Lo que contamina al hombre

LO QUE CONTAMINA AL HOMBRE (Mateo 15:10-20)

Lo que contamina al hombre, reflexión 

«Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios las blasfemias» (Matero 15:19). Esto es lo que contamina al hombre, lo que sale del corazón.

(También te puede interesar: La honestidad y la integridad)

¿De dónde salen los malos pensamientos según la Biblia? 

Del corazón salen los malos pensamientos… Es importante analizar que lo que contamina al hombre realmente son todas las maquinaciones que salen del corazón y reconocer que para poder entrar al reino de los cielos, se debe vivir una vida en santidad.

Lo anterior es de mucha importancia en nuestra vida, porque nos permitirá comprender que solo haciendo la voluntad de nuestro Dios evitaremos contaminarnos con las prácticas de este mundo.

LA HIPOCRESÍA DE LOS JUDÍOS

El hecho de que escribas y fariseos hubiesen viajado de Jerusalén a Galilea para ver a Jesús indica que la forma de Jesús o su reputación se extendía. Los versículos que leemos sobre esta historia, manifiestan el contraste moral entre la doctrina de Cristo y la tradición de los judíos, que es rechazada por el Señor en vista de que acusan a los discípulos por no guardar la tradición de los ancianos; sin embargo, Jesús dijo que lo que contamina al hombre es lo que sale del corazón del hombre.

La tradición de los ancianos

Después del exilio a Babilonia, los maestros judíos comenzaron a elaborar normas y reglamentos detallados para gobernar la vida diaria del pueblo. Se trataba de la ley oral, es decir, interpretaciones y aplicaciones de la ley (escrita) de Moisés, transmitida de generación en generación.

Ellos lavaban sus manos ceremonialmente para quitar la contaminación, no por higiene. A fines del siglo II d.C. estas tradiciones fueron recopiladas en una obra llamada la Misná; sin embargo, lo que contamina al hombre es lo que sale del corazón.

El Señor, conociendo los corazones, pronuncia juicio sobre este sistema de hipocresía, lo que contamina al hombre es lo que sale del corazón…Mientras tanto ellos como el pueblo lo rechazan, no lo reconocían como el Mesías. Jesús responde a los escribas y fariseos con una pregunta.

Ellos retaron a Jesús porque sus discípulos violaron la enseñanza de los antiguos rabinos, y Jesús les retó por violar los mandamientos de Dios. Los escribas y fariseos estaban estableciendo su propia visión sobre la revelación de Dios y aun decían ser seguidores de él.

Dios escudriña el corazón, lo que sale de dentro del corazón es lo que contamina al hombre

Jesús escudriñando el corazón de ellos se da cuenta que en la vida del hombre, mientras no confiesa su pecado, se torna en una fuente de alta iniquidad, por eso el Señor se va a la raíz de todo, y se sale de las relaciones temporales de la nación judía para entrar en la verdadera moralidad propia de todas las épocas. Tanto los discípulos como algunos judíos no observaban las leyes ceremoniales y, por tanto, se contaminaban en un sentido ritual; sin embargo, lo que contamina al hombre es lo que sale del corazón.

(También puedes ir a la sección de Estudios Bíblicos)

El Señor se aprovecha de esta acusación para hacer pesar sobre la conciencia de sus acusadores que el juicio ocasionado por el rechazo del hijo de Dios fue profetizado por el profeta Isaías; donde censura rotundamente a los líderes religiosos de su tiempo (Isaías 29:13) y Jesús cita al profeta para describir la tradición de los ancianos como reglas humanas.

Los judíos invalidaron el mandamiento de Dios por sus tradiciones, Jesús expone también la hipocresía consumada, el egoísmo y avaricia de aquellos que pretendían guiar al pueblo y formar sus corazones según la moralidad y la adoración de Jehová. Jesús contrasta ambas claramente.

(Quizás te puede interesar: La envidia, el celo y los celos amargos)

Los mandamientos se hayan en las escrituras y son obligatorios. Las tradiciones de los ancianos no son bíblicas y, por lo tanto, no son autorizadas y obligatorias.

«Honrar al padre y a la madre es un mandamiento de Dios» (v10), Jesús cita el quinto mandamiento refiriéndose a una práctica por la cual el pueblo dedicaba sus posesiones a Dios y de esa manera podían usar su dinero para ellos mismos y no para otros.

Por ejemplo: Si los padres necesitaban dinero, los hijos podían excusarse de ayudarlos porque sus recursos ya estaban dedicados a Dios. Esta artimaña permitía que una persona no honrara a sus padres cuidando de ellos en su ancianidad.

La palabra «corban» (Utilizada en el pasaje paralelo de Marcos capítulo 7) es transliteración de una palabra hebrea que significa ofrenda. Una persona podía emplear esta palabra en un voto religioso para dedicar a Dios (Es decir, al templo) sus ganancias, que de otra manera se habían empleado para la manutención de sus padres; sin embargo, el dinero no se usaba con ese propósito, sino que se trataba de esa manera esquivar la responsabilidad de los hijos con los padres.

Los maestros de la ley sostenían que la ley del corban era obligatoria, la práctica era una de las muchas tradiciones para anular la palabra de Dios. Los maestros de la ley acudían a Números 30:1-2 para apoyar la ley del voto del Corban, pero Jesús categóricamente rechaza la práctica de usar una enseñanza bíblica para anular otra.

La interpretación que los escribas daban a Números 30:1-2 satisfacía el significado literal del pasaje, pero perdía el significado de la ley en su conjunto. Dios nunca intentó que se obedeciera un mandamiento para invalidar otro.

LO QUE CONTAMINA AL HOMBRE ES LO QUE SALE DE ÉL

Lo que contamina al hombre sale de dentro, del corazón de los hombres

La escritura dice en Marcos 7:21 «Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos…», pero si seguimos leyendo también nos menciona los adulterios, fornicaciones, homicidios, hurtos, avaricias, maldades, engaño, lascivia, la maledicencia, la soberbia, la insensatez; por lo tanto, lo que contamina al hombres es lo que sale del corazón.

(También te puede interesar: La fornicación y el adulterio)

Marcos 7:23… Del corazón salen los malos pensamientos

El versículo anterior continúa diciendo en el verso 23 que «todas estas maldades de dentro salen, y contaminan al hombre«; porque lo que sale del hombre es lo que contamina al hombre. Es importante notar que del corazón salen los malos pensamientos, es decir, pensamos con el corazón. Cuando la Biblia menciona el corazón del hombre se refiere a la mente del hombre, de la cual salen los pensamientos, sean buenos o malos. 

También la escritura menciona otras cosas o pecados que salen del corazón del hombre y lo contaminan. Una de las cosas que menciona es el adulterio. Para que el adulterio salga del hombre y lo contamine, primero debe estar en su mente o corazón, por tal razón, Jesucristo dijo:

«Oísteis que fue dicho: No cometerás adulterio. Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró en su corazón» (Mateo 5:27-28). Lo que contamina al hombre es lo que sale de su corazón.

Lo que contamina al hombre según la Biblia

El verso anterior indica que con solo mirar a una mujer para codiciarla, se adultera en el corazón, es decir, en la mente, porque el ser humano lleva todo a la mente, a su imaginación, comete el adulterio en el pensamiento al codiciarla, por tal razón, se dice que el adulterio sale del corazón o la mente del hombre, y esto, es lo que contamina al hombre.

Incluso cuando alguien va a hurtar algo, no es que lo hace con la mente en blanco sin pensar nada. Para hacer esto también pasa primero por la mente o el corazón del hombre, por eso la Biblia dice que del corazón o la mente del hombre salen también los hurtos. Esto es lo que contamina al hombre.

Lo que sale de la mente o el corazón del ser humano es lo que contamina al hombre

Así podríamos continuar mencionando todo lo que sale del corazón o mente del ser humano. La escritura dice en Efesios 2:3 que hacíamos «la voluntad de la carne y de los pensamientos», es decir, éramos esclavos, no solo de la carne, sino también de los pensamientos, pues hacíamos la voluntad de la carne y de estos pensamientos que nacen en la mente o el corazón del hombre. Esto es lo que contamina al hombre.

Un persona es lo que piensa en su corazón, esto es lo que contamina al hombre. ¿Cómo se introducen los pensamientos al corazón, que es el asiento de la reflexión? A través de los ojos, oídos u otros sentidos. 

La materia prima para nuestras acciones es lo que recogemos en nuestra mente y permitimos que se establezca allí, en nuestro corazón. Esto es lo que contamina al hombre. David expuso esto de la siguiente manera: «En mi corazón he guardado tus dichos, para no pecar contra ti» (Salmo 119:11). El otro lado se ve en el Salmo 101:3 «No pondré delante de mis ojos cosa injusta»

Pablo describe a los creyentes como llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo (2 Corintios 10:5), Jesús sustituye el concepto acostumbrado entre los judíos con la verdad de que la contaminación proviene de un corazón impuro.

La comunión con Dios no se interrumpe por causa de las manos o del alimento, sino por el pecado. Los textos que hemos analizado presentan la condición moral de los judíos, la falsedad de la religiosidad sacerdotal y farisaica. Ello entresaca el estado real del hombre como tal, de que era fuente el corazón del hombre.

Lo que contamina al hombre, conclusión

En conclusión, estimado hermano, la escritura nos enseña que debemos cuidar nuestra vida cristiana, hay muchas cosas en el mundo que puede contaminarla, por lo tanto, debemos estar velando y mantenernos firmes en la fe, firmes en el Señor.

Recordemos que lo que contamina al hombre es lo que sale del corazón del hombre, por lo tanto, como dijo David, guardemos en el corazón los dichos o la palabra de Dios para no pecar contra él y no pongamos delante de nuestros ojos cosa injusta. 

Deja un comentario

Esta web utiliza cookies propias y de terceros para su correcto funcionamiento. Al hacer clic en Aceptar, aceptas el uso de estas tecnologías y el procesamiento de tus datos para estos propósitos.   
Privacidad