudentemente en “inspiración
divina”. Le aseguro que con frecuencia no tiene un mensaje hilado para
entregar al pueblo de Dios, y muchas veces su predicación termina
cansando a los oyentes. Es importante entender que el Espíritu de Dios
“nos recordará” lo que ya nosotros hemos aprendido… de ninguna manera
piense que Dios galardonará a quienes son holgazanes en su búsqueda.
No mal entienda lo que digo, el otro extremo es aquel que piensa que
sus bosquejos son tan importantes que no busca la presencia de Dios.
Quien así piense se dará cuenta que sus mensajes no llegan al corazón
de las personas, y de lo infructífero que es olvidarse del Dios de la
Palabra.
Conocido lo anterior… comencemos con el estudio de esta herramienta tan útil.
HOMILETICA PARA JOVENES PREDICADORES
I) EL TEMA DEL SERMON
No
se puede avanzar en la confección del bosquejo del sermón, sin antes
hacer una pregunta fundamental… es el génesis de todo lo que
continuará, por lo tanto, si no puedes contestar esta pregunta, te
recomiendo no seguir adelante hasta hallar la respuesta: ¿De qué voy a hablar?.
¡Sencilla
pero crucial!, todo lo demás se complica si no sabes la respuesta a
esta pregunta. Además, la respuesta no puede ser a “la rápida”… es al
Pueblo de Dios, o bien a Almas que rescatar a quienes presentaremos el
Mensaje de Dios… (piensa un momento en esos puntos).
(También te puede interesar: Idiomas Bíblicos)
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Además,
no debes por ningún motivo escoger un mensaje por “bonito que parezca”,
ni por lo “rimbombante” que suene, sino que el tema debe ser
efectivamente lo que el sermón persigue.
Una vez que respondas la primera pregunta, debemos responder inmediatamente una segunda: ¿Por qué voy a hablar este tema?.
El fin deseado debe ser claro. Y esto es muy importante, porque
determinará QUE VOY A INCLUIR, y QUE VOY A EXCLUIR… creo que a más de
uno nos ha pasado que no hemos entendido cual ha sido el punto
principal de algunos predicadores que han mezclado tantas cosas, y sólo
hemos respondido “que grandes misterios de Dios son estos… nadie los
puede entender”. (Es broma… pero no debiéramos quedar nulos en el
entendimiento de un mensaje).
El
tema no sólo ha de abarcar o incluir lo que se va a decir, sino que ha
de excluir todo lo que no tenga que ver con el mensaje.
(También puedes leer: Finalidad de la Revelación Bíblica)
(También puedes leer: Finalidad de la Revelación Bíblica)
II) SIETE CONSEJOS PARA ENCONTRAR UN TEMA
SIEMPRE…
el mensaje debe venir como inspiración de Dios, por lo tanto, SIEMPRE
el mensaje ha de venir precedido de oración, aunque no debes esperar a
que aparezca un arcángel entregando en tablas de oro la Palabra que
debes predicar el próximo día de reunión… sino que debes TRABAJAR en la
búsqueda de diferentes maneras.
Permíteme citar al célebre predicador que marcó un gran avance en la predicación y homilética: Spurgeon: “Confieso que me siento muchas veces, hora tras hora, pidiendo a Dios un asunto, y esperándolo, y que esto es la parte principal de mi estudio. He empleado mucho tiempo y trabajo pensando sobre tópicos, rumiando puntos doctrinales, haciendo esqueletos de sermones, y después sepultando todos sus huesos en las catacumbas del olvido, continuando mi navegación a grandes distancias sobre aguas tempestuosas hasta ver las luces de un faro para poder dirigirme al puerto suspirado.
Yo creo que casi todos los sábados formo suficientes esqueletos de sermones para abastecerme por un mes, si pudiera hacer uso de ellos; pero no me atrevo, ni suelo hacerlo. Naturalmente, porque no da lugar a ello el hallazgo de otros mejores.”
Permíteme citar al célebre predicador que marcó un gran avance en la predicación y homilética: Spurgeon: “Confieso que me siento muchas veces, hora tras hora, pidiendo a Dios un asunto, y esperándolo, y que esto es la parte principal de mi estudio. He empleado mucho tiempo y trabajo pensando sobre tópicos, rumiando puntos doctrinales, haciendo esqueletos de sermones, y después sepultando todos sus huesos en las catacumbas del olvido, continuando mi navegación a grandes distancias sobre aguas tempestuosas hasta ver las luces de un faro para poder dirigirme al puerto suspirado.
Yo creo que casi todos los sábados formo suficientes esqueletos de sermones para abastecerme por un mes, si pudiera hacer uso de ellos; pero no me atrevo, ni suelo hacerlo. Naturalmente, porque no da lugar a ello el hallazgo de otros mejores.”
Destaqué
palabras y frases que me parecieron dignas de reconsiderar. Sin añadir
más a esto, veamos algunas formas en que he encontrado inspiración para
temas:
1) Medite sobre lo que están pasando los hermanos en la Iglesia.
Déjeme primero hacerle una advertencia. Es peligroso dirigir su mensaje a una persona o familia o situación específica. Si usted desea decirle algo a un hermano, diríjase a él y dígaselo… no use el púlpito para esto, dado que es el lugar de donde sale el alimento para TODOS los oyentes y no sólo para una persona en particular.
Además, sacrificar el mensaje con este fin le traerá más de un dolor de cabeza: Usted se estará arriesgando además, a que sus insinuaciones sean descubiertas tanto por la membrecía, como por el mismo aludido, quienes se ofenderían con justificada razón por la falta de tacto, y el poco poder de “filtración” que tiene el predicador. Sin embargo, si usted considera que la membrecía carece de algún valor, y necesita una exhortación real: hágala sin termo, dado que usted tiene la responsabilidad ante Dios como su siervo.
Me permito nuevamente citar a Spurgeon, en su libro “Discursos a mis estudiantes” dijo: “Considerad bien qué pecados se encuentran en mayor número en la iglesia y la congregación. Ved si son la vanidad humana, la codicia, la falta de amor fraternal, la calumnia u otros defectos semejantes. Tomad en cuenta cariñosamente las pruebas que la Providencia plazca sujetar a vuestros oyentes, y buscad un bálsamo que pueda cicatrizar sus heridas. No es necesario hacer mención detalladamente, ni en la oración ni en el sermón, de todas estas dificultades con que luchen los miembros de vuestra congregación."
No haga que la predicación sea “meter la mano y hacer más profunda la herida”, sino que sea un bálsamo que cure sus heridas con VERDAD, pero también con MISERICORDIA… nunca se deben despegar estas dos cualidades de nuestros púlpitos… ¡Dios hará el resto!
2) Lea la biblia.
¿Qué
por qué pongo esta sugerencia?... bueno, la experiencia me ha enseñado
que algunos predicadores ¡NUNCA LEEN LA BIBLIA! Quien pretenda
alimentar a los demás, pero está a “dieta espiritual” está incurriendo
en una falta. No estoy en contra de escuchar otros mensajes de otros
predicadores, ni en dejar de leer libros o sermones (yo leo mucho y de
todo), pero usted NO DEBE reemplazar la lectura de la Palabra de Dios
por INTERNET, o por cualquier otro medio… instrúyase, lea, coteje. Pero
NUNCA deje de leer su biblia y sacar lecciones propias de ella para su
vida.
La
lectura devocional diaria, personal o en familia, le proporcionará
temas y le hará descubrir perlas de riqueza espiritual en lugares
insospechados. Anote cuidadosamente las ideas que surjan en tales
momentos.
3) Lea a otros predicadores.
Ya
sé, muchos no estarán de acuerdo con esto… pero no estoy diciendo COPIE
TEXTUALMENTE LO QUE DICEN OTROS PREDICADORES… sino que léalos, medite
en esas predicaciones, y saque las propias. Usted NO DESCUBRIRÁ nuevas
formas de presentar el mensaje, así que porque no encontrar la gran
cantidad de buenos ejemplos que ya hay.
Tampoco el otro extremo es correcto, no debe sacar alimento de otras despensas para alimentar a su propia familia. (Me entiende verdad?) Ambos extremos son malos. No lea solamente cuando esté en aprietos, hágase un buen hábito de lectura. Semanalmente estoy leyendo cerca de 300 páginas de diferentes temas… no se consigue rápidamente crear el hábito, pero una vez formado se vuelve una necesidad.
Tampoco el otro extremo es correcto, no debe sacar alimento de otras despensas para alimentar a su propia familia. (Me entiende verdad?) Ambos extremos son malos. No lea solamente cuando esté en aprietos, hágase un buen hábito de lectura. Semanalmente estoy leyendo cerca de 300 páginas de diferentes temas… no se consigue rápidamente crear el hábito, pero una vez formado se vuelve una necesidad.
Si
usted no tiene hábito de lectura, y sólo lee cuando le “toque
predicar”, entonces, es muy probable que no encuentre nada adecuado y
tenga que improvisar, un mal consejero que debemos desechar de nuestros
púlpitos, con su improvisación reiterada lo que hace es sacrificar el
esfuerzo de aquellos que llegaron buscando una palabra fresca, un
aliento de parte de Dios… (allí va de nuevo la preguntita…) “Pero
pastor Jorge, Dios puede suplir en ese momento”… Claro!!! Pero ¿Qué
estará pensando Dios de usted en ese momento?. Dios no premia a los
holgazanes.
Además mi querido joven, los mejores mensajes, son aquellos que hemos vivido nosotros mismos y hemos sacado el provecho necesario de ellos. Anote las buenas ideas de otros predicadores y viva su propia predicación antes de entregar el sermón.
Además mi querido joven, los mejores mensajes, son aquellos que hemos vivido nosotros mismos y hemos sacado el provecho necesario de ellos. Anote las buenas ideas de otros predicadores y viva su propia predicación antes de entregar el sermón.
Hace
un buen rato ando constantemente con un cuadernillo y un lápiz para
anotar cualquier frase que me inspire, en último caso lo he puesto en
Twitter o Facebook, para después no olvidarla. Si aprovecha de buena
manera a otros maestros y predicadores, luego tendrá un gran arsenal
para abastecerse de mensajes.
4) Visite a las personas con necesidad.
Muchas
veces la conversación con personas no convertidas, o con miembros
necesitados de la Iglesia, hacen sentir al predicador alguna necesidad
espiritual común a muchos de sus oyentes. Y en la conversación ha
salido una palabra de aliento para tal situación… no se olvide de ella,
puede ser un buen comienzo para un mensaje. Además predíquela con
autoridad, lo cierto es que Dios le entregó esa palabra y puede ser de
gran provecho para sus oyentes.
5) Medite en su entorno.
Por
allí una hermana puso en mi muro de Facebook “usted saca de todo una
idea para asociarlo al evangelio” (no me acuerdo que sea textual, pero
eso quiso decir). Debemos ser observadores. Observar la naturaleza y
las cosas, personas y situaciones que nos rodean. Todo lo que ve o
escucha debe archivarlo en su memoria, le puede ayudar y ser útil como
ilustraciones de las verdades bíblicas. Incluso, a partir de una
ilustración puede conseguir inspiración para un buen sermón…
Es
necesario, no obstante, que los sermones surgidos de tales
observaciones prácticas sean verdaderos sermones, llevando un plan y un
mensaje espiritual, y no una larga y detallada exposición del incidente
que, no puede interesar mucho al predicador, pero en nada tal vez a los
que no han sido afectados por la idea o sugerencia, la cual debe ser
puesta solamente como introducción, pero no ocupar el lugar del sermón.
6) La oración eficaz del justo puede…
Claro…
si usted me pregunta, ¿De dónde saca sus primeras ideas?... pues déjeme
contarle que soy un super/extra/mega/archi orador… pero claro, no me
creerá, y tiene razón, tal cual como a todos, me cuesta orar… todos los
días es una guerra que tengo que ganar paso a paso. Sin embargo, estoy
convencido que la oración es la más importante de las comunicaciones
que deben tener los hijos de Dios con su Padre amoroso.
Por eso, he destinado (y fue muy gradualmente) a orar por lo menos 30 minutos TODOS LOS DIAS, sin faltar ninguno de ellos. Sé que muchos de ustedes son mejores oradores que yo, por lo cual se les hará fácil el entrar en oración para pedirle a Dios que le muestre el mensaje, pero si usted es de aquellos que, como yo, deben esforzarse por entrar en oración, déjeme aprovechar de darle un consejo: Comience con 5 minutos, TODOS LOS DIAS, y así, a medida que avance se dará cuenta que efectivamente puede ir de menos a más en cuanto a la oración.
Por eso, he destinado (y fue muy gradualmente) a orar por lo menos 30 minutos TODOS LOS DIAS, sin faltar ninguno de ellos. Sé que muchos de ustedes son mejores oradores que yo, por lo cual se les hará fácil el entrar en oración para pedirle a Dios que le muestre el mensaje, pero si usted es de aquellos que, como yo, deben esforzarse por entrar en oración, déjeme aprovechar de darle un consejo: Comience con 5 minutos, TODOS LOS DIAS, y así, a medida que avance se dará cuenta que efectivamente puede ir de menos a más en cuanto a la oración.
Ahora,
lo que nos convoca: si la dificultad de escoger un texto se hace más
dura, ore más; será esto una gran bendición (de esas que cuestan, pero
una gran bendición real). Es notoria la frase de Lutero: "Haber bien orado, es más de la mitad estudiado."
Mezcle constantemente el estudio de la Palabra con la comunión de la oración. Así cuando se de cuenta que la inspiración del sermón tiene un elemento único de relación con Dios, sentirá que el mensaje es aún más hermoso, con una unción diferente, y éste, déjame contarte, es uno de los secretos que me han hecho un amante de la predicación y exposición de la Palabra de Dios. Esto es desconocido por los predicadores sin unción, y de “ocasión”. Predicación sin unción es como escribir con un lápiz sin tinta… apréndete esa máxima. Y por último:
Mezcle constantemente el estudio de la Palabra con la comunión de la oración. Así cuando se de cuenta que la inspiración del sermón tiene un elemento único de relación con Dios, sentirá que el mensaje es aún más hermoso, con una unción diferente, y éste, déjame contarte, es uno de los secretos que me han hecho un amante de la predicación y exposición de la Palabra de Dios. Esto es desconocido por los predicadores sin unción, y de “ocasión”. Predicación sin unción es como escribir con un lápiz sin tinta… apréndete esa máxima. Y por último:
7) NO REPITA… NO REPITA… NO REPITA… etc.
Si
ya ha predicado una vez, intente buscar un nuevo tema para entregar… no
quiero decir que no puede repetir su sermón en diferentes lugares, pero
digo que si ya ha pasado un tema, dele tiempo también a otros, alguna
vez doctrina, alguna vez predicaciones motivacionales, algunas otras
veces expositivas, otras temáticas, etc.
Nuevamente
Spurgeon nos da una hermosa idea respecto a lo que quiero decir: "No
sería provechoso insistir siempre en una sola doctrina, descuidando las
demás. Quizás algunos de nuestros hermanos más profundos pueden
ocuparse del mismo asunto en una serie de discursos, y puedan,
volteando el calidoscopio, presentar nuevas formas de hermosura sin
cambiar de asuntos; pero la mayoría de nosotros, siendo menos fecundos
intelectualmente, tendremos mejor éxito si estudiamos el modo de
conseguir la variedad y de tratar de muchas clases de verdades.
Me parece bien y necesario revisar con frecuencia la lista de mis sermones, para ver si en mi ministerio he dejado de presentar alguna doctrina importante, o de insistir en el cultivo de alguna gracia cristiana. Es provechoso preguntarnos a nosotros mismos si hemos tratado recientemente demasiado de la mera doctrina, o de la mera práctica, o si nos hemos ocupado excesivamente de lo experimental."
Me parece bien y necesario revisar con frecuencia la lista de mis sermones, para ver si en mi ministerio he dejado de presentar alguna doctrina importante, o de insistir en el cultivo de alguna gracia cristiana. Es provechoso preguntarnos a nosotros mismos si hemos tratado recientemente demasiado de la mera doctrina, o de la mera práctica, o si nos hemos ocupado excesivamente de lo experimental."
III) EL TEMA Y EL TEXTO
¿Debe elegirse primero el tema y después el texto, o viceversa?
No
puede darse una respuesta definitiva o una regla inefable a esta
pregunta. Ambos casos pueden darse, el predicador puede tener un tema
ya definido, pensando en que debe ser predicado, y en esos casos, el
tema es anterior al texto. Pero en ocasiones, como usted es un asiduo
lector de la Palabra de Dios, el texto meditado de la Biblia será con
seguridad el que preceda al tema.
¿Es
difícil encontrar un texto para el sermón?. Yo creo que la dificultad
radica, no en la falta de texto, sino que en la gran cantidad de textos
que pueden surgir para un tema definido. Muchas veces el texto saltará
a la vista del predicador. Si el texto le ha llenado el corazón de una
santa alegría, no debe buscar más… cuando el texto le cautiva puede
estar cierto que ya tiene el texto necesario para su mensaje.
IV) DEFINA EL TEMA EN UNA FRASE
Si
no tiene el tema aún definido claramente, haga el ejercicio de
escribirlo en una frase, no a forma de título, sino de frase (luego le
explicaré la diferencia). Si ya tiene el texto, y el tema, expréselo en
palabras:
El tema es el resumen del texto y del sermón concretado en una corta sentencia.
Esto
es importante porque de esa frase escrita saldrán todos los “huesos”
del esqueleto de nuestro sermón, es como la columna vertebral del
mensaje. Los diversos pensamientos que entrarán en el sermón
propiamente tal deben estar unidos a esta columna vertebral. Esto da
una gran ventaja en todo punto a tratar. La frase debe ser el sermón en
una línea. Mientras que el sermón debe ser la frase desarrollada.
Si
tiene el tema claro, le ayudará a la unidad del discurso que entregue,
evitará que se desvíe innecesariamente a otros puntos que nada tengan
que ver con el mensaje expuesto, dará uniformidad en su mente, será
como una “nota” que le ayudará a no extraviarse. El tema ayuda para dar
intensidad y firmeza al sermón y mantener el discurso dentro de los
límites razonables. Por esto es preferible tener el tema limitado y
bien definido y no demasiado amplio.
Si no tiene tema, es como “golpear al aíre”, gastará energía y no tendrá ningún resultado.
Déjenme
comentarles antes de continuar que los ejemplos que sacaré desde ahora
en adelante corresponden a ejemplos de temas y títulos que estudié en
el Seminario Abierto de Reina Valera, estos a su vez están tomados de
un libro de Homilética perteneciente a Samuel Vila, por si desean
profundizar luego en esta herramienta. Dios les bendiga!
V. EL TEMA Y EL TITULO
Ya
tenemos escogido el tema (el asunto de que tratará el mensaje que
predicaremos), y lo hemos puesto en una frase lo suficientemente
estudiada como para ser nuestra columna vertebral del sermón… BIEN POR
ESO!!!!... (mmmm… creo que debí comentarles antes que sería bueno que a
medida que avanzamos vayas haciendo un sermón para hacer la prueba).
Bueno,
ahora demos un título al sermón (es una costumbre muy norteamericana,
pero creo que el título puede servir en muchas oportunidades).
Muchos confunden el tema del sermón con el título, pero, aunque aparentemente no veas una diferencia, hay unas cuantas:
a a)El título no es más que la puerta de entrada al tema.
b) El titulo tiene que ser muy breve. (Imagínese que yo ponga como título: “la gran gracia que Pablo enseñó a los Romanos desde el capítulo 1 al 8”, eso no es un título, es tema. Lo que yo podría poner como título es: “Maravillosa Gracia”, (me entiende, ¿verdad?). El título no contiene todos los pensamientos o las partes que el predicador desea tomar en cuenta en su tema.
c) Además, estamos acostumbrándonos a crear afiches (aunque pensando bien, yo nunca he aparecido en uno J) donde se le dan títulos a los diferentes movimientos que estamos realizando en nuestras congregaciones y eventos. Esto se llama PUBLICIDAD. Y en tiempos donde abunda la publicidad, el título debe ser “chocante y atractivo”, despertar el interés de quien lo lee, intrigar a quien lo escuche.
b) El titulo tiene que ser muy breve. (Imagínese que yo ponga como título: “la gran gracia que Pablo enseñó a los Romanos desde el capítulo 1 al 8”, eso no es un título, es tema. Lo que yo podría poner como título es: “Maravillosa Gracia”, (me entiende, ¿verdad?). El título no contiene todos los pensamientos o las partes que el predicador desea tomar en cuenta en su tema.
c) Además, estamos acostumbrándonos a crear afiches (aunque pensando bien, yo nunca he aparecido en uno J) donde se le dan títulos a los diferentes movimientos que estamos realizando en nuestras congregaciones y eventos. Esto se llama PUBLICIDAD. Y en tiempos donde abunda la publicidad, el título debe ser “chocante y atractivo”, despertar el interés de quien lo lee, intrigar a quien lo escuche.
Es
importante en este punto recordarles que al formular el título no se
aparte del asunto que quiere tratar. Por ejemplo si pongo el siguiente
título “Hambre Ilícita” (Sí… usted sabe quien lo puso), no puedo hablar
en mi sermón del robo que hacía Judas en la bolsa del tesoro. El título
será motivo para llamar la atención, y no ser necesariamente la base
del verdadero mensaje, y esto causará decepción en el asistente, y tal
vez no le llame la atención volver a ser invitado a una de sus
predicaciones.
Tengo
una nota que hice en el seminario, es de un Teólogo llamado J.H.
Jowett, él dice lo siguiente: "Tengo la convicción de que ningún sermón
está en condiciones de ser escrito totalmente, y aún menos predicado,
mientras no podamos expresar su tema en una sola oración gramatical
breve, que sea a la vez vigorosa y tan clara como el cristal. Yo
encuentro que la formulación de esa oración gramatical constituye la
labor más difícil, más exigente y más fructífera de toda mi
preparación. El hecho de obligarse uno a formular esa oración
desechando cada palabra imprecisa, áspera o ambigua, disciplinando el
pensamiento hasta encontrar los términos que definan el tema con
escrupulosa exactitud, constituye uno de los factores más vitales y
esenciales de la hechura del sermón. Y no creo que ningún sermón pueda
ser esbozado, ni predicado, mientras esa frase no haya surgido en la
mente del predicador con la claridad de luna llena en noche despejada".
Existen
hermanos que tienen una cualidad maravillosa de encontrar títulos
excelentes, que son interesantes, breves y que den ganas de escuchar el
sermón, que además no tienen la necesidad de “reinterpretarlos”, sino
que de inmediato sabemos por dónde va el mensaje. Esto es un gran
comienzo de la exposición del mensaje. Asesórese si no es bueno en
esto, y si quiere ser bueno, practique.
Conviene
que el tema o el título que se formule sea intrigante, de modo que
despierte el deseo de conocer lo que se oculta detrás del mismo, o sea,
a ver cómo lo desarrollará el predicador.
Por
ejemplo, muchas películas o novelas seculares tienen grandes e
intrigantes títulos que nos dejan prendidos de inmediato. Imitemos
hasta cierto punto a “los hijos de este siglo” en sus “sagacidades”
dijo el Maestro, pero no caigamos en exageraciones innecesarias.
VI. SEA CONCRETO… NADA DE “IRSE POR LAS RAMAS”
Los
temas deben ser cortos, ya estamos claros en eso. Pero además deben ser
claros y expresivos. Los temas largos hacen perder “la gracia y el
atractivo”. Siempre consulto con mi esposa e hija mayor si les queda
claro. Cuando ponen cara de estar conversando con un extraterrestre
rápidamente comienzo a pensar en otro tema y otro título. A veces
nuestros cercanos son los mejores críticos constructivos que podamos
tener. No los deseche.
· Ya le di un ejemplo anteriormente, pero este es uno real: Cierto predicador anunció el siguiente tema “Las
opiniones falsas que los hombres se forman acerca de los juicios de
Dios permite sobre nuestros prójimos y las opiniones rectas que se
deben formar sobre tales juicios”. Con el anuncio de tal tema, el predicador casi podía haberse ahorrado el sermón. (J)
¿Qué debiera haber hecho el predicador?, por ejemplo titular el sermón como "El peligro de juicios erróneos"
. Esto habría sido mucho más acertado para este mismo asunto, porque
este tema no detalla lo que el predicador va a decir, sino que
despierta interés por saber lo que dirá.
· Otro
ejemplo puede ser cuando el sermón es textual el tema debe ser tan
dependiente del texto que ha de contener el principal pensamiento del
mismo.
Ejemplo: Para Romanos 12:2 un buen título podría ser "Alistados contra lo que nos rodea".
EJERCICIO: Busque 5 textos en la Biblia (pueden ser pasajes cortos o bien versos por separados y póngale títulos) ese será un buen ejercicio
Si
el sermón será expositivo (luego les explicaré los diferentes tipos de
sermones pero le adelanto que el sermón expositivo es la exposición de
un pasaje o historia bíblica), el tema debe hacer énfasis sobre algún
asunto que contenga el pasaje bíblico que estamos tratando, debe ser la
clave y la base de la historia que queremos que la congregación
aplique. Por ejemplo
Ejemplo: Juan 9:25 un buen título podría ser “La confesión del ciego” poner el título “La historia del ciego” es muy vago e inexacto para ser usado como título.
Ejemplo: Lucas 15:7 un buen título podría ser “El hambre del alma”,
¿Por qué no poner “El hambre del Hijo Pródigo”? (piense un poquito y
luego siga leyendo)…. Ya que pensó le respondo, a ver si coincidimos.
En
el ejemplo del ciego, la palabra “confesión” podría ser una excelente
base para el sermón que puede usar el predicador para llevarnos al
final del sermón a confesar a Cristo. En el ejemplo de “El hambre del
Hijo Pródigo”, no nos entrega nada nuevo o interesante, todos sabemos
que el Hijo Pródigo tenía hambre física, pero al decir “El hambre del
alma”, podemos aplicar esto a las vidas espirituales de los hombres.
Un
último ejemplo y consejo antes que pasemos al DESARROLLO DEL TEMA. El
tema debe ser una expresión completa de todas las ideas del texto que
desarrollaremos. Aquí unos cuantos ejemplos citados del libro que usaré
como base. (El que les comenté al comienzo de este mensaje)
1) Sintéticos:
"La dádiva de Dios a nosotros y la nuestra la El" : Tito 2:14.
"El tentado pecador y el tentado Salvador" : Hebreos 2:18.
2) De frases escriturales:
"Las fuentes de salud": Isaías 12:3.
"Traerá el hombre provecho a Dios": Job 22:2.
"¿A quién iremos?": Juan 6:58.
3) Paradójicos:
"Deberes que resultan privilegios": Salmo 119:54.
"Religión sin hacer la voluntad de Dios": Mateo 7:21.
"La eficacia de virtudes pasivas": Apocalipsis 1:9.
"Luz el resultado de la vida": Juan 1:4.
"El gozo de la abnegación": 2.° Crónicas. 29:27.
"Maravilla en sitio peligroso": Lucas 8:25.
"Lo incomprensible en el testimonio cristiano"; Hechos 4:20.
Aquí viene una tarea que les ayudará y tal vez puedan tener el próximo mensaje para el domingo J: Lea todos los textos que puse como ejemplo y reconsidérelos con los títulos que tienen. Aunque no le doy el tema de cada uno de ellos, le aseguro que verá cómo el tema le despierta ideas para cada texto. (es un regalito por seguir las lecciones).
VII. EL DESARROLLO DEL TEMA
¿Ya
ha ensayado todo lo anterior?, es decir, que ¿Ya tiene el asunto, ya
tiene el objetivo, ya ha desarrollado en una frase el tema, y además le
puso título?.
Bueno, vamos entonces a adentrarnos a responder una nueva pregunta… (Ya lo sé, soy un preguntoncillo):
¿Cómo
lograremos el objetivo que nos hemos propuesto?... déjeme preguntarlo
de otra manera: ¿Qué cosas tiene que decir y en qué orden las debo
decir?
Citaré
a otro teólogo que ya respondió esta pregunta (le dije anteriormente,
¿Para qué desgastarnos si algunas cosas ya fueron inventadas no?)
Dr.
Herrick Johnson en su libro El Ministro Ideal dijo: "El tratamiento del
asunto significa plan, plan de algún género que agrupa todo para formar
un organismo, que colocará las partes en orden hacia un
clímax, y presentará una sucesión natural y ordena da que excluya todo
lo que no sea a propósito, y que haga que las diferentes líneas vayan
creciendo en color, según convergen al foco ardiente, que es la
exhortación final. Esto es esencial para la eficacia del
sermón. En la misma medida que el plan sea claro, comprensivo y
acumulativo, el sermón hará mayor impresión a los oyentes."
¿Puedo citar a Spurgeon?... claro que sí, soy yo el que escribo J
: "Nuestros pensamientos deben ser bien ordenados según las reglas
propias de la arquitectura mental. No nos es permitido que pongamos
inferencias prácticas como base, y doctrinas como piedras superiores;
ni metáforas como cimiento y proposiciones encima de ellas; es decir,
no debemos poner primero las verdades de mayor importancia, y
por último las inferiores, a semejanza de un anticlímax, sino que los
pensamientos deben subir y ascender de modo que una escalera de
enseñanza conduzca a otra, que una puerta de raciocinio se comunique
con otra, y que todo eleve al oyente hasta un cuarto,
digámoslo así, desde cuyas ventanas se pueda ver la verdad
resplandeciendo con la luz de Dios. Al predicar, guardad un lugar a
propósito para todo pensamiento respectivamente, y tened cuidado de que
todo ocupe su propio lugar. Nunca dejéis que los pensamientos caigan de
vuestros labios atrabancadamente, ni que se precipiten como una masa
confusa, sino hacedlos marchar como una tropa de soldados. El orden,
que es la primera ley celestial, no debe ser descuidado por los
embajadores del Cielo.”
Aquí
es donde la mitad de ustedes dejará de leer, dejará las clases y
continuará con la antigua forma de predicar porque “le ha dado
resultado”… pero si usted es de los que les gusta la excelencia,
continúe conmigo J.
Lo que les voy a decir ahora desanima al 90% de los predicadores:
“necesitamos trabajar”. Sí esto requiere por lo regular una gran
cantidad de trabajo. Con alguna frecuencia un plan relampaguea en la
mente como una inspiración, y el sermón se formula en pocos instantes,
por lo menos en forma de bosquejo o esqueleto. Pero cuando necesita
ordenar, esto es más laborioso. Y sólo después de un arduo trabajo su
bosquejo empezará a tomar forma.
Entiendo
que muchas veces luchará con el caos y el desorden de sus ideas, una
idea por allí otra por allá, sin conexiones. Otras ideas maravillosas
pero que no tienen nada que ver con el sermón que está haciendo (las
cuales hay que rehusarlas por el momento, anótelas para el próximo
sermón). Pero si trabaja persistentemente y meditando a cada paso,
podrá poner orden a ese caos de ideas y por fin un número considerable
de las ideas que meditó serán lo suficientemente aptas para ordenar un
bosquejo.
Tal
vez se sienta inclinado en alguna ocasión a renunciar al uso de un
plan, por razón de la dificultad en prepararlo. Parece más sencillo
seguir adelante diciendo buenas cosas, formulando argumentos y lanzando
exhortaciones que no tienen mucha relación entre sí, sino que cada una
engarza con la otra por la frase final, que da origen a otro párrafo
con ideas totalmente diferentes. Esto puede admitirse en la
conversación, cuando nos dedicamos a “anunciar el Evangelio” a otras
personas. Pero en el pulpito nunca. Los oyentes no recibirán una
impresión profunda y perdurable del sermón si éste no sigue un plan
mejor que un simple conjunto de buenas ideas.
Es
verdad que Dios se ha servido a veces de los medios más humildes para
realizar su gran obra de salvación de almas, y sermones sin orden
lógico no han sido siempre sin fruto, pero tal modo de proceder no es
aconsejable en modo alguno cuando puede haber un propósito y una
ordenación clara del sermón. Una aglomeración de pensamientos buenos
puede compararse a una turba que trata de apoderarse de cierta
fortaleza; puede tener éxito en algunas ocasiones, pero no podrá obrar jamás con la eficacia de un ejército en el que cada hombre ocupa su lugar.
Si
mira “el plan” en cualquier ámbito de la vida encontrará lo necesario
que se hace en todo orden de cosas: Por ejemplo, un arquitecto no
edificará sin tratar un plano, un ingeniero civil no lanza al azar a
sus trabajadores por las montañas sin haber ideado antes por donde
pasará el camino que se propone construir. Así mismo, un predicador no
debe lanzarse a trazar el camino de alcanzar almas, sin un plan.
Existen, por supuesto, excepciones a la regla, pero aún en esos casos
en que tenga que “improvisar”, si usted es un siervo de Dios,
preocupado, recibirá un plan rápidamente concebido y que podrá notar
que es dirigido directamente de Dios. Lo mismo y aún más certero tener
un plan, o un sermón desarrollado con tiempo y oración, y mucho estudio.
Bueno,
creo que con esto cerramos por esta semana… la próxima semana
hablaremos de los tipos de bosquejos, partiendo por la explicación de
un bosquejo gráfico. Espero que no retrasen las lecturas hasta lo
último de la semana…
Recuerden: ¡¡¡EL LOGOS [La Palabra] ERA DIOS!!! (Juan 1:1).
Dios les bendiga,