Yo soy la vid verdadera, estudio bíblico

Yo soy la vid verdadera y vosotros los pámpanos, estudio bíblico, reflexión

Juan 15:5 versículo y significado, estudio bíblico, reflexión

Yo soy la vid verdadera. Texto de estudio: Juan 15:1-17. Texto Clave: «Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, este lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer» (Juan 15:5). 

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Vosotros los pámpanos

Yo soy la vid verdadera, vosotros los pámpanos. En esta porción de la escritura encontramos a Jesús como la vid verdadera, y es de gran importancia que como pámpanos, el creyente permanezca unido a él; ya que sin su ayuda nada podemos hacer, pues dependemos de Dios.

Juan 15:1 dice: «Yo soy la vid verdadera«, todos los textos que están relacionados con la expresión, «Yo soy» reflejan la necesidad de reconocer a Cristo para alcanzar la salvación. En Cristo se realiza el propósito de la salvación de Dios a la humanidad. 

Jesús es la verdadera luz del mundo y el verdadero pan de vida (Juan 6:32). Aun después de que físicamente dejara a sus apóstoles, prometió que estaría con ellos, y que de Él recibirían vida, y así puedan llevar fruto en su servicio. Él dijo Yo soy la vid verdadera y como pámpanos debemos llevar fruto.

Y mi padre es el labrador. 

La figura de la vid y los sarmientos o pámpanos describe la relación de los apóstoles con Cristo. Pronto Jesús retornaría al padre y después volvería a los discípulos en la manifestación del Espíritu Santo, para seguir trabajando con ellos. Cristo es la vid verdadera, Él dijo «yo soy la vid verdadera»; sus apóstoles son como el sarmiento de esa vid, que no podrían llevar fruto para Dios si no reciben vida de esta fuente. 

Jesucristo dijo «Yo soy la vid verdadera… Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará (Juan 15:2); el pensamiento principal en estas palabras de Jesús era la necesidad de que sus apóstoles permaneciesen en él aunque estuviera físicamente ausente de ellos, pero Él era la vid verdadera.

Jesús dijo «yo soy la vid verdadera», pero los pámpanos debían llevar fruto

Yo soy la vid verdadera, vosotros los pámpanos. Jesús es la vida verdadera y muchos textos del nuevo testamento se refieren a la necesidad de que los discípulos de Cristo llevan buen fruto (La obediencia y el desarrollo del carácter del cristiano y la vida espiritual). El sarmiento recibe vida (sabia) de la vid para que lleve este buen fruto. Los pámpanos o sarmientos que no producen buen fruto, perjudican la vid. 

Y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, (Lit. limpia), para que lleve más fruto. El Señor limpia los sarmientos de la vid por medio de exhortaciones, amonestaciones, reprensiones y sufrimiento (2 Timoteo 3:16; 4:4; Salmo 119:67-71; Romanos 5:3-5; 2 Corintios 4:16; 12:7-10; Hebreros 12:5-7; Santiago 1:2-4; 1 Pedro 1:7; 4:1-2). Jesús dijo «Yo soy la vid verdadera», pero los pámpanos deben estar limpios para llevar fruto.

Jesús es la vid verdadera, Él mismo lo afirmó al decir «yo soy la vid verdadera», y quiere que estemos limpios para llevar fruto. Todo cristiano, por fuerte que sea, necesita de esta limpieza para poder llevar el fruto de arrepentimiento en la vida. 

Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado (Juan 15:3) 

La palabra de Cristo nos dice lo que debemos hacer para ser salvos: «Habiendo purificado vuestras almas por la obediencia a la verdad» (1 Pedro 1:22); «Cristo amó a la iglesia y se entregó a sí mismo por ella para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra«

La invitación a permanecer unidos como pámpanos a Cristo 

Jesús dijo yo soy la vid verdadera y debemos permanecer en él

Yo soy la vid verdadera y vosotros los pámpanos es una invitación a permanecer unidos en Cristo como pámpanos a la vid. Siendo Jesús la vid verdadera, hay que permanecer en ÉL. Permaneced en mí, «El que come mi carne y bebe mi sangre, en mi permanece, y yo en él» (Juan 15:4).

Para permanecer en Él debemos permanecer en su palabra: «Si vosotros permaneciereis en mí palabra seréis verdaderamente mis discípulos» (Juan 8:31); «La palabra de Dios permanece en vosotros». 

Jesús dijo yo soy la vid verdadera y debemos permanecer en Él. La palabra permanecer significa la participación (Tener comunión) en Cristo, es decir, participar de las cosas mejores que pertenecen a la salvación (Hebreos 6:9).

Escuchamos a los apóstoles y aceptamos su testimonio y participamos con ellos a través de la palabra, y también participamos con el padre que Él es el mismo Dios, el verbo de vida (1 Juan 1:1-3). 

«…Y yo en vosotros»

Debemos permanecer en Cristo para que Él pueda permanecer en nosotros (1 Juan 3:24; 4:12). Este es el requisito primordial para que el sarmiento tenga vida y lleve fruto. Permanecemos en Él cuando guardamos su palabra (Su enseñanza). Jesús dijo «Yo soy la vid verdadera» y debemos permanecer en Él para que Él permanezca en nosotros.

Yo soy la vid verdadera…Si permanecemos en esta vid, Cristo también permanecerá en nosotros

No solamente los apóstoles sino todos los discípulos son sarmientos o pámpanos en esta vid, la vid verdadera. ¿Cómo se llega a ser sarmiento en la vid? Para contestar esta pregunta hagamos otra: ¿Cómo se entra en Cristo? Aun otra pregunta sería: ¿Cómo se entra en el cuerpo de Cristo (1 Corintios 12:13)? o ¿Cómo se entra en el reino de Cristo? (1 Juan 3:5). Al contestar estas preguntas se contesta también la pregunta de cómo se llega a ser sarmiento.

El Señor dijo Yo soy la vid verdadera, pero también dijo «el que permanece en mí, y yo en él, este lleva mucho fruto». Hay que permanecer en la vid verdadera. El sarmiento de esta figura no representa una iglesia, sino un individuo (Un discípulo de Cristo) que se somete a una vida de compromiso con su Señor dependiendo de la vid que es Cristo Jesús.

¿Por qué debemos permanecer unidos al que dijo yo soy la vid verdadera? 

Porque separados de mí nada podéis hacer 

¿Qué hacen los que se alejan de la iglesia? ¡Nada! ¿Qué hacen los que solamente profesan servir a Cristo (Mateo 7:22-23)? ¡Nada!. Si queremos hacer algo permanezcamos unidos a aquel que dijo «yo soy la vid verdadera», porque separados de Él nada podemos hacer.

El fruto aceptable de los fieles es fruto que se lleva «en Cristo«. El fruto que el discípulo lleva es el fruto de Cristo. Están «llenos de fruto de justicia» que son por medio de Jesucristo para gloria y alabanza de Dios. Para dar fruto debemos permanecer en Cristo, quien dijo «yo soy la vid verdadera». 

Permanecer en aquel que dijo «yo soy la vid verdadera» para no ser echado fuera

Jesucristo dijo «Yo soy la vid verdadera», pero también dijo que el que en mí no permanece, será echado fuera (Juan 15:6) como pámpano, no dejes la comunión con Cristo para participar de la mesa de los demonios (1 Corintios 10:21; 2 Corintios 6:14-18; Efesios 5:11); «no participes en pecados ajenos. Consérvate puro» (1 Timoteo 5:22); «Quitad, pues, a ese perverso de entre vosotros» (1 Corintios 5:13; Romanos 16:17; 2 Tesalonicense 3:6,14; 2 Juan 9-11). Dios quiere santidad en su iglesia. Debemos permanecer en la vid verdadera.

Y los recogen, «Recoger primero la cizaña, y atadla en manojos para quemarla» (Mateo 13:30). En realidad los infieles forman alianzas diabólicas y de esa manera se recogen a sí mismo en manojos para ser fácilmente recogidos por el juicio de Dios. Y los echan en el fuego, y arden (Ezequiel 15). 

Con repetición y, por eso, con énfasis Jesús describe la condición triste del sarmiento que no permanece en él: (1) Será echado fuera; (2) Se secará: (3) Los recogen; (4) Los echan en el fuego; (5) Y arden. Él dijo «Yo soy la vid verdadera», pero si el sarmiento no permanece en él pasará lo mencionado anteriormente.

Permaneciendo unidos a Jesús, a aquel que dijo yo soy la vid verdadera

Debemos permanecer unidos a la vid, a nuestro Señor Jesucristo

Si permanecéis en mí y mis palabras permanecen en vosotros. Al decir, «si permanecéis en mi», hubiera sido lógico que Jesús dijera, «Y yo en vosotros», pero en lugar de decir yo, dice mis palabras, porque es imposible permanecer en Cristo si sus palabras no permanecen en nosotros (1 Juan 2:14, 24; 3:24). Leemos «Yo soy la vid verdadera», pero sus palabras deben permanecer en nosotros.

Pedid todo lo que queréis (En mi nombre, Juan 14:13; 15:16; 16:23) y os será hecho. Obsérvese que esta promesa es condicional: Es para los que permanecen en Él. ¿Quiénes son éstos? Son los que permiten que las palabras de Cristo permanezcan en ellos, es decir, los que viven de acuerdo con su enseñanza, «Llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia de Cristo» (2 Corintios 10:5).

Estas promesas son los que han comprobado «Cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta» (Romanos 12:2). Son los que hacen «las cosas que son agradables delante de él» (1 Juan 3:22) Y piden «conforme a su voluntad» (1 Juan 5:14).

Tales oraciones, pues, coincidirán con el deseo (La voluntad del Señor de que se lleve mucho fruto para glorificar al Padre. Los tales oran «en el Espíritu Santo» (Judas 20) 

Yo soy la vid verdadera y vosotros los pámpanos es una motivación a permanecer en Él y mantener la comunión con Él.

Jesús dijo yo soy la vid verdadera y, como pámpanos, debemos llevar mucho fruto

En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto (Juan 15:8), como Cristo glorificó al Padre (Juan 13:31-32; 17:4-5), así también Él es glorificado por los discípulos de Cristo que llevan mucho fruto. No hay otra cosa que honre al viñador más que el abundante fruto llevado por la vida que ha cuidado con tanta diligencia. El que dijo Yo soy la vid verdadera, espera mucho fruto de nosotros. 

Estas cosas os he hablado, para que mi gozo este en vosotros y vuestro gozo sea cumplido (Juan 15:11; Juan 3:29; 16:24; 17:13; 1 Juan 1:4; 2 Juan 12). Los mandamientos de Jesús no son gravosos (1 Juan 5:3) como las cargas impuestas por los escribas y fariseos (Mateo 23:4; Lucas 11:46). 

El yugo de Jesús es fácil (Bien acomodado) y su carga ligera (Mateo 11:28-30). Él nos manda que obedezcamos su enseñanza, pero al hacerlo no impone una carga gravosa o insoportable, sino que nos revela el secreto del gozo perfecto. 

El gozo de Jesús (Mi gozo) aquí en la tierra había sido el fruto de la constante obediencia a la voluntad del padre, este mismo gozo puede ser reproducido (Cumplido) en sus discípulos que le obedecen. A través de la obediencia su gozo aumentaría hasta la plenitud. 

EL GRAN MANDAMIENTO (V12-17)

En los versículos 12 al 17 de Juan 15, no ha dejado el tema de la vid, porque la perfecta armonía es el estado natural de los sarmientos. ¿Cómo nos ha amado Cristo? ¿Qué límite puso sobre su amor hacia nosotros? Entonces, que ese pensamiento sea nuestra guía cuando pensamos en poner límites sobre nuestro amor los unos por los otros. 

Este mandamiento tan razonable es un ejemplo de sus enseñanzas. Esta es una verdad aceptada por todos con respecto al amor. Aquila y Priscila «expusieron su vida por mí», Romanos 16:4; Epafrodito «por la obra de Cristo estuvo próximo a la muerte exponiendo su vida par suplir lo que faltaba en vuestro servicio por mí», Filipenses 2:29,30; 1Juan 3:16, Romanos 5:8. (Eran siervos de Cristo, Juan 13:16; 15:20, pero también sus amigos). 

Ya no os llamaré siervos porque el siervo no sabe lo que hace su Señor, pero os he llamado amigos (Eran amigos y confidentes de su maestro) porque todas las cosas que oí de mi padre, os la he dado a conocer. 

Durante todo su ministerio Jesús reveló a sus apóstoles las palabras del padre (Juan 17:8-14). Esto indica que, a pesar de sus debilidades, Jesús tenía mucha confianza en ellos. «Aun tengo muchas cosas que deciros», pero no había rehusado decírselas por falta de confianza en ellos, sino porque «ahora no las podéis sobrellevar» (Juan 16:12)

La predicación de los apóstoles llevó mucho fruto

Después de su resurrección les dijo, «Id, y haced discípulos a todas las naciones» (Mateo 28:19). La predicación de los apóstoles llevó mucho fruto como se ve en el libro de los Hechos de los Apóstoles 1:8.

Esto os manda: Que os améis unos a otros. El trabajo que Jesús les encomendaba dependería en gran parte de la unidad de ellos y de los que serían convertidos por ellos (Juan 17:21-23). ¿Qué tan exitosa habría sido la predicación de ellos si el Espíritu de rivalidad (Mateo 18:1) hubiera prevalecido durante su ministerio? A través del libro de los Hechos observamos la unidad de los apóstoles (Hechos 1:14;2:1, 46; 15:22)

Yo soy la vid y vosotros los pámpanos

En conclusión, en esta porción de la escritura nos damos cuenta de la gran importancia de lo que es permanecer unidos al Señor como pámpanos en la vid verdadera la cual es Jesús, si queremos llevar mucho fruto en nuestra vida cristiana hemos de estar unidos siempre. Esta unión con Cristo, nos lleva a la responsabilidad de estar unidos como iglesia, trabajar unánimes en su obra. Dios viene pronto a recoger la cosecha de su iglesia. Recuerda Jesús dijo Yo soy la vid verdadera», y hay que permanecer en Él.

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