SHEMA YISRAEL: LA PALABRA EJAD O ECHAD

Por: Jorge E. Pino Valenzuela

SHEMA YISRAEL

Dios, el Único Dios

Oye, Israel: Yahvé, nuestro Dios, es él solo Yahvé. (Deuteronomio 6:4 N-C). Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es. (Deuteronomio 6:4) 

Este hermoso verso de la Biblia ha sido conocido en la tradición judeo-cristiana como el “Shemá”, y encierra una de las verdades funamentales de la religión judía, y desde la constitución del Nuevo Pacto, también es fundamental para la Iglesia de Jesucristo. Vino a ser la confesión de fe básica del judaísmo y sin duda sigue siéndolo para los seguidores de Cristo (Marcos 12:29). 

En las creencias de otros pueblos era posible que existieran varios dioses, incluso panteones de ellos, pero para Israel hubo, y aún hoy, hay un solo Dios, que es único y soberano

Esta verdad llegó a ser muy importante para Israel, y los alertaba a tener cuidado, a causa de las muchas deidades cananeas que se encontraron en la tierra prometida, pero también les enseñaba la indivisibilidad de Dios, que es la base del monoteísmo de Israel que, dicho sea de paso, no cambió con la venida del Mesías para los creyentes del Nuevo Testamento. Esto, por sí solo, niega cualquier otra posibilidad doctrinal en los discípulos del Señor Jesús y por consiguiente de su Iglesia.

Dios provisionó que estas palabras fueran transmitidas a la mente de cada Israelita. A donde quiera que fueran, estos grandes principios debían acompañarles. De igual modo, hizo que estuvieran a su vista cada vez que ellos entraran en sus casas, que se comentaran mientras caminaban, y esto nos da cuenta de cuán importante es para Dios. Esta es la manera más efectiva de aprendizaje hasta estos días, la repetición. 

Comparado con cualquier culto del tiempo de Israel (e incluso anteriores) ¡Qué sanas y elevadas resultan las Palabras de Dios por medio de Moisés! (También te puede interesar: La Unicidad de Dios)

Así como Dios es un Dios indivisible, así también el amor de los que creen en este Dios no debe estar dividido de ninguna forma posible: “Y amarás a Jehová tú Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas.” (Deuteronomio 6:5). 

El interés de Dios en revelar su calidad de único 

Dios mismo fue quien hizo de esta revelación una característica especial para Israel, convirtiéndolo así en un pueblo especial: 

“A ti [Israel] te fue mostrado, para que supieses que Jehová es Dios, y no hay otro fuera de él. Aprende pues, hoy, y reflexiona en tu corazón que Jehová es Dios arriba en el cielo y abajo en la tierra, y no hay otro.” (Deuteronomio 4:35 y 39). 

Pero, no fue el propósito de Dios que sólo Israel tuviera esta revelación respecto a su divinidad, sino que cuando Salomón oró en la dedicación del Nuevo Templo construido, muestra que el propósito de Dios era y es que toda la humanidad sea participante de la revelación progresiva del “Shemá”

“A fin de que todos los pueblos de la tierra sepan que Jehová es Dios, y que no hay otro.” (1 Reyes 8:60). 

Revelación profética 

La revelación profética, es rica en demostrar esta cualidad de Dios y no requiere mucho análisis. Sin embargo, me permito traer toda la información escritural que sea necesaria para poder así corroborar este pensamiento. 

“Así dice Jehová: El trabajo de Egipto, las mercaderías de Etiopía, y los sabeos, hombres de elevada estatura, se pasarán a ti y serán tuyos; irán en pos de ti [Israel], pasarán con grillos; te harán reverencia y te suplicarán diciendo: Ciertamente en ti [Israel] está Dios, y no hay otro fuera de Dios.” (Isaías 45:14). 

“Porque así dijo Jehová, que creó los cielos; él es Dios, el que formó la tierra, el que la hizo y la compuso; no la creó en vano, para que fuese habitada la creó: Yo soy Jehová, y no hay otro.” (Isaías 45:18). 

“Proclamad, y hacedlos acercarse, y entren todos en consulta; ¿quién hizo oír esto desde el principio, y lo tiene dicho desde entonces, sino yo Jehová? Y no hay más Dios que yo; Dios justo y Salvador; ningún otro fuera de mí. Mirad a mí, y sed salvos, todos los términos de la tierra, porque yo soy Dios, y no hay más.” (Isaías 45:21-22). 

“Acordaos de las cosas pasadas desde los tiempos antiguos; porque yo soy Dios, y no hay otro Dios, y nada hay semejante a mí,” (Isaías 46:9). 

(Otras citas que puede revisar son: Joel 2:27; Isaías 44:8). 

De ninguna forma se fuerza al texto, al señalar que Dios mismo da testimonio de que no hay ningún ser “semejante a Él” (Isaías 46:9), y que si algo no conoce Dios, es a otro Dios (Isaías 44:8). 

La palabra “semejante” מוכּ kem-o’, kaw-mo’ es usada en por lo menos 56 referencias en el Antiguo Testamento, y en ellas siempre trae el significado de ÚNICO en su especie, o “del mismo modo”. (Éxodo 9:14, 9:24, 11:6, 15:11, 30:32-33, 30:38, Números 23:10, Deuteronomio 4:32, 7:26, 18:15, 18:18, 33:29, 1 Samuel 10:24, 26:15, 2 Samuel 7:22, etc.) 

No hay nada que pueda igualarse a la particularidad divinidad del Dios de Israel, uno y único en su existencia. 

La continuidad doctrinal en el nuevo testamento 

Pero, no tan solo es el Antiguo Testamento quien da testimonio de esto, sino que la Iglesia Primitiva y la única norma de fe que debe tener el cristiano (me refiero a la Biblia), avalan que existe una continuidad doctrinal respecto a esta creencia en el Dios único. (Si te gustan estos temas también puedes leer la sección de Doctrina Pentecostal)

“Acercándose uno de los escribas, que los había oído disputar, y sabía que les había respondido bien, le preguntó: ¿Cuál es el primer mandamiento de todos? Jesús le respondió: El primer mandamiento de todos es: Oye, Israel; el Señor nuestro Dios, el Señor uno es.

Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que éstos. Entonces el escriba le dijo: Bien, Maestro, verdad has dicho, que uno es Dios, y no hay otro fuera de él;” (Marcos 12:28-32). 

El lector poco cuidadoso pasará por alto la contra-respuesta del maestro de la Ley. Éste ratifica lo que buscaba oír de Jesucristo: “Bien, Maestro, verdad has dicho, que uno es Dios, y no hay otro fuera de Él”. ¿Intentaba de alguna manera el maestro de la Ley hablar del amor de Dios? Difícilmente quiso hablar del amor de Dios, sino más bien quería traer “a la mesa” el tan problemático tema de las auto-declaraciones del Señor respecto a su divinidad. Pero tanto para los judíos, como para el mismo Señor Jesús, SÓLO HAY UN DIOS

No tan solo el Señor Jesucristo lo sabía, sino que por los demás discípulos y apóstoles también fue enseñado: 

“Porque Dios es uno, y él justificará por la fe a los de la circuncisión, y por medio de la fe a los de la incircuncisión.” (Romanos 3:30). 

“Y el mediador no lo es de uno solo; pero Dios es uno.” (Gálatas 3:20). 

“Tú crees que Dios es uno; bien haces. También los demonios creen, y tiemblan.” (Santiago 2:19). 

“Uno solo es el dador de la ley…” (Santiago 4:12). 

“Y al instante yo estaba en el Espíritu; y he aquí, un trono establecido en el cielo, y en el trono, uno sentado.” (Apocalipsis 4:2). 

Por donde se mire en las Escrituras, existe una continuidad en el pensamiento monoteísta y ciertamente existen referencias tan directas, que sería herético negar que DIOS ES UNO. 

“Acerca, pues, de las viandas que se sacrifican a los ídolos, sabemos que un ídolo nada es en el mundo, y que no hay más que un Dios.” (1 Corintios 8:4). 

“Para nosotros, sin embargo, sólo hay un Dios, el Padre, del cual proceden todas las cosas, y nosotros somos para él; y un Señor, Jesucristo, por medio del cual son todas las cosas, y nosotros por medio de él.” (1 Corintios 8:6). 

“Un Señor, una fe, un bautismo, un Dios y Padre de todos, el cual es sobre todos, y por todos, y en todos.” (Efesios 4:5-6). 

No podemos entonces concluir más que el Dios ÚNICO (Un solo Dios), es aquel que se ha revelado desde el principio, primero a Israel y luego a todos los cristianos del mundo, por medio de Su Palabra. 

Unidos al cántico de Moisés podemos decir: 

“¿Quién como tú, oh Jehová, entre los dioses? ¿Quién como tú, magnífico en santidad. Terrible en maravillosas hazañas, hacedor de prodigios?” (Éxodo 15:11).

ECHAD: ADONAI ECHAD (EJAD SIGNIFICADO HEBREO)

Shemá Yisrael, Adonai Elokeinu, Adonai Echad (Toráh) Deuteronomio 6:4

Unidad Compuesta

En conversaciones con teólogos trinitarios, me propuse saber que pensaban respecto al verso de Deuteronomio, y más particularmente sobre el concepto de “Echad” (único, uno). Quedé perplejo al saber que, en un intento de mantener la postura trinitaria, la teología religiosa ha tratado de enseñar que la palabra “echad” en este texto, hace referencia a una UNIDAD COMPUESTA y no a un uno absoluto indivisible, tomando como base el caso de Génesis 2:24, donde se nos dice:

“Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne.” (Génesis 2:24).

La problemática trinitaria (Interpretación Judía)

Sin embargo, una de las dificultades de quien interprete de esta manera Deuteronomio 6:4, es que tendrán que explicar el motivo por el cual, nunca, ningún judío estudioso de la Palabra de Dios interpretó esta Escritura como una “unidad compuesta”, sino más bien como un UNO ABSOLUTO INDIVISIBLE, a través de toda la historia bíblica y secular. 

Consultando las posturas de maestros judíos encontré lo siguiente: 

“More Yehuda Ribco un ultra-conservador judío señala respecto a este texto: “En relación al Eterno se debe entender como “uno y único”. Uno, sin divisiones, sin partes, sin personalidades, sin miembros, sin órganos, sin desprendimientos, sin átomos. Uno perfecto. Cuando nos percatamos reverentemente de la infinitud del Eterno, cuando nos hacemos a la idea de que es completamente diferente a todo, entonces no perdemos nuestro tiempo ni arriesgamos nuestra vida haciendo “teología”, sino que nos dedicamos a estudiar lo que nos corresponde, lo que nos ha sido entregado, y trabajamos a pleno para ser constructores de Shalom. Sin pensamientos extraviados, sin cruzarnos, sin perdernos.”1

La problemática trinitaria (El uno compuesto) 

Es importante en este punto señalar que, estudiando un poco de la gramática hebrea, a la que se tiene al alcance actualmente en los medios tecnológicos, el concepto de “uniplural” que se le quiere dar al término “echad”, no es reconocido en ningún texto estándar de esta lengua, ni tampoco en algún léxico medianamente respetado. 

Todo lo contrario, la palabra hebrea para “uno”, funciona como lo hace la palabra “uno” en español. Usted puede tener, por ejemplo una casa, una persona, un racimo. Y por supuesto, la gramática permite que el sustantivo modificado por el término “echad” pueda ser colectivo, por ejemplo: una familia, una casa. También una carne, como una unidad sola formada de dos — donde cabe el ejemplo de Adán y Eva —. 

Pero decir que “uno” lleva el sentido de “uno compuesto” (o que uno no sea uno, sino tres), engaña en extremo. El sentido básico de “echad” dado por los léxicos es “uno solo” (numéricamente hablando). A veces, también se traduce como “el único,” o incluso “único”. Estas son traducciones apropiadas del término, y no otras. 

Aquí es cuando aparece un problema mayor de la doctrina trinitaria: Supongamos que en este verso de Deuteronomio 6:4, el término “Echad” es efectivamente una unidad compuesta 

¿Podríamos de alguna manera afirmar que esta “unidad” está “compuesta” por dos?, o tal vez ¿Tres?… pero si son tres… ¿Por qué no 10 u otro número mayor? 

Entonces, podríamos tener a todo un panteón conformando al “dios multicéfalo” de la trinidad y no sólo a “tres personas”. Sin embargo, el contexto de esta Escritura demuestra que dicho texto fue dado para señalar la diferencia característica del monoteísmo absolutista judío y separarle de las creencias cananeas de muchos dioses (politeísmo). 

Ahora bien, aún en gramática no se puede confundir el adjetivo numérico “uno” o “un”, con el sustantivo que se modifica. Déjeme explicarle bien esto: 

Supongamos que la frase estudiada es “un racimo”. Según la interpretación trinitaria, el adjetivo “un” significa varios (tres para ellos), porque el racimo se compone de varias uvas. Sin embargo, concluir que el adjetivo “un” racimo significa “muchos” racimos y no sólo uno numérico, es un error, dado que el sustantivo “racimo” son “muchas uvas”. Esto no ilustra de ninguna manera un sentido plural para el adjetivo “UN”. Es decir, uno siempre tendrá un sentido de uno… uno siempre será uno. 

Deuteronomio 6:4, dice que DIOS ES UNO, no TRES EN UNO. Dice que DIOS ES UNO, no UNA UNIDAD COMPUESTA. Dice que DIOS ES UNO en un sentido absoluto, pero nunca dice que sea UNO en un sentido relativo que conduzca si quiera al sentido de TRES EN UNO. Dice que DIOS ES UNO, no que Dios es TRES PERSONAS DIVINAS EN UNO.

Si uno se conforma con la sola declaración de la Biblia, y no le añade ideas especulativas provenientes de la imaginación humana, solo puede concluir que DIOS ES UNO EN UN SENTIDO ABSOLUTO, SIENDO UN SOLO SER ÚNICO E INDIVISIBLE, QUE NO PUEDE SER DIVIDIDO NI EN TRES NI EN NINGUNA OTRA CANTIDAD POSIBLE. 

En la particular doctrina monoteísta que se conoce como el “Shemá”, además de la gramática, el contexto también nos dice que Moisés estaba hablando del UNO numérico y no de “varios” que formaran algún uno compuesto. Interpretar de esta manera, sería contradecir todo el espíritu del texto y los motivos de Dios, por los cuales dio el mandamiento para diferenciar a Israel de los pueblos que creían en muchos dioses.

La revelación progresiva 

Algunos querrán refutar esto, en base a la “revelación progresiva” de la Palabra de Dios. Aunque también es realidad, que la revelación se realizó de una forma progresiva a través de los siglos, la verdad de que Dios ha sido UNO en forma numérica (y no compuesta) es bastante clara. (Revisar el Tratado: Dios, el único Dios). 

En definitiva, como las reglas de la hermenéutica lo señalan, la interpretación debe ser realizada según el contexto, tanto gramático como histórico, donde se esté usando la palabra estudiada (“echad”). Y ambos dan cuenta de que este verso nos habla del UNICO Dios Verdadero. 

Ya hablamos respecto a lo importante del mandamiento dado a Israel, y de cómo llegó a ser el distintivo del pueblo de Dios en el Antiguo Pacto, y continuó siéndolo para la Iglesia neotestamentaria. Ratificado por Jesucristo, el mandamiento sigue con la misma vigencia que tuvo para los hijos de Israel. La pregunta que cabe hacer ahora es ¿para usted cuantos “divinos” hay dentro de echad?… ¿uno, dos, tres o más? 

Si me piden creer que en el texto “el Señor nuestro Dios es un Señor,” el adjetivo “uno” es “compuesto”, entonces Aquel “Señor” sería más de un Señor, quizás dos, quizás tres, quizás más de tres, y con esto estaría siendo atraído en un completo error: que en el Shemá, “uno” implica pluralidad. 

Podemos concluir y señalar que incluso cuando “uno” modifica a un sustantivo compuesto — una familia, un racimo — la palabra uno mantiene el sentido de “uno solo” y que no hay nada como el “uno compuesto” en el término echad. 

La identidad del Señor, algunas consideraciones 

Hechos 2:36 dice: “Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo” 

En Cristo existe «señorío» y «unción». El señorío y unción de Jesucristo en su condición y función de Hijo, según nos explica Pedro en este texto, fue realizada por Dios consigo mismo antes de la fundación del mundo, en su determinación eterna, en relación con su propia imagen, la cual sería conocida como el Hijo en el tiempo de su carne. Fue allí donde Dios (siendo en su esencia absoluta como Espíritu Eterno) determinó el señorío y la unción de su imagen, o Verbo de Dios. 

Hechos 10.36 “Dios envió mensaje a los hijos de Israel, anunciando el evangelio de la paz por Jesucristo; éste es el Señor de todos.” 

La declaración: «…este es el Señor de todos», ya es una clara afirmación dada a través de los labios de Pedro, pero dictada por el Espíritu, de la Divinidad del Señor Jesucristo, como el único Soberano Dios sobre toda la raza humana, (tanto Judíos como Gentiles), afirmación que está en armonía con Romanos 3:29: 

«¿Es Dios solamente Dios de los Judíos? ¿No es también Dios de los Gentiles? Cierto, también de los Gentiles. Porque uno es Dios». 

Efesios 4:5-6: “Un Señor, una fe, un bautismo, un Dios y Padre de todos, el cual es sobre todos, y por todos, y en todos.” 

Las declaraciones iniciales de ambos textos no pueden ser separadas como si estuvieran hablando de «un» Señor diferente a «otro», y que ese otro Señor se llame Dios el Padre, por cuanto pertenecen al contexto de la unidad del Espíritu y de la fe (Efesios 4.3-13) ¿Qué quiere decir esto? Que el mismo que es el “Un Señor” del verso 5, tiene que ser el “Un Dios y Padre de todos” del verso 6. 

1 Corintios 8:6: “Nosotros empero no tenemos más de un Dios, el Padre, del cual son todas las cosas, y nosotros en él; y un Señor, Jesucristo, por el cual son todas las cosas, y nosotros por él.” 

La declaración de 1 Corintios 8:6 que usa la terminología apostólica, está basada en el contexto del Misterio de la Voluntad de Dios (1 Timoteo 3:16), primeramente en relación con el Padre, en cuanto a su naturaleza espiritual, (“del cual son todas”), y en segundo lugar del Hijo, como la imagen del Dios Invisible, («por el cual son todas», comprobando que él es el que le da sentido al origen y causa de todo), y que por consiguiente, Dios ya sea en su función de Padre, o en su función de Hijo (como Dios manifestado en carne), es el único que tiene el señorío completo o soberanía absoluta de todo lo creado y por quien el universo y todo lo que existe, existe y tiene sentido. 

Vemos entonces que estas declaraciones no hablan de «dos», sino de un solo Dios, quien no solo es Padre por ser el originador de todo lo creado, sino que a la misma vez es Señor de todo, por el propio consejo (o designio) de su voluntad.

1 http://serjudio.com/exclusivo/respuestas-a-preguntas/ejad-%C2%BFsolo-un-adjetivo

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