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La mujer del flujo de sangre, reflexión predicación

La mujer del flujo de sangre, predicación (Mujer de fe en la Biblia)

Texto Marcos 5:25-43 «Porque decía: Si tocare tan solamente su manto, seré salva» (Marcos 5:28)

La mujer del flujo de Sangre, Reflexión, mujer de fe en la Biblia

Vamos a meditar en la mujer del flujo de sangre que tocó con fe al Señor Jesucristo. A menudo se habla de ella en las congregaciones, y se han compuesto himnos. Cada vez que se canta o se habla de ella, nuestra fe crece y nuestro espíritu se regocija porque de una u otra forma nos identificamos con con ella.

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La mujer del flujo de sangre, reflexión del contexto en el cual se encuentra

Meditemos en el impacto social que creaba la enfermedad del flujo de sangre, en el contexto histórico en el cual se encuentra esta mujer que padece esta enfermedad, y que a pesar de la situación, cuando hay fe no todo está perdido; además nos daremos cuenta que cuando tocamos a Jesús, como ella lo hizo, nos regala mucho más que un milagro físico.

Enfermedad de la mujer del flujo de sangre: Impacto y rechazo social

La mujer del flujo de sangre tenía más de doce años de padecer

Un desorden menstrual crónico. Un constante flujo de sangre de más de doce años. Tal condición sería difícil para cualquier mujer de cualquier época, pero para una judía no podía pasar peor. No existía área de la vida de ella que no fuese afectada.

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Impacto y rechazo social de la mujer del flujo de sangre

a) Sexualmente, ella no podía tocar marido. «Si alguno durmiere con ella, y su menstruo fuera sobre él, será inmundo por siete días; y toda cama sobre que durmiere, será inmunda» (Levíticos 15:24)  

b) Maternalmente no podía tener hijos. 

c) Como ama de casa, cualquier cosa que tocase era considerado impuro (No podía lavar platos, barrer el piso, no podía realizar ningún oficio. 

«Toda cama en que durmiere todo el tiempo de su flujo, le será como la cama de su costumbre; y todo mueble sobre que se sentare, será inmundo, como la impureza de su costumbre» (Levíticos 15:26)

d) Socialmente no podía saludar a nadie; porque si tocaba a alguien quedaba inmundo. «También cualquiera que tocare cualquier mueble sobre que ella se hubiere sentado, el que lo tocare será inmundo hasta la noche» (Levíticos 15: 22)

e) Espiritualmente, no se le permitía entrar al templo.

f) Físicamente, estaba agotada y socialmente sería desterrada. 

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La mujer del flujo de sangre había buscado ayuda de muchos médicos

La mujer del flujo de sangre había probado todo para ser sana

El talmud sugiere no menos de once curas para tal condición. Sin duda, esta mujer que padecía por doce años, las había probado todas, algunas eran tratamientos legítimos, otras eran supersticiones tales como llevar en un lienzo las cenizas de un huevo de avestruz. La verdad que cuando una persona lo ha probado todo, hace de todo con tal de encontrar la cura.

la mujer del flujo de sangre había gastado todo lo que tenía

Ella había volcado todos sus ahorros financieros buscando la sanidad de su cuerpo, y cada día empeoraba. 

A la mujer del flujo de sangre le iba de mal en peor

Se despertaba a diario en un cuerpo que nadie deseaba, consideraba que sus plegarias ya no eran escuchadas y creemos que el día que se encuentra con Jesús fue la oportunidad para elevar su última plegaria. 

La mujer del flujo de sangre tuvo fe en Jesús

la mujer del flujo de sangre tenía confianza de ser sanada

Cuando se tiene confianza en Jesucristo, no todo está perdido, pues como dice Hebreos 11: 1 «Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve». La mujer del flujo de sangre tenía la confianza de que Jesucristo algo podía hacer por ella. 

Cuando esta mujer que padecía durante 12 años llega donde está Jesús, él ya está rodeado de gente. Jesús se dirige a ayudar a la hija de Jairo, quizás el hombre más importante de esa comunidad (Marcos 5:22-25). ¿Cuáles son las posibilidades de que interrumpa una misión urgente con un alto oficial para ayudar a alguien como ella?, Muy pocas. 

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La mujer del flujo de sangre aprovechó la oportunidad de tocar a Jesús

¿Cuál era la probabilidad de que sobreviviera si no se arriesgaba a hacer algo mientras pasaba Jesús?, muy pocas, de modo que la mujer del flujo de sangre decidió arriesgarse. Ella dijo:

«Si tan solo tocare el manto del Señor seré salva«, temeraria decisión. Para tocarlo debía tocar a la gente, si uno de ellos la reconocía, adiós cura, pero ¿Qué opción le quedaba?, no tenía dinero, ni influencias, ni amigos, ni soluciones. Lo único que tenía la mujer mujer del flujo de sangre es una fe radical de que Jesús podía sanarla y una esperanza sublime de que lo haría. 

A veces nos pasa lo mismo

Muchas veces a nosotros nos pasa lo mismo, dentro de nosotros existe un pensamiento firme de fe y una esperanza sublime. No tenemos nada para dar. Y lo único que podemos ofrecerle a Dios es nuestro dolor.

Si lo anterior nos identifica, solo acerquémonos a él, ese día solo una persona fue elogiada por la fe que tenía. Esta persona elogiada no fue un generosa dador, no fue un leal seguidor, no fue un maestro de renombre, fue una pobre, tímida y marginada de la sociedad, una mujer con flujo de sangre que se aferró a su presentimiento y fe de que Jesucristo podía hacer algo por ella

Si tocare solamente su manto seré salva

La respuesta de Jesús fue «tu fe te ha salvado»

La respuesta de Jesús fue decirle «Tu fe te ha salvado«, y se puede expresar en tres grandes razonamientos:

1) Tu fe te ha salvado del azote físico que andabas en tu cuerpo.

2) Te ha salvado de la maldición espiritual. De acuerdo a los principios hebreos las enfermedades eran fruto de pecado (Juan 9:2)

3) Te ha salvado de las piedras que la gente iba a soltar sobre ti, si te hubiesen descubierto. 

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Una mujer con fe

Ella tuvo fe y recuerde que sin fe es imposible agradar a Dios (Hebreos 11:6). La fe no trata de creer que Dio hará lo correcto. La fe no es una experiencia mística, ni una visión a media noche, no es una voz en el silencio, es creer que aquel que lo hizo todo, no le ha abandonado, que envía luz a la sombra y que responde al gemido de sinceridad, pues, muchas son las aflicciones del justo, pero de todas ellas lo librará Jehová. 

Cuando tocamos a Jesús, Él nos regala mucho más que un milagro

Cuando tocamos a Jesús poder saldrá de él

Cuando la mujer del flujo de sangre tocó a Jesús, Él dijo: «alguien me ha tocado«, y los discípulos respondieron: «La multitud te aprieta«. Es importante reconocer la diferencia que existe entre apretar y tocar, ya que no es lo mismo. Apretar significa oprimir, ejercer presión sobre algo y tocar es llegar a algo con la mano, sin asirlo

Muchos pueden apretar a Jesús pero pocos lo tocan con fe

En las grandes concentraciones que seguían a Jesús, muchos le seguían por curiosidad, porque les hiciese un milagro aun sin creer en él o para que les diera de comer (Juan 6:26). Esta gente actuando de esta forma le apretaba, es triste ver la realidad de esto. 

En estos  últimos tiempos aun hay gente que le sigue de la forma en que se explica anteriormente, se puede observar gente que se acerca a Jesús solo cuando tiene necesidad y está en tormenta, ellos no confían en Jesús, pasado esto ya no lo buscan.Apretar a Jesús es no confiar en él, apretar a Jesús es seguirle solo por interés, en lugar de apretar, toca a Jesús con fe.

El fiel servidor de Cristo, no lo aprieta sino que lo toca, porque solo cuando lo tocamos reconocemos la soberanía de Dios. Solo cuando lo tocamos entendemos que somos seres necesitados de Dios, solo al tocarlo recibimos la verdadera liberación. 

Toquemos a Dios con fe

Solo cuando tocamos a Jesús se deja sentir la ternura de él. Aquella mujer que sufría desde hace doce años sintió la ternura de Dios, pues él la llamo hija y le dijo: Hija tu fe te ha salvado. Es la única ocasión en la cual Jesús le dice hija a una mujer. Imagine la sensación que le pudo haber provocado.

¿Quién podría recordar la última vez que la mujer del flujo de sangre había recibido una palabra de afecto? ¿Quién sabría cuando había sido la última vez que unos ojos cariñosos se habían tropezado con los de ella?

Un gran escritor ruso llamado León Tolstoi, cuenta de la vez que estaba caminando por la calle y paso por el lado de un mendigo. Metió la mano en el bolsillo para darle algo de dinero, pero su bolsillo estaba vacío. Se dirigió al hombre y dijo: «Lo siento hermano, pero no tengo nada para darte»

El mendigo entre lágrimas y risas le dijo: «Me ha dado más de lo que le he pedido, usted me ha llamado hermano»

Esta mujer que tanto padecía tocó con fe a Jesús y recibió mucho más que un milagro

Para el que es amado, una palabra de afecto es una migaja, pero para el que está hambriento de amor, una palabra de afecto puede ser un banquete. Jesús le dio un banquete esta mujer que estuvo enferma durante doce años. No importa cual sea tu condición, pero si tocas a Jesús, él te dará mucho más que un milagro físico, Dios te regalará un banquete de ternura y amor, y sobre todo tu salvación. 

En conclusión, a Dios le agrada que aprendamos a confiar en él aun cuando todo se nos haya volcado. Solo cuando confiamos construimos barcas y se salvan vidas. Cuando confiamos, los soldados marchan y alguna ciudad como Jericó se derrumba. Cuando tenemos fe se levantan varas y el mar se divide y cuando tocamos el manto de Jesús, alcanzamos la salvación de Dios.

La mujer del flujo de sangre, bosquejo resumen

La mujer del flujo de sangre tocó con fe al Señor Jesucristo porque en su condición sabía que nadie podía hacer nada por ella, pues la última esperanza en todo lo que nos suceda la tenemos en Jesucristo.

I. Era rechazada por la sociedad y tenía un gran impacto en su vida

a) No podía tener contacto con su marido (Levíticos 15:24)

b) Ya no podía tener hijos. 

c) Todo lo que tocara sería considerado impuro (Levíticos 15:26

d) Socialmente, no podía saludar a nadie (Levíticos 15:22)

e) No se le permitía entrar al templo

II. La mujer del flujo de sangre había buscado ayuda de médicos (Marcos 15:26)

a) Había sufrido mucho de muchos médicos 

b) Había gastado todo lo que tenía

c) A pesar de lo anterior no mejoraba su condición de salud, antes le iba peor. 

III. Tuvo fe en Jesús

a) La fe es la certeza de lo que se espera (Hebreos 11:1), este mujer tenía la certeza de que si tocaba a Jesús sería salva 

b) Sin fe es imposible agradar a Dios (Hebreos 11:6), ella se acercó con fe a Jesucristo.

c) Las palabras de fe de esta mujer fueron: «Si tan solo tocare el mando del Señor seré salva»

d) Su fe la hizo actuar, pues con el corazón se cree pero con la boca se confiesa; sin embargo, también hay que actuar con fe. 

e) A ella no le importó la adversidad, se abrió paso entre la multitud

IV Debemos tocar a Jesús con fe, toquemos su manto

a) Si lo tocamos con fe, como lo hizo la mujer del flujo de sangre, nos dará mas que un milagro, nos dará también la salvación.

b) Recordemos que al tocarlo con fe, poder sale de él

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