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Estudios Bíblicos Pentecostales, Prédicas Cristianas Escritas, Sermones

EL ESTANQUE DE SILOÉ (LÁVATE EN EL ENVIADO)

Índice

Por: Thomás W. Drost

EL ESTANQUE DE SILOÉ

Ve a lavarte en el estanque de Siloé

Juan 9:7 «Ve a lavarte en el estanque de Siloé (que traducido es, Enviado). Fue entonces, y se lavó, y regresó viendo».

La Biblia es un libro muy interesante que no solo contiene enseñanzas para nosotros en lo dicho, sino que también en los hechos, o sea, en las acciones también. Al analizar, hallamos tremendas enseñanzas que a primera vista solo parece una historia. «Toda la Escritura es inspirada por Dios, útil…» 2 Timoteo 3:16. Con razón dijo David: «Abre mis ojos y miraré las maravillas de tu ley«. Salmos 119:18.

Una historia interesante es la del hombre que fue ciego desde su nacimiento. Aquí también vemos el proceso por el cual Dios nos da vista espiritual, recordando que Jesús dijo que, «el que no naciere de nuevo no puede ver el Reino de Dios». Juan 3:3.

El problema de ese hombre no solo era que no podía ver, sino que había nacido sin ojos. O sea, que le faltaba la bola de los ojos. Es por esto que cuando fue sanado sus mismos padres casi no lo podían reconocer ¡Nunca lo habían visto con ojos!

Lavarse en el estanque de Siloé, lavarse en el enviado

Jesús envió al hombre al estanque de Siloé

Al pasar Jesús por ahí, donde estaba este pobre hombre mendigando, se detiene Jesús y, escupiendo en tierra, formó lodo y se lo puso en los ojos. Creo que no solo le untó los ojos, ¡él le pondría el lodo en el hueco de los ojos! Luego le dice: «Ve a lavarte en el estanque de Siloé

No es casualidad, porque estanque de Siloé quiere decir enviado

No fue casualidad que Jesús le dijera a éste hombre que fuera al estanque de Siloé, que la misma Biblia dice que quiere decir Enviado. En otras palabras, le estaba diciendo que se fuera a lavar en el Enviado. Ahora ¿Quién es el Enviado? ¡El mismo Señor Jesucristo! 

En efecto, el Señor le estaba diciendo que se lavara, se bautizara en el nombre de Jesús. Él estaba dejando una lección objetiva, en la que señalaba que, llegaría el día cuando para poder «ver el Reino de Dios» sería necesario «nacer del agua…», o sea, ser lavado o bautizado en el nombre del Enviado, en el nombre de Jesús.

Imaginémonos ese cuadro del ciego yendo al estanque de Siloé. La Biblia no nos dice cómo llegó, si alguien lo fue guiando, o si tuvo que ir solo. Note que Jesús continuó su camino. O sea que, el hombre se quedó solo con la orden de obedecer algo que parecía muy extraño.

Muy a menudo, el momento de gozo, bullicio, de drama o atención pasa y algunos no quieren obedecer lo que la Palabra de Dios manda, porque el ambiente ya no está cargado con esa «electricidad» del encuentro directo con Dios. Pero este hombre emprendió su camino hacia su milagro.

Tenía que ser únicamente en el estanque de Siloé

Sin duda, mientras iba camino al estanque, le ofrecerían que se lavara en algún otro recipiente, aduciendo que así no tenía que ir hasta el estanque de Siloé, pero ¡tenía que ser en el estanque de Siloé! ¡Aunque se lavara mil veces con otra agua no vería, no sería sanado! Tenía que ser tal y como se lo había mandado el Señor.

Así también hoy, el bautismo tiene que ser obedecido exactamente como lo ha mandado Dios. ¡No tenemos derecho de alterar nada! ¡Tiene que ser en el Nombre de Jesucristo! Alguien se puede bautizar muchas veces usando otras fórmulas, pero si no es en el Nombre de Jesús no tendrá el resultado que Dios promete.

Llegando al estanque de Siloé

Cuando el hombre llegó al estanque de Siloé

Cuando éste hombre llegó al estanque de Siloé, y se hecho agua en la cara, inmediatamente fue sanado. ¡Por primera vez en su vida pudo ver! ¿Sabe lo que ocurrió? ¡Ese lodo que Jesús había colocado en sus ojos se convirtió en ojos! ¿Por qué? Porque el mismo que había formado a Adán del polvo de la tierra, era el que le había puesto el lodo en los ojos de ese hombre y lo mandó a lavarse en el estanque de Siloé. Jesús era «Dios manifestado en carne.»

Esto simboliza el bautismo, donde nos lavamos del lodo del pecado. Tiene que ser en el nombre de Jesús, sino seguirás ciego. Al hacerla obra, Dios crea en nosotros algo nuevo. «De modo que sí alguno está en Cristo, nueva criatura es, las cosas viajas pasaron y, he aquí todas son hechas nuevas» 1 Corintios 5:17.

¡Lávate en el Enviado para que veas!