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LAS ALABANZAS SON CONSECUENCIAS DE LA SALVACIÓN

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REFLEXIÓN SOBRE LA ALABANZA COMO CONSECUENCIA DE LA SALVACIÓN

Por: Gustavo Barbosa

Las alabanzas no son las autoras ni tampoco la garantía de entrar en el reino de los cielos, estas son una consecuencia de estar disfrutando la salvación. Hoy en día no es raro encontrar una cantidad de «adoradores» que no conocen la salvación; sin embargo, eso no debe sorprendernos, ya que al igual que se ha suplantado el evangelio, igual suerte corrió la verdadera alabanza en espíritu y en verdad. Esta también ha sido suplantada y en lugar de contar con la unción del Espíritu Santo como fuente de poder, se agregó otra fuente, las emociones.

Las emociones tienen la característica de que agradan a los órganos sensitivos del cuerpo (carne), pero no pueden agradar a Dios por una sencilla razón: Dios no es carne. Es más, el Espíritu Santo dice que los designios de la carne (pensamiento, propósito, voluntad) son enemistad contra Dios. Es importante analizar la declaración del Espíritu Santo declarada en el capítulo 8 de Romanos a fin de entender que existen dos fuentes de poder muy diferentes en la alabanza:

1º Una es la fuente del Espíritu Santo.

2º Otra es la fuente de las emociones (la carne)

Este capítulo lo primero que establece es la diferencia que existe entre unos y otros hombres:

1º El estado de condenación. 2º El estado de salvación.

La diferencia de estado radica en la naturaleza que está dentro de cada uno. La carta a los Romanos fue escrita a la iglesia establecida en Roma y el misionero fue el apóstol Pablo. Pablo predicó, no el evangelio diferente, sino el evangelio por revelación (arrepentimiento, bautismo en el nombre, y llenura del Espíritu Santo hablando en otras lenguas y viviendo una nueva vida sujeta al Espíritu Santo).

A esa iglesia de Roma que fue establecida sobre el único fundamento es a la que Pablo les dice: “ahora pues, ninguna condenación hay para los que están en cristo Jesús [estado de salvación] y aclara: los que no andan conforme a la carne sino, conforme al Espíritu.

Es muy interesante mirar entonces, que la adoración es producto de la salvación y no la salvación resultado de la adoración. Los que no tienen la salvación, tampoco tienen la unción y piensan en las cosas de la carne por esto no pueden agradar a Dios. Los que tienen el Espíritu son los que poseen la salvación.

Estos son los que no piensan en si mismos sino en las cosas que son del Espíritu. Ahora, los que se ocupan de las cosas de la carne (emociones como: gritería, bailes “evangélicos”, modismos de euforia y todo tipo de mecanismos para despertar emociones) recogerán la cosecha de la semilla que sembraron: muerte. No obstante, los que prefirieron la unción y se alejaron de los vicios y mecanismos paganos tendrán vida y paz.

No se le pude pedir al manzano que de uvas, ni al naranjo, que de piñas. Los hombres carnales (que andan según sus emociones) no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden. Ahora resulta mas clara la situación: el hombre transformado por el poder del evangelio tiene una naturaleza, una identidad que lo marca: no vive conforme a la carne, sino según el Espíritu.

El que vive conforme a la carne, por más hermoso que cante o “alabe”, también tiene el distintivo: no es de Dios. Pero ¿por qué si no es de Dios canta y alaba tan lindo? porque tiene un talento musical que impresiona a los hombres pero no al Espíritu de Cristo. (También te puede interesar: La Falsa Adoración y Cómo Llegar a Ser un Verdadero Adorador)

Dios no se agrada de voces y talentos vacíos del Espíritu, pues no son de él. Los que son guiados por el Espíritu son los hijos de Dios (Iglesia, familia de Dios). El mismo Espíritu es el que da testimonio (habla, canta, adora, alaba) y está cada día confirmando que somos también herederos de Dios.

Renunciemos a lo carnal y a lo puramente emocional, aceptemos y llevemos el vituperio de la censura y de la crítica de los carnales que dicen que lo del Espíritu es fanatismo, y que por eso hoy hay que estar de acuerdo con los tiempos, con los gustos, con la cultura, que afirman que debemos acomodarnos a la clase social porque ellos ven que la obra del Espíritu resulta para ellos vergonzosa y anticuada.

Hay que tener en cuenta que los que andan conforme a la carne no se sujetan a la ley de Dios ni tampoco pueden. Zapatero a tus zapatos. Los carnales que sigan complaciendo a los suyos y los hijos de Dios que gozamos de la presencia formidable del Espíritu Santo, dediquémonos a adorar, a alabar y a engrandecer al Santísimo por la unción del Espíritu Santo.

Al hablar de la obra del Espíritu Santo, Juan el evangelista, también registra dos cosas que son muy importantes. Una está en el versículo 14:26 y la otra está en el versículo 16:13. La primera expresión es: «él os enseñara todas las cosas y os recordara todo lo que yo os he dicho» y la otra dice: «pero cuando venga el espíritu de verdad; el os guiara a toda verdad».

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Desde este punto de vista quiero que veamos el trasfondo del problema que se esconde detrás de los instrumentos y de las voces hermosas que frecuentemente escuchamos pero que no siempre discernimos si esa es la obra del Espíritu Santo o solo son las obras emocionales de la carne.

Vuelva y lea detenidamente las dos expresiones y descubrirá que: (1) El Espíritu Santo es el maestro que enseña y confirma la obra expiatoria hecha por él mismo. (2) El Espíritu Santo es la verdad que guía a toda verdad.

Permítame hacerle una pregunta: ¿Cómo puede un hombre decir la verdad completa sin tener el Espíritu de verdad? ¡Es totalmente imposible! Amable lector, tenga muy en cuenta: existe el Espíritu de Verdad pero también existe el espíritu de error.

Usted se estará diciendo dentro de sí, eso lo tengo muy claro ¿pero que tiene que ver eso con la revolución de “avivamiento” que tienen los grupos religiosos trinitarios, binitarios, católicos reformados y demás? muy sencillo querido lector: En la iglesia primitiva hombres como Pablo y Silas, sin orquesta, sin baile “evangélico”, sin gritería (histeria) y sin todo ese montaje que hoy día se conoce, lograron que ocurriera un milagro cantando himnos, pues «un gran terremoto se sintió y los cimientos de la cárcel se sacudían y las puertas al instante fueron abiertas y las cadenas que los tenían atados se soltaron». Pablo y Silas tenían el Espíritu de verdad y enseñaban la verdad, pues el Espíritu de Verdad está con los que dicen la verdad.

En un verdadero avivamiento del Espíritu Santo no se necesita de muletillas (espectáculos, histerias, bailes “evangélicos”, cantantes frenéticos). Los que necesitan de todo ese montaje son otros, no la gloriosa Iglesia lavada con la preciosa sangre del Cordero y santificada por el Espíritu de Verdad.

Hablemos un poco del espíritu de error y de sus súbditos. El espíritu de error no es otro que Satanás mismo, la misma Serpiente Antigua, el Diablo. Lo que sucede es que dentro de la iglesia se ha perdido el uso de los dones del Espíritu y entre ellos el más ausente en estos últimos tiempos parece ser el de discernimiento de espíritus.

Hoy algunos de nuestros hermanos en la fe llaman hermanos a todo aquel que cargue una Biblia, se congregan en cualquier sitio sin discernir la doctrina, los programas religiosos de radio y televisión se han convertido en el culto de muchos y allí están continuamente comiendo pan con levadura y lo peor, les parece mejor que el verdadero pan que descendió del cielo; como quién dice, la insensatez reina por doquiera, hoy se le dice bueno a lo malo, se le dice dulce a lo amargo, y en el peor caso a las tinieblas se les llama luz (de ahí la proliferación de malas costumbres y de artimañas en la alabanza dentro de la iglesia)

¿Ustedes estaban pensando que Satanás sólo se interesó en cambiar la perfecta unicidad de Dios por una idea trinitaria? o ¿en cambiar la fórmula bautismal en el nombre de Jesús, por los títulos: Padre, Hijo y Espíritu Santo? o ¿en inventar un bautismo para los infantes en lugar de los adultos? sí así estaba pensando quiero decirle que el problema es mas grave de lo que usted se estaba imaginando.

Es también pecado la suplantación de la obra del Espíritu Santo por todas aquellas prácticas extrañas producto de las emociones de la carne y no del Espíritu de Verdad.

Quiero llamar su atención ante una pregunta: ¿Sí en Pablo y Silas operaba el Espíritu de Verdad y por eso ellos enseñaban la verdad teniendo el respaldo del Espíritu Santo, quien cree usted que está dentro de un predicador o cantante que enseña el error en lugar de la verdad? Pienso que no es precisamente el Espíritu de Verdad sino el de error, pues ninguna mentira procede de la verdad.

La mentira tiene su origen en el padre de mentira, Satanás, el Diablo (Juan 8: 44). La verdad también tiene su origen, Jesús dijo: «yo soy el Camino, la Verdad y la Vida” (Juan 14: 6.)

Quiero ratificar que no tengo nada contra ningún hombre o nombre artístico profesional que se conozca; pero mi único fin es mostrar que las tinieblas nunca se podrán mezclar con la luz y menos la mentira con la verdad.

Es posible que usted no sea demasiado vertical frente al evangelio diferente y que hasta esté pensando que allá también está el Espíritu de Verdad y que sus sermones, sus conciertos, en fin toda su actividad de alguna forma ayudan a la evangelización del mundo y que nosotros no debemos ser tan discriminatorios con ellos.

Quiero dejar en su mente no lo que yo como pastor pueda pensar; pero sí, lo que el espíritu de verdad dice a través del apóstol Pablo en 2ª Corintios 11:3-4: «Pero temo que como la serpiente con su astucia engañó a Eva, vuestros sentidos sean de alguna manera extraviados de la sincera fidelidad a cristo. Porque si viene alguno predicando a otro Jesús [por ejemplo, como la segunda persona de una trinidad] que el que os hemos predicado [Dios manifestado en carne] o sí recibís otro espíritu [el espíritu de error] que el que habéis recibido [el Espíritu de Verdad] u otro evangelio [el evangelio diferente: trinitarismo, binitarismo, catolicismo reformado y otros] que el que habéis aceptado, bien lo toleráis.

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El desenmascaramiento que el apóstol hace de tales personas no es así muy suave como creen algunos. Los versículos 13, 14 y 15 son una estocada de espada de dos filos: «estos son falsos apóstoles, obreros fraudulentos, que se disfrazan como apóstoles de Cristo. Y no es maravilla, porque el mismo Satanás se disfraza como ángel de luz. Así que no es extraño si también sus ministros se disfrazan como ministros de justicia cuyo fin será conforme a sus obras. 2ª Corintios 11: 13 al 15. 

Buscando Primero el Reino de Dios y su Justicia 

La Iglesia es un cuerpo formado por nuevas criaturas producto del sacrificio del Cordero de Dios que quita el pecado del mundo, y fuimos «librados de la potestad de las tinieblas, y trasladados al reino de su amado Hijo» (Colosenses 1:13) mediante la obediencia genuina al plan de salvación para la dispensación de la gracia, según los Hechos 2:38.

En consecuencia, la Biblia dice que la iglesia es la «sal de la tierra» y que es también «la luz del mundo”. No dice esto de todo el pueblo protestante o de los buenos católicos. Concretamente se refirió a sus discípulos quienes lo habían dejado todo para seguirlo a él.

La iglesia tiene el privilegio de estar sentada en lugares celestiales con cristo Jesús, y en virtud a ello es que la Palabra de Dios dice: «Al que mucho se le da; mucho se le demandará». ¡La Iglesia es quien va a ser juzgada ante el tribunal de cristo! (2. Corintios 5:10). Todos los demás tendrán otra clase de juicio. No podemos esperar que ellos den algún buen fruto, pues cada quien da de lo que tiene.

Es la Iglesia, los santos, los lavados con la sangre del Cordero de Dios; quienes debemos mostrar el fruto del Espíritu Santo que reposa en nosotros como templos de él. La Iglesia no debe seguir ni aprender nada de las tinieblas pues nunca se podrá unir lo uno con lo otro.

Lo que trate de imitar le resultará fastidioso y gravoso así como a David cuando le trataron de vestir con casco de bronce en su cabeza, y una coraza. Dice, que él probó andar y tuvo que exclamar: «yo no puedo andar con esto» (2. Samuel 17:38- 39).

La única vestidura que la iglesia debe llevar es la santidad, la humildad, y el quebrantamiento de espíritu, pues la unción estará donde esté la santidad. «Yo habito en la altura y la santidad, y con el quebrantado y humilde de espíritu.» (Isaías 57:15).

Siendo así, mis queridos hermanos, tiene toda la razón el apóstol cuando escribe a la iglesia de Éfeso y les dice: «Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios, por tanto, no seáis insensatos, sino entendidos de cual sea la voluntad del señor, hablando entre vosotros con salmos, con himnos y cánticos espirituales [no carnales ni emocionales, menos espectaculares], cantando y alabando al Señor en vuestros corazones [No en su carne concupiscente]. (Efesios 5:17-19)

La carne siempre producirá su fruto lo terrenal y lo terrenal no alaba ni agrada al Señor. Para agradar y alabar a Dios se necesita sentir el gozo de la salvación, pues este debe ser el motivo central de nuestro cántico.

La salvación nos hace sentir verdaderos hijos de Dios, nuevas criaturas, herederos de la vida eterna, hombres y mujeres bendecidos con las promesas del Señor, que esperamos su venida por nosotros para llevarnos a la patria celestial, pues sabemos que estamos de paso, que somos peregrinos en este mundo, que nada deseamos de aquí y que nada de sus vanidades nos puede hacer felices, que somos consientes de la desgracia que abarca al mundo entero y su final de condenación por cuanto han apartado su oído de la verdad para seguir sus disoluciones y vanos razonamientos.

Pero el gozo de la salvación nos produce una alegría interminable que las palabras se quedan cortas para descifrar la inmensidad de la felicidad que sentimos, y que aún en las pruebas y las tribulaciones estas no pueden opacar la llama fulgurante del Espíritu Santo quien es el autor y la fuente de esta bendición.

Cuando Santiago hace en su carta mención a este tema, dice sin rodeos: “¿Está alguno de entre vosotros afligido? haga oración; pero si alguno de entre vosotros esta alegre cante alabanzas” (Santiago 5:13). La Iglesia siempre tendrá más y más motivos para estar alegre que para estar afligida, de manera que el único tiempo que no estemos alabando al Señor sea porque estemos en oración.

En las congregaciones es muy común encontrar esta clase de frase: ¡Ay!… Me acuerdo de los himnos y de los coros que cantábamos… no se volvieron a oír… dando a entender la nostalgia y la melancolía que les embarga por aquellos tiempos de antaño donde la Iglesia vivía un verdadero y continuo pentecostés.

Lo que ellos añoran es la unción que había en los hermanos al cantar, pues no es que hoy no haya excelentes cantantes o buenos compositores ¡Claro que los hay! Pero, ¿por qué el vacío en sus trabajos musicales? ¿Por qué día tras día resultan más insípidas las bandas, los coros, los duetos, los tríos, etc., con sus trabajos musicales? Creo que se puede resumir en pocas palabras.

En su gran mayoría, entendieron al revés el consejo del Señor Jesús. Él dijo: «Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia y las demás cosas vendrán como añadidura.» Como quien dice: Busquen primero la santidad que esta ligada a la unción, y las ventas discográficas vendrán como añadidura.

No hay cosa más dulce y agradable que oír a alguien que esté cantando ungido con el poder del Espíritu Santo. Hermanos cantantes, si queremos acabar con la nostalgia y la melancolía del pueblo cristiano y que no nos avergüencen hoy con la música de antaño, y además que no tengamos que quedarnos con nuestros trabajos musicales, hay una sola fórmula que funciona: Se llama unción y talento. 


La Iglesia ha Sido Creada para Publicar la Alabanza a Dios 

Los hijos de Dios hemos sido creados por Dios para su alabanza (Isaías 43: 21). La Iglesia ha sido llamada para tener un privilegio muy sublime. Es como una joven que es elegida entre miles de mujeres para desposarse con un joven de una familia muy distinguida y desde ese momento lleva el nombre de su esposo siendo reconocida y respetada por toda autoridad, sencillamente por el nombre que le fue dado cuando fue unida en un solo cuerpo con su esposo.

Desde este ángulo miraremos nuestro objetivo hoy. La Iglesia (no, las iglesias) ha sido elegida, no para hacer espectáculos o shows, sino para llevar el nombre que es sobre todo nombre, y por lógica razón, su deber es agradar, enaltecer, y honrar a su esposo.

Por ningún motivo la Iglesia se debe dejar impresionar, seducir, y aún menos, dejarse caer en el espíritu suplantador de la alabanza que expresan las concubinas y las doncellas sin número, por que ella es: «la paloma la perfecta del Señor, por lo tanto ella debe ser original y genuina y sentar de plano y con claridad la diferencia al momento de hacer lo que ella sabe hacer por el Espíritu Santo que le fue dado, como es: alabar, adorar y agradar al esposo.

Estamos en los últimos tiempos, en la hora avanzada de la noche, y creo que estamos en la obligación como Iglesia de tener las lámparas llenas de aceite.

Se puede decir que acá es donde esta la verdadera prueba de fuego para saber quien es quien, y hay que recordar que en la parábola de las diez vírgenes, supuestamente todas esperaban al esposo pues todas tenían lámparas. No obstante, había una gran diferencia entre unas y otras; ¿Cuál cree que era la diferencia? Sí, precisamente esa era, el aceite (la unción del Espíritu Santo).

Otra cosa que me llama la atención de este pasaje es: «Tardándose el esposo, cabecearon todas y se durmieron». Hay un llamado que el apóstol hace a la Iglesia de Éfeso con respecto a esto del sueño de los últimos tiempos y es: «Despiértate tú que duermes, levántate de los muertos y te alumbrará cristo».

Al finalizar el primer siglo de la Iglesia, El Espíritu Santo estaba amonestando a la Iglesia de Éfeso, haciéndole saber: «Que había dejado el primer amor” (se había acabado el aceite en las lámparas) y a consecuencia de ello había caído.

Me agrada sobre manera el consejo del Espíritu Santo: «arrepiéntete y has las primeras obras». Como quien dice: Todo eso bueno e imborrable que plasmó el Espíritu Santo en tu vida desde el principio y que a pesar del tiempo y de todo este desorden que hay hoy día no se ha olvidado: aquella verdadera adoración en espíritu y en verdad.

Es tiempo de que la Iglesia vuelva a retomar todo aquello lindo y maravilloso que hubo en los primeros tiempos, y que se de cuenta a tiempo de que eso no es anticuado como algunos dicen, porque esta es la obra del Espíritu Santo que se encuentra olvidada por buena parte de la Iglesia.

Cuando algunos hombres se fueron por el otro carril, el carril del evangelio diferente; pensaron que habían alcanzado la fórmula para actualizar la Iglesia, pero lo que hicieron fue caer en la trampa de la suplantación.

Dicho de otra forma: La iglesia también cabeceó y durmió, pero en esta hora de media noche, debe despertar al llamado del Espíritu Santo y tomar las lámparas, pues ahí esta el aceite, sólo que ha sido olvidado a consecuencia del sueño de los últimos tiempos. Hay que tener muy en cuenta que es la media noche y en cualquier momento aparecerá el esposo: ¡la Iglesia debe despertarse para recibirlo!

Qué Dios nos ayude y envíe su buen Espíritu sobre la Iglesia para que ella pueda entender que la obra del Espíritu Santo jamás será anticuada, y que los hombres perversos que usan de astucia no podrán seguir engañando y suplantando la verdadera obra del Espíritu Santo. 

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