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EL DIEZMO Y LAS PRIMICIAS EN LA BIBLIA

Índice

Por: John Hopkins

DIEZMO Y PRIMICIAS: LA LEY DE SEMBRAR Y COSECHAR EN LA BIBLIA, ESTUDIO BÍBLICO

Ley de sembrar y cosechar, estudio bíblico

Una de las leyes principales de Dios es la de sembrar y cosechar. En el principio Dios instituyó esta ley en el mundo natural, haciendo que todo produjera según su género (Génesis 1:11-12), y sigue siendo una ley espiritual aun en el Nuevo Testamento.

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Gálatas 6:7 dice, «No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará.»

Esta ley también abarca lo financiero. Proverbios 11:24-25 dice, «Hay quienes reparten, y les es añadido más; y hay quienes retienen más de lo que es justo, pero vienen a pobreza. El alma generosa será prosperada; y el que saciare, él también será saciado.”

Eclesiastés 11:1 dice, «Echa tu pan sobre las aguas; porque después de muchos días lo hallarás.» Tarde o temprano lo que le hemos dado al Señor nos será devuelto (Proverbios 19:17); pero no solamente llegará otra vez, ¡llegará con bendición!

Lucas 6:38 dice, «Dad y se os dará; medida buena, apretada, remecida y rebosando darán en vuestro regazo; porque con la misma medida con que medís, os volverán a medir.» Pablo pudo decir a los Corintios, «Pero esto digo: El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente también segará» (2 Corintios 9:6).

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Honra a Jehová con tus bienes y con las primicias de todos tus frutos

Dando es un principio divino, y si lo ponemos en práctica, segaremos resultados positivos en nuestras iglesias y vidas personales. Dijo el sabio Salomón, «Honra a Jehová con tus bienes, y con las primicias de todos tus frutos; y serán llenos tus graneros con abundancia, y tus lagares rebosarán de mosto» (Proverbios 3:9-10).

Al entregar el hombre al mesonero, el buen samaritano le dijo, «Cuídamele; y todo lo que gastes de más, yo te lo pagaré cuando regrese» (Lucas 10:35). Esto nos da a entender que todo lo que invertimos monetariamente en la obra de Dios, será repagado en esta vida o cuando el Señor venga.

Muchos sólo aplican la ley del embudo, «trasegar todo para mí,» porque no han aprendido la ley de Cristo, «Más bienaventurado es dar que recibir» (Hechos 20:35). (También te puede interesar: El Diezmo Legalismo y Obligación de Amor)

Esta ha sido llamada la novena bienaventuranza, ya que no encontramos que ninguno de los evangelistas lo recordaran en sus escritos. Pablo, bajo la inspiración del Espíritu Santo, nos suministra estas palabras de la boca del Maestro acerca de la bendición que se haya en el dar.

Recibiremos bendiciones espirituales, tanto como económicas, por medio de poner en práctica la ley de sembrar y cosechar en cuanto a nuestras finanzas. No damos para recibir, pues si hiciéramos eso, nuestros motivos serían malos.

No damos para ser salvos, sino porque somos salvos. El dar es el producto de la salvación. Le damos al Señor y su obra porque le amamos. El amor debe ser lo que nos motiva a dar. Si le damos a Dios por cuanto le amamos, recibiremos sus bendiciones ahora y en la vida venidera. 

¿AL VARÓN DE DIOS PRIMERO? 

¿Dar al varón de Dios primero? La mente carnal rechazaría esto inmediatamente. El hombre carnal es egoísta, queriendo todo para si mismo, pero al tener mentes transformadas por el Espíritu Santo, se engendra en nosotros el deseo de compartir con los demás.

Al llegar Elías a la casa de la viuda de Sarepta, la encontró recogiendo leña y le dijo, «te ruego que me traigas un poco de agua en un vaso, para que beba.» (Véase 1 Reyes 17:9-16). El profeta, al ver su buena voluntad, sabiendo que Dios le había ordenado sostenerle, le pidió también un bocado de pan.

Le contó su necesidad, pues únicamente tenía un puñado de harina en la tinaja, y un poco de aceite en una vasija. Elías le dijo, «hazme a mí primero de ello una pequeña torta.» Algunos hermanos dirán, «¡que ministro más atrevido!» Más, aquí se trata de un principio bíblico, no de un pastor irrazonable.

Si de nuestra escasez le damos aun primeramente al varón de Dios, no habrá escasez de lo básico en nuestra casa. Muchas veces usamos como excusa el hecho de no tener suficiente para nuestra familia, mucho menos para el ministro y su familia, sin tomar en cuenta que el mismo Dios que observa su sacrificio al dar, es el mismo que también conoce su necesidad personal.

Si le damos primeramente al varón de Dios, no habrá escasez en nuestra casa, pues la Biblia dice, «la harina de la tinaja no escaseó, ni el aceite de la vasija menguó» (1 Reyes 17:16).

Este relato bíblico nos demuestra unos principios grandes:

(1)Dios espera que todos aporten para sostener a sus ministros, no importando su nivel económico.

(2)Si le damos a Dios, nos dará más para repartir (Juan 6:1-14).

(3) Si le damos a Dios, él suplirá nuestras necesidades básicas (Filipenses 4:19). Muchos citan Filipenses 4:19, sin leer los versículos 14 al 18. Dios suplirá nuestras necesidades cuando le damos de lo nuestro al varón de Dios.

La devolución de una parte de nuestras finanzas a Dios nos desprende del dinero. Le reconoce como el dueño verdadero del mismo. Es ponerle a él y su obra primero, no segundo. (Puedes leer también: El Plan Económico de la Iglesia)

Inculca el temor de Dios (Deuteronomio 14:23). Dando al varón de Dios lo anima (2 Crónicas 31:4). Por acordarse de los varones de Dios, Ezequías fue prosperado (1 Crónicas 31:2-21).

Los israelitas tenían que apartar la primicia

Bajo la ley de Moisés, Dios hizo provisión para sus ministros primeo. Los Israelitas tenían que apartar la primicia, la primera parte para Dios y esta porción le fue dada al ministro primero (Números 18:12-13).

Jesús en su ministerio recalcó la necesidad de poner las primeras cosas, primeras, cuando dijo, «Mas buscad PRIMERAMENTE el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas (necesidades básicas de la vida) os serán añadidas» (Mateo 6:33).

¡Las manos que dan, nunca estarán vacías! Hacemos de las cosas primeras, las cosas primeras. No tenga el diezmo y la ofrenda como algo secundario u opcional. No digas, «Si me sobrara daré el diezmo esta semana.» Haga del dar a Dios una prioridad. Apártale algo primero para Dios. Acuérdate del varón de Dios primero y serás bendecido. 

CRISTIANOS TACAÑOS 

A mi me sorprende a veces, la actitud de ciertos hermanos sobre las finanzas en la iglesia. Hay muchos que se vuelven mezquinos con Dios. Se vuelven mezquinos, porque cuando estaban en el mundo, no les importaba gastar su sueldo en licor, cigarrillos, bailes, vicios, cines, mujeres, ni hablemos de apostar, lotería, deportes. ¡Les sobraba dinero para el diablo!

La cosa más inconcebible es que estas mismas personas, cuando son lavadas por la sangre de Cristo, no tienen dinero para dar a su obra.

Hablarles de dar el diezmo y ofrenda es como si alguien les estuviera robando a punta de un arma blanca. Estos son los que menos dan, pero más escándalo hace. Pegan un grito al cielo, informándole a medio mundo que no tienen plata, que el pastor es avaro, ladrón, que «aquí sólo se habla del dinero.»

Estas mismas personas se olvidan de que gastaban más del 10% en proveer por el pecado. Algunos hombres gastaban hasta el 50% de su pago en el pecado; otros llegaban a la casa «limpios,» sin un cinco.

Que lástima, que ahora que estamos en Cristo, no podemos darle ni el 10% de nuestras entradas para propagar el reino de Dios. Nos sobraba dinero para el diablo, pero le damos de las sobras a Dios (Lucas 21:4).

Esta clase de cristiano debe hacer un auto-análisis para ver si en verdad es nueva criatura o si todavía está bajo el poder de su viejo amo Satanás. ¿Cómo es que teníamos dinero cuando éramos pecadores, pero ahora que estamos en la Iglesia no nos basta para dar a Dios? Siempre he dicho que entrar en la Iglesia es casi como abrir una cuenta de ahorros en un banco.

¿Quién sabe cuánto ahorramos cada quincena, por el simple hecho de no malgastar el dinero en vicios, y placeres que nada dejan? Puesto que no invertimos el dinero en el pecado, debemos tener más para dar a la obra de Dios. El mismo dinero que antes usábamos para financiar el reino del diablo, ahora lo usamos para financiar el reino de Dios.

Acuérdese, que solo somos administradores y no los dueños de lo que ganamos. Cuando estábamos en el mundo, hicimos mal uso del dinero por ignorancia. Ahora debemos manejar ese mismo dinero para sostener a nuestras familias y para apoyar a la iglesia local, promoviendo el reino de Dios.

La Biblia dice, «Da cuenta de tu mayordomía» (Lucas 16:2). Nos compete ser administradores fieles, ya que le daremos cuenta al Señor por el manejo del dinero que él nos ha confiado. Bien dice el proverbio que, «aquel que vive para sí, vive para el mortal más mezquino del mundo.»

Ya que somos cristianos, ¡seamos cristianos generosos! «Pero el generoso pensará generosidades, y por generosidades será exaltado» (Isaías 32:8). (También te puede interesar: Mayordomía Cristiana: Administradores de los Bienes de Dios)

EL DIEZMO

La palabra «diezmo» – en el hebreo «maser,» en el griego «dekate» – indica «la décima parte.» El diezmo es la décima parte o el10% de los ingresos de una persona. El diezmo era la décima parte de la tierra (granos,etc.), tanto como del fruto de los árboles (Levítico 27:30).

Los animales fueron diezmados también, pues, la ley decía que cada décimo animal que pasaba bajo la vara al ser contados por los pastores y dueños de los hatos sería dado a Dios como diezmo (Levítico 27:32).

El diezmo era la décima parte de todo lo que «rindiere el campo,» o sea de todo incremento o ganancia que recibían (Deuteronomio 14:22). (Quizás te puede interesar: Diezmo, Ley o Fe)

EL DIEZMO: RAICES HISTÓRICAS

Se reconoce que el diezmo fue practicado desde la antigüedad por los adoradores del Dios verdadero, tanto como por los paganos. La Biblia tanto como los escritos profanos, dan testimonio a esto:

«La práctica de dedicar a Dios el diezmo de los haberes, parece ser una de las costumbres tradicionales más antiguas, como la del descanso dominical o la monogamia, que teniendo su origen en las primeras relaciones de Dios con el hombre, se transmitieron de una generación a otra en la civilización mesopotámica, antes de la degeneración de las razas a que alude San Pablo en Romanos (Romanos 1:18-32).»

«Sobre esa costumbre religiosa hallamos testimonio en la más antigua literatura. Por ejemplo, dice Laercio que cuando Pisitratus, tirano de Atenas, escribió a Salan procurando persuadirle de que rehusara a su capital, para demostrarle la bondad de sus habitantes, le dijo que todo el mundo pagaba el diezmo de todos sus bienes, como ofrenda a los dioses.

Plinio nos cuenta que los mercaderes árabes que comerciaban en especies, no se atrevían a vender absolutamente nada hasta que habían pagado el diezmo a su dios Sabis y Plutarco comentó en varios lugares de sus escritos, la costumbre romana de ofrecer a Hércules el diezmo de todo el botín que tomaban de sus enemigos.»

Si el diezmo era una parte íntegra de la civilización mesopotámica, sería razonable decir que uno de los motivos por el cual Dios dispersó a estos idólatras de la Babilonia antigua, fue cuando comenzaron a dar sus ofrendas y diezmos a dioses ajenos como una forma de adoración (Génesis 11, Romanos 1:18-32). Los idólatras que daban sus diezmos a sus dioses tenían que haber imitado esa práctica de los adoradores del Dios verdadero.

La Biblia dice que estas personas, «habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias» (Romanos 1:21-23). Dar el diezmo a Dios es una forma de demostrarle nuestra gratitud, de darle gracias, de adorarle.

 Cuando personas comienzan a olvidarse de Dios, se vuelven ingratos sobre todo en el área de sus obligaciones financieras para con Dios. Hay muchos que tal vez no dan sus ofrendas y diezmos ante una imagen de un dios pagano, pero si los dan ante los altares de avaricia, egoísmo, y placeres mundanos.

Algunos hermanos, sin darse cuenta, invierten casi todo su dinero en si mismos o en las cosas materiales.

¿Qué de su inversión en las cosas espirituales? ¿Cuál es su prioridad mayor? Nos compete como creyentes siempre mantener una actitud de darle gracias a Dios, a través de reconocerle con una porción de nuestras finanzas.

Dios es conmovido por un corazón dadivoso, ya que el dar es parte de su misma naturaleza. Diez leprosos fueron sanados por Jesús, pero solamente uno de estos volvió para darle las gracias. No seamos desagradecidos como los nueve, sino desde corazones agradecidos vamos a darle al Señor de nuestras finanzas en forma de adoración.

EL DIEZMO ANTES DE LA LEY

Muchos eruditos de las escrituras han sugerido que el diezmo tiene sus raíces en el jardín del Edén, donde Dios inculcó en Adán y Eva el sentir de que siempre reserva algo únicamente para él (el árbol en el huerto) (Génesis 3:3-5). El árbol encierra la idea del diezmo: que hay algo que le pertenece exclusivamente a Dios, el cual el hombre no debe tocar.

Otros encuentran indicios del diezmo en la ofrenda sustitutoria que Dios hizo para expiar los pecados de Adán y Eva (Génesis 3:21). Tal vez esto tuviera sentido si lo vemos en relación con las ofrendas de Caín y Abel.

No solamente hablan de la expiación por la sangre en contraste a las obras muertas, sino señalan en cierta forma, las primeras huellas de la primicia, del hombre dar a Dios una parte de sus ganancias (Génesis 4:3-4). Caín y Abel tenían que haber recibido la enseñanza de devolverle algo a Dios de sus padres, y sus padres de Dios (Génesis 3:21).

La práctica de devolverle un diezmo a Dios fue transmitida por tradición vocal de padres a hijos. Antes de la ley de Moisés no existía una ley escrita gobernando el diezmo; sin embargo, la tradición oral (enseñanza hablada) llegó a tener la misma fuerza de leyes escritas.

Unos 420 años antes de la ley de Moisés, Abram dio el diezmo (Génesis 14:20), y el patriarca Jacob prometió dar el diezmo a Dios, más de 200 años antes de la ley (Génesis 28:22). Estas dos citas comprueban que el diezmo no es solamente una parte de la ley mosaica, sino lo anticipa por cientos de años.

Cualquiera que diga que el diezmo era solamente parte de la ley de Moisés desconoce la voz de la antigua historia, no ha leído bien su Biblia, o no quiere ser honesto con las Escrituras. Si el diezmo anticipa la ley a que vino a ser parte por cientos de años, tenemos base bíblica para enseñarlo hoy. Los ejemplos de Abram y Jacob diezmando coloca el diezmo bajo el periodo patriarcal, no bajo la ley de Moisés.

El diezmo antecede la ley de Moisés porque siempre ha sido la medida con que los hombres deben honrar a Dios. El diezmo es un principio divino, un impuesto divino, un modelo divino y una regla divina, establecida por Dios, de donde el hombre puede medir su mayordomía financiera. El diezmo fue antes de la ley como un principio divino de adoración que Dios inculcó en el hombre.

DIEZMOS: UN ACTO DE FE

Todos los que pertenecemos a la Iglesia del Señor, somos el linaje espiritual de Abraham y debemos desear imitar su ejemplo de fe (Romanos 9:7-8, Gálatas 3:29). Cuando Abram dio el diezmo, no lo dio por obligación o para cumplir con un requisito escrito por Dios, sino por el agradecimiento que sentía hacia Dios en su corazón (Génesis 14:20).

En realidad, Abram dio el diezmo como tributo a Dios como fuente de toda bendición. Lo hizo en reconocimiento del hecho de que Dios es el Dios Altísimo, el Creador de los cielos y la tierra (Génesis 14:22).

Fue un acto de fe nacido de un corazón agradecido, una expresión voluntaria de su afecto hacia a Dios, una adoración. Dondequiera que hay genuinos hijos espirituales de Abram, darán de lo que Dios les da, en forma espontánea.

Para mejor entenderlo, es importante ubicarnos en el momento histórico en que Abram dio el diezmo. Su sobrino Lot, junto con sus bienes, había sido llevado cautivo por unos reyes que habían venido en contra del rey de Sodoma.

Al enterarse Abram de esto los persiguió y logró recobrar todos los bienes, y también a Lot su pariente y sus bienes, y las mujeres y demás gente (Génesis 14:14-16). Al volver de la derrota le salió Melquisedec, rey de Salem (paz) (Hebreos 7:1-2). Melquisedec era sacerdote del Altísimo y según el libro de Hebreos es un tipo de Cristo (Hebreos 6:20, 7:1-10). Sacó pan y vino para Abram (Génesis 14:18).

La victoria le hizo Abram entender las bendiciones de Dios, pero para fortalecer esto, Melquisedec le bendijo otra vez (Génesis 14:19-20). La bendición que Melquisedec pronunció sobre Abram era para hacerle entender que Dios había sido el autor de la victoria.

Las palabras de Melquisedec producían una respuesta inmediata en la vida de Abram. Fueron tan impactantes que Abram le dio el diezmo de todo (Génesis 14:20). Vemos que Abram no solamente sentía agradecimiento hacia a Dios por sus bendiciones. Le hacia llegar ese sentir por devolverle el diezmo de lo que Dios le había dado.

Abram hizo esto sin la ley de Moisés, sin reglamentos o legalismos. Su respuesta a la victoria y bendición de Melquisedec son de manera voluntaria y espontánea. Abram no dio un estimado o aproximado, sino un diezmo. Parece ser que Abram fue guiado por el Espíritu al escoger el diezmo como la cifra que devolvió a Dios.

Dar el diezmo no es sólo una pisada de la ley, sino de la fe. Romanos 4:12 nos habla de los que, «siguen las pisadas de la fe que tuvo nuestro padre Abraham antes de ser circuncidado.» iUna de las pisadas de la fe de Abraham era el diezmo!

Querido hermano, ¿estás siguiendo las pisadas de la fe Abraham? ¿Das tus diezmos a Dios? Si a la verdad eres un hijo de Abraham por la fe, tendrás las obras de Abraham también (Juan 8:39). El diezmo no es un mero legalismo, es una expresión del agradecimiento de los que tienen la misma fe de Abram.

Sería importante notar aquí que esta es la primera mención hecha directamente al diezmo en las Escrituras. Según la «ley de primera mención,» este ejemplo de Abraham dando el diezmo nos daría el sentido más correcto del porqué del diezmo, y la forma en que se lo debemos dar.

Entonces tendríamos que decir que la forma más correcta de dar el diezmo no es por cuanto seamos obligados por fuerza en darlo, sino por medio de reconocer a nuestro Dios como el Dios Altísimo, y así responder a través de devolverle desde corazones motivados por agradecimiento, una porción de nuestras ganancias.

DIEZMOS DURANTE LA LEY

Antes de la institución de la ley de Moisés no había ninguna ley escrita obligando al hombre a dar el diezmo. Probablemente el diezmo entre otras enseñanzas, fue transmitido de padres a sus hijos por la tradición oral.

Abram dio el diezmo 420 años antes de la ley e inculcó esta enseñanza por su ejemplo y palabra en sus hijos. Jacob promete dar el diezmo a Dios muchos años después. Parece que Abram les enseñó a Isaac e Isaac a su hijo Jacob. Esto comprueba la tradición oral del diezmo.

Abram y Jacob daban el diezmo voluntariamente, pero bajo la economía de la ley Dios comenzó a demandarle el diezmo del hombre. La ley de Moisés, obligaba a los hombres dar el diezmo (Levítico 27:30, Malaquías 3:10).

El diezmo pertenecía a Dios (Levítico 27:30-33, Malaquías 3:8). No fue un acto voluntario, sino un deber. Sin claudicar la ley dijo, «Indefectiblemente diezmarás todo el producto» (Deuteronomio 14:22).

¿Por qué instituyó Dios las leyes gobernando el diezmo? Debemos siempre mantener en mente la razón por la que fue dada la ley de Moisés. Pablo dice que la ley era «un ayo» (instructor de niños) para Llevarnos a Cristo, pero venida la fe, ya no estamos bajo ayo (Gálatas 3:24-25).

Acuérdese que aunque no estamos bajo el ayo (la ley), ¡en ningún momento debemos olvidarnos de las enseñanzas del ayo! La ley tenía un propósito, el de enseñarnos ciertos principios que son parte del carácter eterno de Dios.

La ley era para enseñarle al hombre sus errores, pues, Pablo dijo que, «por medio de la leyes el conocimiento del pecado» (Romanos 3:20). La ley se introdujo para que el pecado abundase (Romanos 5:20); así que, pudiéramos decir que Dios instituyó la ley con el propósito de hacerle resaltar al error del hombre.

Contenida en la ley, estaban las leyes gobernando el diezmo. Dios vio la necesidad de imponerle al hombre estas leyes, ya que la mayoría no lo hicieron voluntariamente. La ley del diezmo hizo que el hombre reconociera su incumplimiento de un deber, que debería haber sido algo nacido de corazón.

Sin duda los Israelitas tenían conocimiento previo del diezmo, ya que Abram y Jacob les habían dado el ejemplo, y como hemos visto el diezmo era muy reconocido entre las civilizaciones antiguas.

En mi opinión, Dios obligó al hombre dar el diezmo para enseñarle que por lo menos el 10% de sus ingresos deberían ser devueltos al Señor, y así revela su mentalidad en cuanto a lo que él considera que sería lo mínimo que el hombre debe aportar para la extensión de su obra.

FE y LEY

¿Qué podemos entender de Abram dar el diezmo por la fe y luego Dios exigirlo de los Israelitas bajo la ley de Moisés? La lección es que parece ser que en Dios existe lo que denominamos una «mentalidad décima.»

Enseña que Dios exige por lo menos un diezmo del hombre. ¿Por qué escogió Abram una décima parte para darle a Dios? ¿Por qué no escogió una quinta o vigésima parte? Estaba agradecido con Dios y quiso devolverle una porción de sus finanzas.

Dios le hizo sentir dar una décima parte. Al escoger darle a Dios un diezmo estableció esta cifra como el modelo para el dar antes de la ley. Luego, Dios reveló en forma enfática esta «mentalidad décima» por incorporar el diezmo como parte de la ley.

Es por eso que creemos que, aún bajo la gracia, los hijos de Abram por la fe le darán a Dios por lo menos una décima parte de sus ingresos. Dando una décima parte bajo la gracia, igualaría la cantidad que los Israelitas daban bajo la ley.

De esta manera estaríamos cumpliendo con la fe de Abram y el espíritu de la «mentalidad décima» de Dios revelada bajo la ley. No estaríamos cumpliendo la ley sino el principio divino de una décima parte contenida en la ley.

CLASES DE DIEZMO

Es la opinión de muchos comentaristas que los Israelitas observaban tres distintos diezmos. El primer diezmo, que tal vez sea el más conocido, era el diezmo que los Israelitas daban para el sostenimiento de los levitas (Levítico 27:30-34, Números 18:20-24).

Los levitas daban el diezmo de este diezmo al sumo sacerdote (Números 18:25-32). Cabe señalar aquí que el pastor que no practica el diezmo no lo puede enseñar, pues, es primordial que el siervo de Dios sea un ejemplo en todo a la grey (1 Pedro5:3).

Había un segundo diezmo cada año, el cual fue usado para propósitos festivos (Deuteronomio 12:5-19). Este diezmo fue llevado al lugar que Dios escogió, y allí el mismo diezmador tenía que comerlo, sin embargo, el lector notará que el levita también participaba de este diezmo (Deuteronomio 14:22-27, 12:5-19).

La idea fundamental de este diezmo era proveer comida para la familia del diezmador mientras estaban en las fiestas nacionales. En muchos países las iglesias tienen actividades nacionales que podrían ser patrocinadas por un diezmo especial.

Si cada hermano apartara un diezmo especial una vez al año, fuera del diezmo para el ministerio, la iglesia local tuviera dinero disponible para sufragar los gastos de transportación y comida durante la fiesta nacional de la Iglesia.

El tercer diezmo era, «al final de cada tres años» (Deuteronomio 14:28); o sea, que cada tres años cada Israelita dio un diezmo especial, fuera de los otros dos. Este diezmo especial para propósitos sociales fue para «el extranjero, el huérfano, y la viuda» (Deuteronomio 14:29); empero, el levita también comía de este diezmo (Deuteronomio 14:29).

Una cosa es clara: Dios nunca ha dejado de proveer por sus líderes espirituales. Cuando combinamos estos tres diezmos, las ofrendas sacrificatorias, y las ofrendas voluntarias, es fácil ver porque se ha dicho que los Israelitas daban por lo menos el 30% de sus ingresos al Señor.

Al fin de cada tres años, cada Israelita tenía que declarar delante de Dios su fidelidad en cuanto el pago de sus diezmos (Deuteronomio 26:12-13). ¿Que tal si tuviéramos que venir delante de Dios para declarar nuestra fidelidad en cuanto a nuestro cumplimiento ó falta de cumplimiento en sostener la obra de Dios? ¿Pudiéramos decirle al Señor que hemos cumplido con nuestro deber? Un día tendremos que darle cuenta a Dios por el manejo del dinero que él nos haya confiado (Mateo 25:19).

¿QUÉ ES LA PRIMICIA SEGÚN LA BIBLIA?

Sobre las primicias, ¿Qué es primicia según la Biblia?

Creo conveniente aclarar la inquietud de algunos en cuanto la diferencia entre el diezmo y la primicia, ya que algunos los confunden pensando equivocadamente que se trata de la misma cosa.

Mientras el diezmo fue una cantidad matemática (10%), la Biblia no fija la cantidad de la siembra que se daba como primicia. Parece ser que Dios dejó esto a discreción del dador, así que mucho tenía que ver con el agradecimiento del corazón de la persona que daba la primicia.

La primicia de la siembra era la primera parte de los granos, verduras, fruto y demás cultivos que fueron apartados invariablemente para Dios en forma voluntaria. Cabe señalar, que aún cuando la cantidad que se daba como primicia fue voluntaria, la primicia en si fue obligatoria, no una opción o preferencia. La Biblia nos informa que la primicia le pertenecía a Dios (Éxodo 22:29, 23:19, Deuteronomio 26:10).

La primicia de la siembra fue determinada por cada Israelita de la siguiente manera: al ver las primeras cabezas de los granos, las primeras uvas en la vid, y las primeras verduras formándose en las matas, salía y ataba una caña (bejuco) a la parte que él pensaba dar a Dios como primicia.

Al cosechar el producto apartaba la parte que estaba señalada por la caña como primicia a Dios. Después de dar la primicia daba el diezmo a medida en que la cosecha iba entrando. Si era un grano que producía una sola cosecha apartaba la primicia y el diezmo de una vez.

Algunos hermanos tal vez dan una primicia y creen que han dado el diezmo, pero según la Biblia todavía deben diezmar su cultivo también.

La primicia tenía que ser lo más bueno de la cosecha (Números 18:12). La primicia de los animales fue más fácil determinar. Al parirse los animales su primer nacido, éste fue apartado como primicia para Dios (Números 18:15- 17). Los sacerdotes y levitas participaban de la primicia al igual como de los diezmos (Números 18:12-17, 21).

El propósito de la primicia era recordar a los Israelitas acordarse de cómo Dios los había sacado de Egipto para traerlos a una tierra que fluía leche y miel (Deuteronomio 26:1-10). Era como un memorial.

Los principios demostrados por la primicia son: (1) Reconocer de dónde Dios nos ha sacado; (2) Reconocer a Dios como el autor de todas las bendiciones materiales; (3) Apartarle siempre lo mejor que tenemos; (4) Ponerle siempre primero en todo (Mateo 6:33). Nuestro dar a Dios hoy debe contener estos cuatro elementos.

Conclusión sobre el diezmo y las primicias en la Biblia 

Como bien pueden apreciar las leyes del diezmo y primicia eran muy complicadas y detalladas, resultando un poco confuso para entenderlas. Personalmente creo que es más importante comprender los principios contenidos en las leyes del diezmo, y de la primicia, que enredarse en todos los pormenores de cómo y cuando se los daban.

Al querer aferrarnos a muchos de los por menores, detalles y puntos minuciosos de estas leyes no sólo sería imposible, sino tendría el sabor de un legalismo que no creo que Dios exige de su pueblo hoy en día. Basta con entender que Dios espera por lo menos el 10% de nosotros y la primera parte de la cosecha y animales en reconocimiento por sus muchas bendiciones.