HIJOS SEGÚN LA PROMESA

HIJOS SEGÚN LA PROMESA, ROMANOS 9:1-13

Son contados como descendencia los hijos según la promesa

Texto clave: «Esto es: No son hijos de Dios los hijos según la carne, sino que son contados como descendencia los hijos según la promesa» (Romanos 9:8)

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En este artículos trataremos de meditar en Israel como el pueblo escogido de Dios, valoraremos las consecuencias del rechazo del Mesías por parte del pueblo de Israel y se determinará a los hijos de la promesa y su tarea hacia la humanidad. 

Según la historia de Israel, Abraham fue el hombre escogido por Dios, como su instrumento para comenzar el proceso liberador. Después escogió al pueblo de Israel para que fuese bendición a toda la humanidad y dueño de las promesas divinas y de los pactos.

El mesías pertenece a los israelitas (Romanos 9:6) por la elección libre de Dios. Aunque los gentiles ya estaban en el plan soberano de Dios, sin embargo, el pueblo que fue escogido para llevar el plan salvífico, fue Israel.

Llamados hijos de la promesa todos aquellos de la fe de Abraham

Una de las demandas de Dios era que el pueblo debía ser fiel y obediente a los designios del Señor basados en el Sinaí, (Los diez mandamientos). Abraham fue llamado a una vida de obediencia (Génesis 12:1-3).

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Se esperaba que los patriarcas y sus familias obedecieran, pero fracasaron en ese propósito. Después que el pueblo fue liberado de Egipto y llegó a la tierra prometida y se esperaba fidelidad, pero fue infiel. Esa manera de actuar siguió en los tiempos de los profetas, la infidelidad del pueblo (Isaías 1:4, Jeremías 2:12,13) Este fue el actuar continuo de Israel.

El apóstol Pablo en el capítulo 9 de Romanos, siente tristeza y dolor por la desobediencia de su pueblo. Desechando las promesas de Dios, y serán benditas en ti todas las naciones de la tierra (Génesis 12:3); Pablo discierne en Gálatas 3:6-9 que los hijos de Abraham son los de la fe, más la justificación de los gentiles la encontramos en Romanos 9:8 son llamados hijos de la promesatodos aquellos de la fe de Abraham estos fueron tomados a causa de la desobediencia del pueblo israelita.

ISRAEL PUEBLO ESCOGIDO PARA LAS PROMESAS ROMANOS 9:4-5

Israel es el pueblo escogido para las promesas en la elección de Dios, el apóstol con profundo dolor en su corazón nos describe un panorama de los privilegios que este había alcanzado, para testificar del gran amor de Dios hacia la humanidad. 

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En Génesis 12:1 Dios escogió a un hombre y luego un pueblo que sería una nación grande, «te bendeciré y engrandeceré tu nombre y serás bendición para todas las razas«. Ese era el magno plan de Dios, el apóstol ya no habla de un pueblo sino de pueblos gentiles bendecidos por la gracia y soberanía del Señor Jesucristo. Efesios 2:14, 16 nos dice que de ambos pueblos hizo uno.

C.J. Allen comenta: Su autoridad y poder son absolutos. Su soberanía, por lo tanto, es el primer asunto que hay que considerar, relacionado con su propósito en la historia; su obra salvadora tanto de judíos como de gentiles, debe darse a la luz de esta verdad.

Dios nos eligió para realizar su obra y ensanchar su reino

Fue un privilegio que Dios haya escogido a los judíos, es que su autoridad y poder son absolutos. Ahora el llamado lo tiene también la iglesia. No la escogió al azar sino que lo hizo con especialidad para que fuese un pueblo santo, para anunciar las obras de aquel que nos llamó de las tinieblas a su luz admirable. 

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Somos llamados a llevar el kerigma y hacer obras de diaconía a las comunidades para ensanchar su reino. La iglesia no puede estar estática ni contemplativa ante el mundo necesitado. Dios te seleccionó para ser un discípulo y accionemos de una manera positiva, trayendo esperanza. Te favoreció para salvación, esa salvación se debe extender hacia otras personas con necesidades espirituales de una forma integral.

EL PUEBLO QUE RECHAZÓ AL MESÍAS ROMANOS 9:1-3

NVI: «Desearía yo mismo ser maldecido y separado por Cristo». Pablo ahora valora la situación de sus hermanos judíos, está angustiado, triste; porque su anhelo es que todos sean salvos y que no rechacen más al mesías. Este era uno de los privilegios más grandes dados a Israel, como nos dice el comentarista San Jerónimo: «Cristo el descendiente por excelencia de su raza. El mesías su mayor título de gloria, afortunadamente no fue reconocido como tal por las autoridades judías«.

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Pablo sentía tanto dolor por su pueblo, al pensar que le habían dado la espalda a la salvación que Dios le había ofrecido. El pecado de Israel, su soberbia y altivez al sentirse como los únicos herederos de la salvación, y la humildad con que se presentó el mesías fue lo que llevó al pueblo a rechazar al Cristo. El sentimiento de Pablo que al igual que Moisés sintió en el desierto al ver la rebeldía del pueblo. Él está dispuesto a ser apartado con tal que su pueblo sea incluido.

La iglesia debe sentir dolor por los perdidos. ¿Qué siento yo hoy por los perdidos? ¿Siento el mismo dolor que Pablo? Es una realidad que la iglesia del Señor, hoy, tiene un compromiso divino con la misión. El Señor resucitado nos dejó el imperativo de compartir el evangelio de reino a los perdidos.

LOS HIJOS SEGÚN LA PROMESA Y LO QUE DIOS DEMANDA COMO SUS HIJOS ROMANOS 9:6-13

Los que son de fe, estos son hijos de Abraham, hijos de la promesa

Pablo lo plantea de este modo en Gálatas 3:6-9 «Así Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia. Sabed, por tanto, que los que son de fe, estos son hijos de Abraham. Y la escritura, previendo que Dios había de justificar por la fe a los gentiles, dio de antemano la buena nueva a Abraham, diciendo: En ti serán benditas todas las naciones»

De modo que los de la fe son bendecidos con el creyente Abraham. Dios realizó una alianza con Abraham y su simiente. Pero ahora Pablo aclara que esa simiente de Abraham no es otro que nuestro Señor Jesucristo; todos aquellos que creemos en Cristo, hemos sido unidos a él por la fe, nosotros somos también herederos de esa bendición, hijos de la promesa.

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La promesa hecha a nuestros padres los patriarcas Hechos 13:32-33 se cumplen con el mesías Cristo, quien murió y resucitó entre los muertos y por su muerte todos podemos llegar a ser sus hijos y esas promesas Dios las va a cumplir a través de su pueblo. 

Dios le dijo a Abraham de ti haré un gran nación, esta gran nación es el reino de Dios que inició como un grano de mostaza, pero ahora se ha expandido por todo el mundo «Y serán benditas en ti todas las familias de la tierra».

La salvación, la herencia más grande de los hijos de la promesa

Esto nos da a entender que quien es hijo de la fe en Abraham es bendito como lo fue su padre. La herencia más grande de los hijos de la promesa es la salvación que recibimos por medio de nuestro Señor Jesucristo con su muerte en la cruz del calvario.

Los hijos de la promesa son los que, en verdad, han establecido una relación de fe con el Señor Jesús a través de su experiencia cristiana. Esto se demuestra porque el hijo de Dios crece y se desarrolla en su vida espiritual

El verdadero hijo de Dios no es el que aparenta su cristiandad, ni es externo su amor por el Señor. Los hijos e hijas de Dios son los que han adquirido un compromiso y una vida íntima de amor con el creador. Debemos estar conscientes de lo que Dios nos demanda como sus hijos:

a) Una vida de santidad

b) Una vida de servicio

c) Llevar la gran comisión

d) Nos demanda congregarnos para adorarle

En conclusión, en el plan salvífico de Dios se puntualiza claramente en el Antiguo Testamento que Yavhé escoge un pueblo y ese pueblo es el que desciende del patriarca Abraham. Fue escogido por la libre soberanía de Dios. 

Este pueblo escogido por Dios, no recibió al mesías rechazando todas las promesa divinas, por este actuar del pueblo israelita el apóstol siente dolor como el dolor que siente Moisés cuando el pueblo fue desobediente en el desierto. 

De esta forma se hizo una realidad la promesa que a Abraham «en ti serán benditas todas las naciones de la tierra», esta promesa hoy es una realidad para la iglesia del Señor, y como hijos de la promesa también Dios demanda extender esta bendición a todas las familias de la tierra.

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