Por: Pastor Jorge Enrique López.
El es el que sacia de bien tu boca, de modo que te rejuvenezcas como el águila (Salmos 103; 5).
RENOVARSE COMO EL ÁGUILA, REFLEXIÓN

Prédica sobre el águila, reflexión
Hay un momento en la vida del águila,
cuando su hermoso plumaje empieza a desaparecer, de igual forma, la
coraza de sus patas también decae; y la gruesa cobertura de su temible
pico, entra también en decadencia.
Entonces
el águila se remonta a las alturas
para esconderse del cazador, y
someterse a una dieta muy especial de
ayuno por casi dos meses. Una vez cumplido este plazo,
el águila se
renueva, le sale un
pico nuevo y más grueso, de igual forma
la coraza de
las patas se renueva, y se reviste de
un nuevo y esplendoroso plumaje,
para remontarse de nuevo a las alturas.
Así también es la vida del cristiano.
Hay un día cuando nos empezamos a dar cuenta, que ya no gustamos de la
oración continua, la lectura de la palabra se hace cansada, no sentimos
apetito por ir al templo a oír la hermosa palabra de Dios.
Nuestra vida cristiana se va llenando de hastío, de pereza, y negligencia en el
cumplimiento de nuestros deberes cristianos. Es una señal clara que
se nos está cayendo el plumaje y el cazador lo sabe.
Es hora entonces, como el águila, de
remontarnos a la presencia de Dios, buscar su ayuda, y escondernos en
el. No olvidemos que él, es escondedero contra el turbión, el es escudo a
los que en el esperan, es como sombra de gran peñasco en tierra
calurosa, es nuestra torre fuerte, a él correrá el justo y no será
desamparado. Y además: es nuestro amparo y nuestra fortaleza, nuestro
pronto auxilio en la tribulación.
Es hora entonces de encerrarnos en una
dieta especial de ayuno, de oración, de la búsqueda intensa de la
presencia de Dios. La palabra del Señor dice: Si se humillare mi pueblo,
sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren y buscaren mi rostro, y
se convirtieren de sus malos caminos; entonces (solo hasta entonces) Yo
oiré desde los cielos, y perdonare sus pecados (lo que estorba la
bendición de Dios) y sanaré su tierra. 1º de Crónicas 7; 14-15.
Cuán grande es
el poder de la oración.
Cuan poderosos sus efectos cuando logramos realizarla en las condiciones
que Dios lo demanda. Orar es dialogar con Dios. Es hablar de tú a tú
con él; es conocerlo para poder adorarlo. El
corazón contrito y humillado no lo despreciarás tú oh Dios.