Una fe que trasciende lo natural
La fe es una fuerza poderosa que mueve montañas, transforma vidas y hace posible lo imposible. Sin embargo, en el camino cristiano, no solo existe la fe común que todos recibimos al nacer de nuevo, sino también un don especial y sobrenatural de fe que Dios concede para situaciones extraordinarias.
Este don no solo fortalece al creyente, sino que activa el poder de Dios para manifestar milagros, sanidades y liberación. ¿Te has preguntado alguna vez cómo es posible que algunos creyentes enfrenten crisis imposibles con una confianza inquebrantable? La respuesta está en el don de fe, un regalo divino que eleva nuestra vida espiritual a un nivel de victoria sobrenatural.
En este artículo exploraremos qué es el don de fe según la Biblia, cómo se diferencia de la fe común, y cómo Dios lo usa para obrar prodigios en Su pueblo.
El don de fe en la Biblia: la fe como un regalo divino y sobrenatural
Este don es uno de los 9 dones del Espíritu Santo que el apóstol Pablo menciona en 1 Corintios 12. Se clasifica dentro de los llamados “dones de poder” porque está estrechamente ligado a las obras que Dios realiza por medio de Su poder sobrenatural. Estos dones de poder suelen operar juntos; por ejemplo, el don de fe puede ser el motor espiritual que guía y sostiene la manifestación de un milagro o una sanidad extraordinaria.
(También te puede interesar: El tiempo de Dios es perfecto)
¿Qué es la fe y qué significa el don de fe como un don de Dios?
La fe en su esencia más básica es un regalo de Dios que implica confianza absoluta, aceptación sin pruebas tangibles, compromiso sincero y dependencia total en Él. Cada hijo de Dios posee una fe salvadora, que es la base para la vida cristiana diaria (Romanos 1:16-17), y esta fe es también un don divino.
Además, todos los cristianos están llamados a manifestar la fe como fruto del Espíritu (Gálatas 5:22). Sin embargo, 1 Corintios 12 describe un don sobrenatural de fe que trasciende la fe necesaria para la salvación y para la vida cristiana ordinaria. Este don es una medida extraordinaria de fe que Dios concede a un creyente para enfrentar circunstancias especiales y desafíos aparentemente insuperables.
La fe como don de Dios: ¿Qué es el don de fe?
El significado bíblico del término griego pistis
La palabra griega que la Biblia utiliza para referirse a la fe, y en especial al don de fe, es πίστις (pístis). Este término va más allá de una simple creencia: implica persuasión profunda, credibilidad absoluta y convicción moral. En el contexto bíblico, pistis denota una confianza firme en la verdad revelada por Dios, especialmente en la persona y obra de Jesucristo para la salvación.
Según el diccionario bíblico, pístis significa:
- Seguridad
- Creencia
- Fidelidad
- Confianza en Cristo para la salvación
- Constancia en una profesión de fe
Por extensión, pístis puede entenderse como el conjunto del sistema de la verdad del Evangelio mismo, que inspira a quienes la abrazan a vivir con firmeza y esperanza.
(También puedes leer: Niveles de fe)
La fe como don sobrenatural: ¿Qué implica este don?
La fe es un don de Dios y, en su expresión común, es la capacidad que tenemos para confiar en Él y vivir según Sus promesas. Sin embargo, el don de fe, según la enseñanza bíblica, es una manifestación sobrenatural de esta confianza.
Este don otorga a un creyente una capacidad extraordinaria para confiar en Dios, especialmente en medio de circunstancias difíciles o crisis aparentemente insuperables. Es una fe que no se basa en lo visible ni en la lógica humana, sino que se inspira directamente en la autoridad y el poder de Dios.
Este don suele manifestarse en situaciones donde todo parece perdido, cuando no hay salida natural y las dificultades parecen una montaña infranqueable. Pero Dios concede una fe especial para que el creyente pueda, confiado, avanzar y ver cómo esa “montaña” es removida.
¿Cuál es el propósito del don de fe?
El propósito fundamental es empoderar al creyente para que perciba y experimente la mano activa de Dios en medio de la adversidad. Este don no solo edifica al individuo, sino que también:
- Eleva el nivel de fe de toda la iglesia
- Convence a quienes aún no creen
- Transforma vidas
- Produce milagros y sanidades
- Genera una paz sobrenatural, más allá del entendimiento humano
Además, el don de fe a menudo opera en conjunto con otros dones espirituales, como el don de sanidades o la palabra de conocimiento, facilitando que el poder de Dios se manifieste de manera concreta y visible.
(Podría interesarte: Para el que cree todo es posible)
El don de fe en acción: Ejemplos bíblicos
El apóstol Pablo es un claro ejemplo del don de fe operando poderosamente. En Hechos 27, durante el naufragio, todos los marineros habían perdido la esperanza, pero Pablo, habiendo recibido una promesa divina, animó con valentía a todos a confiar:
“Por tanto, oh varones, tened buen ánimo; porque yo confío en Dios que será así como se me ha dicho” (Hechos 27:25).
Aquí vemos cómo Pablo recibió un don especial para creer en la protección y liberación de Dios, a pesar de las evidencias humanas contrarias.
Es importante notar que tener fe para la salvación no garantiza automáticamente tener fe para una liberación milagrosa. Incluso un creyente lleno del Espíritu puede dudar ante una situación extrema. Pero el don de fe es ese impulso divino que supera toda lógica humana.
(Podrías leer también: La fe y la gracia)
Otro ejemplo de fe sobrenatural en Pablo
En Hechos 28:3-6, Pablo fue mordido por una serpiente venenosa, pero con una fe inquebrantable, simplemente se sacudió el reptil y continuó como si nada hubiera ocurrido. Este acto revela un nivel de confianza en Dios mucho más allá de lo natural, producto del don de fe.
Más ejemplos del don en la Escritura
- Pedro en Hechos 3:1-7, sanó a un hombre cojo con absoluta seguridad en el poder de Dios:
“No tengo plata ni oro, pero lo que tengo te doy; en el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y anda”.
La sanidad inmediata fue la manifestación visible del don de fe en acción.
- Esteban, descrito en Hechos 6:5 como “lleno de fe y del Espíritu Santo,” enfrentó el martirio con una fe extraordinaria. En lugar de miedo o amargura, mostró perdón y una visión celestial, clamando por sus verdugos antes de morir (Hechos 7:55-60).
Este es un ejemplo claro de una fe que va más allá de la capacidad humana ordinaria, una fe inspirada y fortalecida por el Espíritu Santo.
(También puedes visitar la sección sobre El Espíritu Santo y el Hablar en Lenguas)
El don de fe en acción: testimonios y ejemplos del don de Dios
Fe que mueve montañas: un milagro en la iglesia de Corea
En el año 1980, la iglesia en Corea enfrentaba una necesidad urgente: obtener facilidades para un Instituto Bíblico. Mis padres recibieron un permiso especial de la junta de misiones foráneas para viajar a Norteamérica con el propósito de recaudar los fondos necesarios, aunque aún no era tiempo para su gira habitual.
Durante tres meses viajaron por Norteamérica sin lograr recaudar lo suficiente. Una noche, asistieron a un campamento anual en el Estado de Louisiana y se sentaron discretamente en la parte trasera del edificio. En medio del mensaje, el predicador fue detenido por el Espíritu Santo y se detuvo para hacer una súplica especial por la necesidad que mis padres tenían. Sorprendentemente, sacó de su bolsillo un cheque por el valor de una camioneta que había vendido ese mismo día y lo ofreció como donación para el Instituto Bíblico.
Este acto desencadenó un espíritu de sacrificio que inundó la congregación. Los miembros comenzaron a traer sus ofrendas personales: efectivo, grabadoras, relojes, anillos e incluso abrigos. En menos de diez minutos, la congregación había recolectado la sorprendente suma de cincuenta y cinco mil dólares, cantidad suficiente para cubrir toda la necesidad.
Esta ofrenda no fue producto solo de la generosidad humana, sino de una intervención divina y un espíritu de fe extraordinaria que comenzó con el predicador y se extendió rápidamente a toda la congregación. Ellos fueron más allá de sus límites, permitiendo que Dios obrara a través de ellos para cumplir Su propósito.
Fe que transforma vidas: el despertar espiritual en Jackson
Cuando era profesor y administrador en el Colegio para Ministros en Jackson, contratamos a un ministro bautista independiente, recientemente bautizado en el nombre del Señor Jesucristo y que había recibido el don del Espíritu Santo. Este ministro, un hombre afroamericano con amplios contactos en la comunidad religiosa de gente de color, sentía una fuerte carga por llevar el mensaje y la experiencia que había transformado su vida a sus amigos y asociados.
En 1985, diseñamos juntos un plan para alcanzar a estos líderes. Sabíamos que muchos deseaban formación teológica, pero carecían de oportunidades. Les ofrecimos una clase nocturna titulada “La teología de los hechos”, y se inscribieron alrededor de 20 predicadores y diáconos. Algunos ya habían recibido el bautismo del Espíritu Santo, pero la mayoría no.
Comenzamos enseñando desde Hechos 1, abordando temas esenciales como el arrepentimiento, el bautismo en agua en el nombre de Jesús, el bautismo del Espíritu Santo y el hablar en lenguas. Al terminar la cuarta lección, sentí que era el momento indicado para que Dios se moviera de manera especial.
Reconocí la experiencia espiritual de los alumnos y los animé a buscar la plenitud del Espíritu Santo con humildad, arrepentimiento y entrega total. Les expliqué que no debían confiar en logros pasados, sino acercarse a Dios con corazones rendidos.
Invité a quienes anhelaban el ministerio apostólico y la plenitud del Espíritu a ponerse de pie y pasar al frente para confesar sus pecados y rendirse completamente. Luego debían comenzar a alabar y agradecer a Dios por Su promesa, señal de que estaban listos para recibir el Espíritu Santo, mientras yo les imponía las manos siguiendo el ejemplo del libro de los Hechos. En ese momento, debían creer que Dios los llenaría.
La fe activa que desató el poder de Dios
Siguiendo este plan sencillo, la fe comenzó a crecer notablemente, y el poder de Dios descendió en medio de nosotros. No hubo necesidad de largas búsquedas ni rituales complejos. Solo la confianza en la Palabra y el Espíritu Santo.
En aproximadamente 15 minutos, cinco predicadores y diáconos recibieron el bautismo del Espíritu Santo con la señal inicial de hablar en lenguas, una manifestación clara y poderosa del don de fe obrando en medio de la comunidad.
Una fe trascendente saturó el salón de clases, fortaleciendo a quienes ya habían recibido el Espíritu y animando a otros a buscar su propia experiencia pentecostal. Este testimonio es una poderosa evidencia de que el don de fe no solo sostiene al creyente individualmente, sino que también es un canal de bendición y transformación para toda la iglesia.
(Podría interesarte: En Cristo somos más que vencedores)
La fe como don de Dios: ¿Qué más podemos decir sobre este don?
El don de fe es uno de los 9 dones del Espíritu Santo enumerados en 1 Corintios 12, específicamente mencionado en el versículo 9. Aunque la Escritura no detalla extensamente las características de este don, es claro que no todos los creyentes lo reciben, aunque a todos se les concede la fe salvadora como el único medio para alcanzar la salvación (Efesios 2:8-9).
Como con todos los dones espirituales, este don es dado para el “bien común”, es decir, para la edificación y fortalecimiento del cuerpo de Cristo (1 Corintios 12:7).
Definición profunda del don de fe
Podemos definir el don de fe como una gracia especial mediante la cual el Espíritu Santo concede a ciertos cristianos una confianza extraordinaria e inquebrantable en las promesas, el poder y la presencia de Dios. Esta fe les permite tomar posiciones valientes y heroicas para avanzar en la obra de Dios dentro de la iglesia y en el mundo.
(También puedes visitar la sección de Prédicas Cristianas)
Quienes poseen este don demuestran una seguridad firme en Dios y en Su Palabra, reflejando una fe que trasciende las circunstancias normales. Un claro reflejo de este tipo de fe se encuentra en el capítulo 11 de Hebreos, conocido como “el salón de la fe”, donde se presentan ejemplos inspiradores como:
- Noé, quien construyó un arca durante 120 años ante la ausencia total de lluvia.
- Abraham, que creyó que engendraría un hijo a pesar de la esterilidad natural de su esposa Sara.
Estos ejemplos muestran cómo la fe extraordinaria puede capacitar a personas para lograr hechos sobrehumanos y cumplir con el propósito divino.
La fe salvadora es para todos, pero el don de fe es para algunos
Mientras que la fe salvadora es un regalo universal para todos los creyentes, el don de fe es una gracia especial que se concede solo a algunos. Estos cristianos usan este don no solo para su beneficio personal, sino para edificar, animar y fortalecer a otros miembros del cuerpo de Cristo.
Las personas dotadas con este don son una fuente constante de inspiración para sus hermanos, manifestando una confianza sencilla, pero firme, en Dios en todas sus acciones y palabras.
(Podría interesarte: Enseñanzas Cristianas)
Características de quienes poseen este don
Quienes poseen este don destacan por su piedad humilde y su confianza firme en las promesas divinas. Son conocidos por ser tranquilamente intrépidos y celosos por la obra de Dios, convencidos plenamente de que:
- Todos los obstáculos que se interpongan al evangelio serán vencidos.
- Dios asegurará el avance y la expansión de Su reino.
Debido a esta convicción, a menudo realizan mucho más por la promoción del reino de Dios que muchos predicadores talentosos, eruditos o maestros.
(Podría interesarte: La fe viene por el oír)
Dios concede a todos los creyentes la fe salvadora, pero a algunos les otorga el don de fe: una fe abundante, especial y poderosa que los hace fuentes de gozo, fortaleza y aliento para toda la iglesia. Son testimonios vivos de la gracia que obra en el cristiano para vencer imposibilidades y avanzar en la obra del Señor.
Conclusión
El don de fe es una manifestación poderosa y sobrenatural del Espíritu Santo, un regalo especial que Dios concede a ciertos creyentes para fortalecer, edificar y transformar la iglesia y el mundo. Más allá de la fe salvadora, que es la base de toda vida cristiana, el don de fe eleva a sus poseedores a un nivel extraordinario de confianza en el poder y la fidelidad de Dios, incluso frente a las situaciones más imposibles.
A través de ejemplos bíblicos como el apóstol Pablo, Pedro y Esteban, y testimonios modernos que muestran la intervención divina en medio de necesidades humanas, vemos cómo este don obra en la práctica. Es un llamado a no depender en lo natural ni en las circunstancias, sino a mantener una confianza inquebrantable en las promesas y el propósito de Dios.
Quienes reciben este don son luz y esperanza para la comunidad cristiana, inspirando a otros a perseverar en la fe y a avanzar con valentía en la obra del Señor. Su fe no solo trae milagros y sanidades, sino que también produce un impacto espiritual profundo, convence a los inconversos y sostiene la paz sobrenatural en medio de las pruebas.
Por eso, es vital que cada creyente anhele no solo la fe salvadora sino también los dones del Espíritu, entre ellos el don de fe, para que la iglesia sea fortalecida y la obra de Dios avance con poder y autoridad. Que este artículo sirva como motivación para buscar y cultivar ese don tan precioso, confiando siempre en que Dios es fiel para concederlo y usarlo para Su gloria.