AKSEL VERNER LARSEN (3 NOVIEMBRE DE 1904-20 DE SEPTIEMBRE 1972)

Aksel Verner Larsen Compendio de la biografía

Por: Julio Cesar Clavijo Sierra

Tomado de la página de pentecostales del nombre.

Toda la información vertida aquí, fue extraída de la obra Una Historia Que no Termina, Volúmenes 1 y 2, © Iglesia Pentecostal Unida de Colombia. También existen unos datos que fueron consultados en la obra «Vientos del Norte. Contribuciones Canadienses al Movimiento Pentecostal» © 2010 por Konin Klijke Brill NV.

Aksel Verner Larsen (3 de noviembre de 1904 – 20 de septiembre de 1972)

Aksel Verner Larsen, es reconocido como el pionero de la obra pentecostal del nombre de Jesús en Colombia y fue misionero en este país durante 33 años, desde 1937 hasta 1970. Además de ser el primer misionero, también fundó y pastoreó en sus comienzos tres de las principales iglesias del país: Bucaramanga, Medellín y Barranquilla.

En esta última ciudad estableció su residencia desde 1942 hasta 1970. También impulsó la obra misionera en Ecuador y Bolivia. Cuando el hermano Larsen partió para Canadá en el año de 1970, había dejado una iglesia establecida y recorrido el territorio nacional llevando el mensaje del nombre de Jesucristo.


Había enseñado a muchos colombianos lo que era el evangelio y había logrado que cientos de ellos aprendieran a predicar la Palabra. Aksel Verner Larsen tuvo bien claro su llamamiento a Colombia y en consecuencia vivió para servir a Dios e inspirar a toda una generación con unas palabras sencillas pero muy contundentes: -“Somos salvos para servir”-.

Aksel Verner Larsen nació el 3 de noviembre de 1904 en Gamtofte, Dinamarca y falleció el 20 de septiembre de 1972 en Montreal, Canadá. Fue el último de los diez hijos de Hans Larsen y Cristina Bang de Larsen, quienes eran una familia de tradición luterana.

A los trece años de edad, el joven Larsen escapó de su casa. Había vivido en la finca familiar. Y aunque siguió viviendo cerca de los suyos y volvió a relacionarse con ellos, nunca más residió en la casa paterna. Sin embargo, su madre siempre oraba por él. Vivió en su país hasta los veinticuatro años, habiendo laborado como inspector sanitario de animales en el campo.

Luego se fue para Argentina, donde trabajó cortando bosques y aserrando madera. Allí aprendió algo del idioma español y perdió uno de sus dedos. Regresó a su patria y después de unos meses emigró al Canadá, donde pudo trabajar en una finca de cuyo dueño llegó a ser amigo.

Los fines de semana, Aksel Verner acostumbraba ir con los compañeros de trabajo a la estación del ferrocarril de un pueblo cercano llamado Mc Adan, estado de New Brunswick. Allí gastaba dinero, fruto de su trabajo, en vicios.

Aunque había restablecido correspondencia con su madre, la que se había cortado estando en Argentina, era un extranjero sin relaciones familiares de ningún tipo, que únicamente contaba con sus amigos y su salario semanal.

Un día del mes de enero de mil novecientos treinta y dos, la Fraternidad de Iglesias del Evangelio Completo, realizaban una campaña evangelística en Mc Adan. Habían levantado una carpa y habían puesto sillas frente a la estación del ferrocarril a donde acostumbraba ir Larsen con sus amigos.

Hubo cultos todas las noches, y entre los evangelistas venía una que no sólo cantaba y tocaba la guitarra, sino que también predicaba, cuyo nombre era Abigail Gertrude. Cuando los amigos de Aksel lo animaron a entrar en la carpa a divertirse, él dijo: -“Yo no puedo jugar aquí”- Recordaba que tenía unos padres que hacían cultos a diario donde se sentía la presencia de Dios.

Al entrar a la carpa sintió esa presencia, y aunque esa noche se resistió a levantar la mano, en otra ocasión en que asistió, su cuerpo estaba temblando con convicción. Había venido a la campaña un evangelista que predicaba sobre la venida de Jesucristo y todas las noches preguntaba: -“¿Quién quiere ser salvo?”

-Pero esa noche, en la que le entregó su vida a Dios, el evangelista hizo una pregunta diferente:-“¿Quién quiere estar listo cuando Cristo venga?”- Aksel Verner levantó su mano y aceptó a Cristo en su corazón esa noche de enero de 1932. Tenía 27 años. Siguió asistiendo a los cultos en espera de ser bautizado.

Casi dos meses después, siendo aún tiempo de invierno, a comienzos del mes de marzo, llegó a Mc Adan el hermano Wynn T. Stairs (quien era director de misiones de los pentecostales del distrito marítimo del Canadá), con los misioneros Berchtold (quienes habían estado en el país de Bolivia, pero que eran de orientación trinitaria) para que hablaran de su labor en Suramérica y en especial de su visión por Colombia.

Los misioneros Berchtold habían recibido el Espíritu Santo, y por esa razón perdieron el apoyo de la «Bolivian Indians Mision» (que era la organización que los había enviado originalmente a Bolivia), porque aquella misión adujo que la fe pentecostal de los Berchtold no concordaba con sus principios tradicionales.

Esta consideraba que cualquier persona que hablara en lenguas era enferma mental o era inspirada por el diablo. Por esta razón, sin renunciar a su sentir misionero, los esposos Berchtold entraron en contacto con Wynn T Stairs en el año de 1931.

El hermano Stairs había prometido respaldarlos económicamente si visitaban las iglesias del Canadá. Estando en Mc Adan, el hermano Charles Berchtold se dirigió a la audiencia y al terminar su intervención, dijo: -“Si Dios le llama, ¿quién iría?”- y el joven Larsen levantó su mano.

Esa noche en que A. Verner levantó su mano, comprometiéndose a venir a Colombia si Dios lo llamaba, no quería hacerlo, pues sabía que no estaba limpio, pero sintió que el Señor se la levantó. Al salir del culto, saludó en español a Charles Berchtold, pues algo había aprendido de este idioma durante su estadía en Argentina. -“Buenas noches”- saludó el joven Larsen. Entonces se conocieron. Días después, los Berchtold viajaron a Colombia.

En ese mismo mes de marzo, Aksel Verner Larsen fue bautizado en el nombre de Jesucristo. Tuvieron que cavar más de treinta centímetros en el hielo para encontrar agua en estado líquido. Otros creyentes propusieron esperar unas semanas mientras cambiaba el clima y el agua no estuviera tan fría. -“Prefiero ser bautizado en un lago de hielo ahora, que gastar la eternidad en un lago de fuego”-, respondió Aksel ante esta propuesta.

Pero Larsen no solo se bautizó. También se enamoró de la predicadora que tocaba la guitarra. Le escribió y la invitó a salir. Esto trajo algún revuelo, pues Abigail Gertrude Staples era una predicadora reconocida, y él un recién convertido que no había recibido el Espíritu Santo.

Sin embargo, ella afirmaba que había orado y había sentido la aprobación de Dios para continuar con esa relación. Tres meses después, en junio de 1932, Aksel Verner y Abigail Gertrude contrajeron matrimonio.

En agosto se fueron a New Castle Bridge, lugar famoso porque la gente que iba recibía el Espíritu Santo. Allí él tuvo esta experiencia. Luego fue enviado a predicar a un lugar difícil y después fue pastor en Chipman.

Así, A. Verner Larsen, el danés de origen luterano, convertido al evangelio del nombre de Jesús en Canadá, llegó a ser pastor, pero no de un lugar grande o ciudad importante, sino de un sitio pequeño, rural.

Realizó su primer bautismo en Salmons Cree, en la primavera de 1933. Allí bautizó a Sanford Johnston. Este había sido llevado a la iglesia por Bill Drost, quien asistía a la iglesia de Chipman, pastoreada por A. Verner Larsen. (Sanford Johnston y Bill Drost, también llegaron a ser más tarde misioneros en Colombia).

Aksel Verner Larsen y Abigail Gertrude Staples

Estando en Chipman, Aksel y Abigail se presentaron como candidatos para venir a trabajar como misioneros a Suramérica, porque ellos decían que tenían visión por Colombia. Los directivos a quien realmente apoyaron, fue a Abigail, porque al hermano Larsen no lo conocían muy bien por llevar poco tiempo de convertido.

Para esa época, A. Verner Larsen contaba con 32 años de edad. Su carácter nórdico le hacía ver como una persona fría y parca. No manejaba bien el inglés, ni tampoco el español. Parecía una persona tímida y era muy callado.

No era reconocido como predicador y su trayectoria ministerial no superaba los cinco años. Era pastor de una pequeña iglesia de un pueblo apartado. Tampoco tenía una formación académica ni teológica profesional, aunque era un autodidacta consumado.

Por su parte, Abigail Gertrude era canadiense, hija de John Staples y Adeline Durfee. Había nacido el tres de octubre de 1908, es decir que tenía 27 años de edad. Era una talentosa predicadora, conocida en la iglesia canadiense por su trayectoria como evangelista.

Tenía un carácter espiritual bien formado. Su carga por Colombia era tan grande, que decía que se daría por bien servida si sólo viniera a morir a nuestro país.

Wynn T. Stairs, les ofreció su apoyo incondicional. Era tal vez uno de los pocos que creía en el llamamiento de Aksel Verner Larsen, quizás porque en ellos veía cumplido su anhelo de enviar misioneros con el mensaje apostólico a Suramérica.

[Más tarde, el hermano Stairs fue nombrado como Director de Misiones de las Asambleas Pentecostales de Jesucristo y en 1945 Director de Misiones de la Iglesia Pentecostal Unida].

Así que con el conocimiento general de la iglesia canadiense sobre la apertura de la obra en Colombia, y hechas las gestiones pertinentes para el envío de los misioneros, estos viajaron de Fredericton en el Canadá, hasta New York, en los Estados Unidos, donde tomaron el vapor que los conduciría a su destino misionero.

El viaje duraba aproximadamente diez días y hacía tres escalas en el camino, y llegaba a Puerto Colombia, a un muelle que penetraba 1600 metros en el Mar Caribe. Todavía hoy permanece el viejo muelle como una atracción para los turistas.

De Puerto Colombia a Barranquilla, ciudad del Caribe colombiano, los equipajes y la carga eran llevados por ferrocarril para efectos de su nacionalización. Los pasajeros lo hacían por carro.

Allí descendió la familia Larsen Staples, compuesta por Aksel Verner, su esposa Abigail Gertrude y su pequeño hijo Keith, el miércoles 12 de mayo de 1937, y se fueron a Barranquilla por tierra para encontrarse con el misionero Charles Berchtold.

Había llegado a Colombia una pareja que traía el encargo de predicar el mensaje del nombre de Jesucristo, y esto afectaría profundamente a la nación colombiana.

El hermano Larsen rememoraba 32 años, después la sensación que vivió ese día.

“Este mismo mes de mayo, hace treinta y tres años desde que yo pisé por primera vez la tierra colombiana en la Costa del Caribe. En ese entonces no había ni un solo colombiano bautizado en el glorioso NOMBRE de JESUCRISTO, ni sellado con el Espíritu Santo en poder pentecostal

No que nosotros hayamos traído a Jesús a Colombia. Él nos trajo a nosotros. No había ni un solo colombiano presente [esperándonos] aquel día del mes de mayo de 1937 cuando salimos del barco marítimo poniendo nuestros pies sobre la tierra de Colombia por primera vez, pero el SEÑOR de la mies estaba presente, dándonos la bienvenida a esa parte de SU VIÑA”.

Los misioneros Charles y Clara Berchtold viajaron hasta Barranquilla y recibieron a la familia Larsen Staples. Luego ellos los condujeron hasta la ciudad de Bucaramanga, en el departamento de Santander, donde tenían su residencia.

Askel Verner Larsen fue el primer misionero en llegar a Colombia con el claro mensaje pentecostal apostólico, pues aunque los misioneros Berchtold amaban la experiencia pentecostal, hasta el momento ellos bautizaban en los títulos de “Padre, Hijo y Espíritu Santo”, pero aún no habían invocado sobre ninguna persona el nombre de Jesús.

El hermano Larsen les enseñó acerca del bautismo en el nombre de Jesús y sobre la manera de vivir en el Espíritu Santo. Larsen le insistía a los Berchtold, que el bautismo que ellos practicaban no era bíblico, hasta que una mañana estudiando la Biblia, Clara encontró unos versículos que hablaban del bautismo en el nombre de Jesús, y los Berchtold comenzaron a entender el mensaje de la Unicidad de Dios.

Los Berchtold tenían una obra en una finca llamada Loma del Salado, en la vereda Peña Colorada del municipio de Enciso Santander. De esa obra se encargaban Maruja Correa (una destacada joven predicadora que había creído en Jesucristo bajo el ministerio de los Berchtold) y Eleanor Berchtold (quien era hermana del misionero Charles).

El trabajo que las hermanas Maruja Correa y Eleanor Berchtold realizaban en el municipio de Enciso, estaba dando buenos resultados y muchas personas deseaban ser bautizadas. Entonces estas jóvenes escribieron una carta al hermano Charles, para que fuera a bautizar a las personas que se reunían en la finca Loma del Salado.

Hasta el momento ninguna de las personas que se habían adherido a la obra de los Berchtold, había experimentado la experiencia pentecostal hablando en nuevas lenguas, y eso preocupaba a aquellos misioneros.

Llegando al lugar en donde se habrían de celebrar los bautismos, los esposos Berchtold, habían convenido poner a Dios a prueba, y si Él respondía con la experiencia pentecostal, de ahí en adelante ellos seguirían bautizando literalmente en el nombre de Jesús.

Allí les explicaron a las personas conforme a la Palabra, les hablaron a los creyentes que habían sido bautizados en los títulos, y estos pidieron ser bautizados en el nombre de Jesús, siguiendo el modelo bíblico.

Los esposos Berchtold, Eleanor Berchtold y Maruja Correa, también fueron bautizados en el nombre de Jesús. En un solo día del mes de junio de 1937, 52 colombianos en total, fueron bautizados en el nombre de Jesús por el hermano Charles Berchtold, en el río Servitá, mientras el misionero Askel Verner Larsen observaba como testigo.

Había amenazas y temores, pues los enemigos habían prometido que sabotearían todo lo que los misioneros iban a hacer y que matarían a quienes se bautizaran, pero los creyentes estuvieron decididos a hacerlo.

Todo estaba preparado para celebrar un culto con Santa Cena después de los bautismos, pero mientras el culto se desarrollaba en forma normal, empezaron a amotinarse gentes con palos, machetes y otras armas, dando vivas a la virgen e insultos a los creyentes.

Sin embargo, terminado el servicio nadie quería irse. Aunque Clara Berchtold insistió en que todo había concluido, los asistentes no se movían de sus puestos. Oraron pidiendo poder de Dios, y el Espíritu Santo cayó.

Se dice que muchos recibieron sanidades. De esta manera, los colombianos se hacían partícipes del mensaje de Hechos 2:38. De ahí en adelante, los misioneros Berchtold solo bautizaron a las personas en el nombre de Jesús.

Los hermanos Larsen y Berchtold, llamaron a su congregación Iglesia Evangélica Pentecostal, pero más adelante ellos trabajaron de manera independiente, estableciendo los Berchtold la Iglesia Misión Buenas Nuevas y el hermano Larsen la Iglesia Pentecostal Unida de Colombia, ambas congregaciones pentecostales del nombre de Jesucristo.

A los cinco meses de estar en Colombia, Aksel Verner Larsen ya estaba predicando en español. Es de anotar que el misionero Larsen llegó a manejar bastante bien el idioma español.

El misionero comenzó su trabajo evangelístico. Vendía Biblias en el mercado central de la ciudad de Bucaramanga. Además de vender las Biblias, les presentaba el mensaje del evangelio a los transeúntes.

Por su parte la hermana Abigail reunía los sábados a un grupo de niños. Les enseñaba cánticos cristianos infantiles y les daba lecciones de la Palabra de Dios. La primera colombiana bautizada por el hermano Larsen, fue Amelia Tobito, una mujer de 27 años.

Junto a Amelia, se bautizaron otras personas de nombres Carmen, Teresa y Laureano. Fueron bautizados en una pequeña quebrada en el sitio llamado Café Madrid. Estos bautismos daban la satisfacción a los misioneros de ver los primeros frutos de su ministerio en Colombia.

El 9 de diciembre de 1938, Abigail Gertrude murió de eclampsia al dar a luz una niña a la que le pusieron el nombre de su madre: Abigail, con un segundo nombre: Miriam. Las circunstancias de la época no hacían posible que el hermano Larsen llevara a su esposa a un hospital, pues a los enfermos se les hacían exigencias de tipo religioso.

Específicamente se les exigía colgarse un rosario en el cuello. Francisco Ordoñez, en su obra “Historia del Cristianismo Evangélico en Colombia” © 1956, comenta: “desde años atrás se había visto con tristeza que los pacientes evangélicos eran rechazados o no eran bien atendidos en los hospitales casi siempre dirigidos por religiosas, en donde por regla general se trata de obligar a todos a confesarse, comulgar y tomar parte en rezos y devociones a los santos”.

El diez de diciembre la misionera era enterrada en el cementerio universal de Bucaramanga. Su epitafio dice: “YO SE QUE MI REDENTOR VIVE”. Así que el misionero quedó viudo, con un niño de dos años y medio y una niña recién nacida, sumido en la soledad y en la tristeza.

Sin embargo, A. Verner Larsen no era un hombre que se dejara amilanar por las circunstancias, y estaba convencido de su llamamiento de ser misionero en Colombia. Los hermanos del Canadá, al morir la persona en quien confiaban, le mandaron a decir que regresara y si conseguía una esposa en ese país podría volver. Pero él respondió: -“Un soldado ha caído, necesitamos refuerzos, necesitamos más ejército. Con la plata que mandan para yo regresar, manden más obreros”-.

Tiempo después, el 16 de diciembre de 1940, el misionero Larsen contrajo matrimonio con la hermana Fayetta Barnard, una joven misionera que había venido a Colombia a través de la Unión Misionera. Con Fayetta tuvo a los siguientes hijos: Laverne, Dwigth y Caleb.

Al haber cumplido cinco años de trabajo en nuestro país, llegado el mes de octubre de 1942, el hermano Larsen fue invitado por el hermano Wynn T. Stairs para que viajara al Canadá a fin de que tomara su descanso quinquenal. Salió con la familia para la ciudad de Barranquilla, donde tomarían el transporte. Al llegar a Barranquilla, tuvieron problemas para salir del país por causas imputadas a la segunda guerra mundial. Entonces el misionero se puso en contacto con José Siciliani, un agente de la Sociedad Bíblica Americana, quien le proporcionó Biblias y material evangelístico. Los esposos Larsen Barnard distribuyeron el material evangelístico y vendieron muy rápido las Biblias por el mercado. Se dieron cuenta, entonces, que entre los barranquilleros había una gran necesidad del evangelio y que la predicación daba resultado.

Los misioneros estaban hospedados en el Hotel Rosario, y una noche su esposa lo escuchó decir en oración: -“¡Oh Señor, no nos permitas dejar esta ciudad con la sangre de estas almas sobre nosotros!”-. El Señor les dijo: -“ya no se van”-. Ante la demora en la documentación, y con la convicción de que Dios les permitiría predicar en esa ciudad, los Larsen buscaron donde vivir. Así comenzó la segunda obra de la Iglesia Evangélica Pentecostal. El primer convertido fue Alejandro Saltarín, que tenía 68 años y era voceador de periódicos.

A. Verner Larsen realizando bautismos en el nombre de Jesús

Posteriormente la obra fue brotando y creciendo por todo el país. El misionero Larsen bautizó y formó a varios creyentes que pertenecieron a la primera generación de pastores, entre ellos: Campo Elías Bernal, Miguel Peña, Mario Cadavid, Domingo Zúñiga, Cristobal Ospino y Eliseo Duarte. En 1953, gestionó con los demás misioneros la documentación para que la iglesia se constituyera ante el gobierno como la sociedad civil Iglesia Evangélica Pentecostal Unida de Colombia. Además, fue siempre el superintendente hasta el año 1967 cuando la iglesia adquirió su autonomía. El compromiso del hermano Larsen sirvió de inspiración a los primeros líderes colombianos, que al igual que él, aprendieron a invertir sus recursos y sus propias vidas en pro del desarrollo de la obra en Colombia. En una carta escrita en 1964, Larsen escribió: -“He predicado y enseñado e inculcado, cuando tuve la oportunidad, de que la iglesia no es ni de Colombia, ni de cualquier otra nacionalidad.

La iglesia es estrictamente internacional y Universal, y hay solamente UNA”-. Era frecuente que el hermano Larsen pronunciara una frase que sirvió de inspiración a los creyentes de la época: -“Somos salvos para servir”-. De manera que cada creyente que se convertía, adquiría el compromiso de compartir el mensaje con sus allegados, y esa actitud se convirtió en un factor determinante para el crecimiento de la obra. Por ese tiempo las dificultades para la administración de la Iglesia, podrían resumirse en la escasez económica, las grandes distancias, la escasez de medios de transporte y la violencia que azotaba al país. No obstante, en una carta enviada el 16 de octubre de 1964 al Rev. E.P Wickens, del Instituto Bíblico de la Iglesia Pentecostal Unida en Marysville, New Brunswick, Canadá, el hermano Larsen comentaba sobre el avance de la obra al escribir:

“…Hay muchas necesidades en el campo misionero, y la oración es una permanente necesidad. Alabamos al Señor por lo que Él ha hecho y está haciendo. Cada mes, alrededor de cien almas en promedio entran en el Reino en esta tierra, naciendo otra vez de Agua y Espíritu. He estado viajando todo el tiempo desde que regresé, y estoy seguro que cien (almas) en un mes en promedio, no es exagerado.

Este mes hemos tenido una campaña evangelística aquí en la ciudad como nunca antes la habíamos tenido. Fue precedida por un mes de ayuno y oración, seguida por tres días de Convención de los Jóvenes. Veinticuatro (personas) fueron bautizadas en el nombre del Señor, y un gran número recibió el bautismo del Espíritu Santo. Muchas sanidades definitivas tomaron lugar. Un joven de doce o catorce años de edad estaba completamente paralizado. Lo trajo su padre u otras personas, no podía sentarse en las sillas, su cuerpo estaba retorcido, y no era capaz de usar sus manos y pies, ni hablar. Debería haberlo visto el pasado domingo, aplaudiendo con sus manos y cantando junto con el resto de los niños, caminando sobre sus propios pies…”

Quizá por su carácter introvertido, el misionero Larsen mostraba muy pocos aspectos de su vida personal. Sin embargo, hemos registrado algunas impresiones de personas que estuvieron cerca de él, las cuales nos entregaron el siguiente testimonio con respecto a su personalidad y carácter.

Al respecto el hermano Álvaro Tórres dice: “El hermano Larsen era un hombre muy humano… Era un hombre además que no veía el ministerio como una forma de enriquecimiento, ni siquiera de vivir bien… el carro, las misiones se lo compraron, pero el hermano Larsen metió ese carro por todas partes, se montaba todo el mundo. No era un hombre de clase social alta, no con esos vicios, era un hombre sencillo”.

Según Campo Elías Bernal, “El hermano Larsen era muy duro consigo mismo y tenía convicciones muy profundas respecto a la obra y el ministerio, con las que siempre se mostró consecuente en todas sus palabras y acciones. De Canadá le enviaron una ofrenda para que se compara una nevera, pero invirtió el dinero en la obra; siete veces le mandaron. Él tenía que orar al Señor, si era honesto comprarse la nevera, cuando había necesidades en la obra. Yo recorrí el país con él; para él no había comida mala, cama mala, nada; él no se quejaba, eso era parte del ministerio. No tenía sino dos trajes. Un día le dije: -hermano Larsen: cómprese otro par de zapatos –y me respondió- hermano: yo no tengo sino dos pies. Yo no veía mal lo que el hermano Larsen hacía; para mí era parte de su ministerio. En otra ocasión los jóvenes del Canadá le enviaron dinero para conseguir una casa para que él viviera, y el hombre de Dios devolvió ese dinero, diciendo que él no había venido a Colombia a buscar para vivir, sino a buscar almas”.

Isabel Tórres, recuerda: “Larsen el pastor, era un hombre muy consagrado; el fuerte de él era el evangelismo y visión; era un predicador del evangelio. Él enseñaba a su iglesia… y en lo que se refiere a mí, era un padre. Era duro con la gente. Por ejemplo, si una persona venía y le decía: “hermano, ore por esto”, él decía: “vaya ore usted solo”. No le gustaba que la gente dependiera de él. Él le daba a uno alas para trabajar… Con su esposa muy considerado, no romántico; pero no mostraba su cariño porque venía de una raza así: fría. Él mostraba su cariño con el cuidado: él lavaba los platos porque ella tenía un problema en la piel de la mano, entonces él lavaba los platos; él lavaba la ropa, él tendía la ropa, él nunca la dejó ir al mercado; él se levantaba y después de la oración iba al mercado a buscar la carne, a buscar el mercado, porque le gustaba el mercado público”.

Daniel Forero, dice: “El hermano era un tipo parco; no hablaba mucho pero era un hombre íntegro; de un carácter férreo, cariñoso, amable, pero férreo. A lo contrario del hermano Larsen, la hermana Fayetta sí hablaba bastante; no se le entendía mucho pero ella no paraba de hablar; y era muy amable; hacía unas deliciosas galletas. De la familia Larsen pude aprender su bondad, su gran amor. Valían más que mil palabras los hechos de ellos… ellos eran muy detallistas, y ellos mostraban su gran amor para con todos”.

El lema de Aksel Verner Larsen fue el servicio a Dios. Fue un hombre visionario, que sembró su visión en muchos corazones; y con sus predicaciones, su forma de vivir y sus consejos, enseñó a los pastores colombianos a vivir por fe. Los pastores antiguos recuerdan una frase muy diciente del hermano Larsen, que siempre pronunciaba cuando alguien le hablaba acerca de una necesidad económica. Él respondía con la misma frase: -“Hermano, meta su mano en el bolsillo de Dios, que el bolsillo de Dios es muy grande. Dios le bendiga hermano y practique esto y verá la bendición de Dios”-.

El hermano Larsen fácilmente detectaba la gente clave para la obra, y cuando los descubría, él se sentía obligado a brindarles toda su colaboración para formarlos y trabajaba en función de ello. Además no tenía problemas para expresárselo a los obreros que él formaba. Dios usó al hermano Larsen para transmitir esa visión a miles de colombianos que hasta ofrendaron su vida por causa del evangelio, cuyos nombres están registrados en el libro de los héroes de la fe. El misionero Larsen creía en la visión de sus discípulos y confiaba en que ellos no lo iban a defraudar, por eso en el año de 1967, cuando entregó la administración de la obra a los colombianos, les aconsejó personalmente por unos breves años, pero considerando que su tiempo en Colombia ya había terminado, al comenzar el año de 1970 decidió irse del país y establecerse en el Canadá. Y aun estando ya en Canadá, se alegraba con las noticias de la obra en Colombia y mantenía continua correspondencia con los líderes nacionales, motivándoles y dando gracias a Dios por las buenas noticias de la obra.

Aksel Verner Larsen y su esposa Fayetta partieron al Canadá

Sin embargo no se retiró a descansar. Desde Colombia sintió la necesidad de predicar el mensaje en la provincia de Québec, a los de habla francesa. Allí estuvo predicando en inglés en la ciudad de Montreal y pidiendo al Señor un pueblo para la gloria de Dios en Québec. Una de las últimas cartas enviada a la iglesia en Colombia decía lo siguiente:

“Actualmente nosotros, los hermanos Larsen, estamos físicamente separados de Colombia, pero en espíritu estamos con vosotros. No pasa un día que no hagamos oración intercesora por vosotros, especialmente por los amados hermanos miembros de la Junta Nacional…

Nosotros todos debemos entender que hemos sido salvos para servir. Todos somos “misioneros” pues hay una misión para cada uno. La iglesia del NOMBRE de JESÚS en Colombia, ha sido salva para servir. El evangelio del REINO DE DIOS y del NOMBRE DE JESUCRISTO llegó a Colombia desde muy lejos y debe ir de Colombia más lejos todavía…

Para concluir, queremos solicitar la oración intercesora de todos nuestros hermanos colombianos del NOMBRE… Hay mucho campo para trabajar. El campo es el mundo, el mundo es grande… Hay tres mil millones de almas y más. CRISTO murió por todos. Hay un solo NOMBRE en que pueden ser salvos… Hermanos vamos adelante a la perfección, vamos juntos. Que Dios los bendiga!

Con saludos cariñosos para toditos los hermanos del NOMBRE de JESÚS en Colombia somos como siempre, en espera de sus noticias, y esperando de veros, LOS HERMANOS LARSEN”.

Aksel Verner Larsen vivió para servir al Señor hasta el último día de su vida: el 20 de septiembre de 1972.

El epitafio dice: Misionero A. Verner Larsen 1904-1972. Padre amoroso, amado esposo de Fayetta C. Barnard.

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