EL PROPÓSITO DE LOS DONES ESPIRITUALES

¿CUÁL ES EL PROPÓSITO DE LOS DONES ESPIRITUALES?, ESTUDIO SOBRE LOS DONES ESPIRITUALES

Propósito de los dones espirituales para la iglesia, estudio sobre los dones espirituales 

“Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho . . . Pero cuando venga el Consolador, a quien yo os enviaré del Padre, el Espíritu de verdad, el cual procede del Padre, él dará testimonio acerca de mí . . . Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio . . . Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir. El me glorificará; porque tomará de lo mío, y os lo hará saber” (Juan 14:26; 15:26; 16:8, 13-14).

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“Pero a cada uno le es dada la manifestación del Espíritu para provecho” (I Corintios 12:7). “Pero el que profetiza habla a los hombres para edificación, exhortación y consolación” (I Corintios 14:3).

LOS DONES ESPIRITUALES, SU PROPÓSITO

El propósito esencial de los dones espirituales 

Jesús enseñaba que después de Su ascensión, el Espíritu Santo vendría para morar dentro de los corazones de los creyentes. (Véase Lucas 24:49; Juan 7:37- 39; 14:16-18; Hechos 1:4-5.) El Espíritu Santo es el consolador. En el griego original este título es paracletos, que significa literalmente “uno llamado al lado para ayudar”, eso es, un ayudante, consolador, o abogado.

Según Juan 14 al 16, el Espíritu Santo enseñaría a los discípulos y los guiaría a toda la verdad, por medio de hacerles recordar y comprender las enseñanzas de Jesús. El Espíritu morando en ellos no llegaría a ser una nueva fuente de autoridad, sino les impartiría comprensión de la mente de Dios.

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Sobre todo, el Espíritu testifica de Jesús y glorifica a Jesús. Él confirma la identidad y la obra de Jesucristo. Proclama la realidad de la encarnación y la expiación; demuestra el poder del evangelio de Jesucristo que salva, libra y transforma; promueve la adoración a Jesucristo como Señor y Dios; y les guía a los creyentes al futuro, preparándoles para el advenimiento de Jesús por Su iglesia.

El propósito de exaltar al Señor Jesucristo

Los capítulos 14 al 16 de Juan describen la obra del Espíritu Santo de hoy en día en la iglesia, la cual, aunque abarca más que los nueve dones de I Corintios 12, ciertamente incluye estos dones. Entonces, podemos concluir que el último propósito de los dones espirituales es el de exaltar al Señor Jesucristo.

Este propósito provee la base para una prueba importante de manifestaciones espirituales: “Por tanto, os hago saber que nadie que hable por el Espíritu de Dios llama anatema a Jesús; y nadie puede llamar a Jesús Señor, sino por el Espíritu Santo” (I Corintios 12:3).

EL PROPÓSITO DE LOS DONES ESPIRITUALES: EL PROPÓSITO INMEDIATO

Inmediatamente antes de enumerar los nueve dones espirituales, I Corintios 12 dice que se manifiestan a individuos para el beneficio de la iglesia entera: “Pero a cada uno le es dada la manifestación del Espíritu para provecho” (versículo 7).

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Inmediatamente después de enumerar los nueve dones espirituales, I Corintios 12 procede a describir a la iglesia como el cuerpo de Cristo. El cuerpo tiene muchos miembros, y cada miembro tiene una función diferente, pero todos son diseñados para obrar juntos para el beneficio del cuerpo entero

“Porque así como el cuerpo es uno, y tiene muchos miembros, pero todos los miembros del cuerpo, siendo muchos, son un solo cuerpo, así también Cristo . . . Ni el ojo puede decir a la mano: No te necesito, ni tampoco la cabeza a los pies: No tengo necesidad de vosotros. Antes bien los miembros del cuerpo que parecen más débiles, son los más necesarios; . . . Porque los que en nosotros son más decorosos, no tienen necesidad; pero Dios ordenó el cuerpo, dando más abundante honor al que le faltaba, para que no haya desavenencia en el cuerpo, sino que los miembros todos se preocupen los unos por los otros” (I Corintios 12:12, 21-22, 24-25).

De esta explicación, esta claro que Dios no concede los dones espirituales primordialmente para beneficiar a los individuos, sino para beneficiar al cuerpo entero.

LOS DONES ESPIRITUALES PARA EL BENEFICIO DE LA IGLESIA

Aunque los dones sí bendicen a los individuos, el enfoque es en lo que aquellos individuos pueden entonces contribuir a la iglesia. Además, la intención de Dios no es que los dones deban obrar por sí solos, sino que deban operar juntos para lograr el objetivo deseado.

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Al hablar sobre el uso propio de los dones vocales, Pablo explicó, “Pero el que profetiza habla a los hombres para edificación, exhortación y consolación” (I Corintios 14:3). Aunque este versículo se refiere específicamente al don de la profecía, hay un principio más amplio: El ejercicio de los dones espirituales debe ser gobernado por una consideración de cómo benefician a otros.

Este principio se extiende a una consideración de los inconversos tal como a los creyentes. La iglesia está en el proceso de alcanzar a los pecadores y de transformarles en creyentes. Entonces, al ejercer los dones espirituales, debemos considerar el impacto sobre los creyentes potenciales

Por ejemplo, las lenguas sirven como una señal valiosa para el inconverso, mientras la profecía ayuda a convencer y compungir a alguien que llega como inconverso pero entonces comienza a creer a causa de una demostración milagrosa que haya observado. (Véase I Corintios 14:22-25.) Debemos recordar que una parte de la obra del Espíritu Santo es la de convencer “. . . al mundo de pecado, de justicia y de juicio” (Juan 16:8).

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Los dones espirituales dan testimonio y confirman la predicación del evangelio: “Y ellos, saliendo, predicaron en todas partes, ayudándoles el Señor y confirmando la palabra con las señales que la seguían. Amén” (Marcos 16:20). “¿Cómo escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan grande? La cual, habiendo sido anunciada primeramente por el Señor, nos fue confirmada por los que oyeron” (Hebreos 2:3). En el libro de los Hechos los dones sobrenaturales atraían mucha gente nueva al Señor. (Véase, por ejemplo, Hechos 3:11; 4:4, 33; 5:1-16.)

El Propósito de los Dones Espirituales: El propósito inmediato es edificar la iglesia.

Entonces, al fomentar el propósito último de glorificar a Jesús como el Señor, el propósito inmediato de los dones sobrenaturales es el de edificar a la iglesia. Al edificar a la iglesia, ellos glorifican a Cristo, porque la iglesia es el cuerpo de Cristo en la tierra. Este proceso de edificación se realiza por recibir nuevos creyentes y por fortalecer los antiguos creyentes.

PARA LO QUE NO SON LOS DONES

De esta discusión y un estudio desde todo el Nuevo Testamento podemos obtener varias conclusiones para lo que no son los dones sobrenaturales.

Los dones espirituales jamás reemplazan la palabra de Dios

Los dones sobrenaturales no reemplazan la Palabra escrita de Dios. Ellos no suplantan la autoridad de la Biblia; no pueden alterar su mensaje. La Biblia es nuestra autoridad para instrucción en cuanto a la salvación y la vida cristiana

Es necesaria y suficiente para aquel propósito. “. . . las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús. Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra” (II Timoteo 3:15-17).

La Biblia es la Palabra eterna de Dios; Él la inspiró para todo el mundo en todo lugar. Dios no va a decir algo a un individuo que se opone a la Palabra escrita que Él ha inspirado para todos. Él dio la Biblia para instrucción doctrinal, y Él no va a desbaratar Su propio plan o propósito por conceder dones que socavarían la autoridad de la Biblia.

El propósito de los dones espirituales No es el de enseñar doctrina

Entonces está claro que el propósito de los dones espirituales no es el de enseñar doctrina. Su función no es de revelar el plan de la salvación ni los principios de la vida cristiana, aunque pueden proveer una fuerte confirmación de lo que la Biblia enseña.

Consecuentemente, debemos tener cuidado cuando alguien trata de usar los dones espirituales como una autoridad para doctrina o para instrucción en cuanto a como una persona debería vivir. Según Juan 16:13, el Espíritu que ha sido manifestado, es decir el Espíritu dentro de los creyentes, no les concede una autoridad independiente, sino ilumina lo que Dios ya ha revelado y lo que Jesús enseñaba cuando estaba en la tierra.

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Por ejemplo, I Corintios 14:29 dice, “Asimismo, los profetas hablen dos o tres, y los demás juzguen.” Los oyentes deben evaluar el aparente ejercicio de un don espiritual, lo que significa que deben tener una norma objetiva por la cual lo hacen. Esta norma autoritativa es el evangelio que predicaban los apóstoles. “Mas si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema.” (Gálatas 1:8). Este evangelio nos ha sido comunicado por la Palabra escrita.

Para ilustrar esto, los mormones dicen que un ángel llamado Moroni se le apareció a José Smith y le reveló el libro de Mormón, pero según el libro de Gálatas, aun si un ángel se le hubiera aparecido a Smith, él no tenía la autoridad de proclamar ninguna otra doctrina de lo que se encuentra en la Biblia. Ningún otro libro puede reclamar una autoridad igual ni similar a la autoridad de la Biblia.

Los mormones también dicen que el Padre y el Hijo se le aparecieron a José Smith en una visión como dos personas separadas y visibles de Dios. Sin embargo, en las Escrituras, cuando el Apóstol Felipe pidió ver al Padre, Jesús le respondió que la única manera de ver al Padre es por ver a Jesús (Juan 14:9-11), porque Jesús es la manifestación visible en carne del Padre (Colosenses 1:15, 19; 2:9; I Timoteo 3:16). Ningún milagro, visión, ni ninguna otra experiencia sobrenatural puede cambiar la verdad de la Escritura.

El propósito de los dones espirituales No es reemplazar el liderazgo espiritual en la iglesia

Los dones sobrenaturales no reemplazan el liderazgo espiritual en la iglesia. Específicamente, no suplantan la autoridad del pastor. Dios ha dado a la iglesia el ministerio quíntuple con el propósito de equipar a los santos, y Él ha dado a pastores para guiar y apacentar al rebaño. Dios no socavaría a los líderes que Él ha nombrado por inspirar a alguien más a desafiar su autoridad.

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Dios no es el autor de confusión; Él es el autor de la paz (I Corintios 14:33). Si alguien anuncia, “Así dice el Señor, reprendo al pastor,” entonces la persona que habla está fuera de orden, porque Dios no contradice Sus propios principios de autoridad. El no dará dones espirituales para causar confusión, división ni rebelión.

Si un pastor necesita corrección, Dios le puede hablar directamente. Dios puede usar también a un individuo con una actitud correcta y motivos correctos para hablar con él en privado sobre asuntos pertinentes. Se puede referir los problemas serios a los líderes espirituales quienes tienen la autoridad de tratar con la situación bíblicamente en forma de ayudar tanto al pastor como a la iglesia.

Los dones sobrenaturales no reemplazan la dirección diaria de Dios que recibimos por medio de la oración y la sumisión de nuestro corazón, mente y voluntad. Cada cristiano debe aprender a caminar por la fe, a crecer en sabiduría y en conocimiento espiritual, y a desarrollar una comprensión de la voluntad de Dios (Véase Colosenses 1:9-11; 4:12.) 3

Las experiencias sobrenaturales no proveen un atajo a la madurez espiritual. Aparte de la oración, la Palabra de Dios, y el consejo espiritual, no debemos esperar que los dones sobrenaturales sean el medio primordial de determinar la voluntad de Dios para nuestras vidas ni las vidas de otros.

Los dones sobrenaturales pueden ayudar a abrir nuestras mentes y nuestros corazones a la voluntad de Dios, y pueden ayudar a confirmar la voluntad de Dios. Entonces, por medio de un don del Espíritu, al liderazgo de la iglesia en Antioquía Dios reveló el llamamiento misionero de Bernabé y Pablo: 

“Ministrando éstos al Señor, y ayunando, dijo el Espíritu Santo: Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado.” (Hechos 13:2). Evidentemente Dios ya había llamado a estos dos varones para Su obra. Esa Palabra inspirada les confirmó la voluntad de Dios y se la reveló a la iglesia para que la iglesia los enviase con oración y apoyo financiero.

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Por medio de oración fiel, estudio bíblico, asistencia a la iglesia, el liderazgo y consejo piadoso, y una consideración práctica de los factores relevantes a nuestras decisiones, debemos hallar la voluntad de Dios para nuestras vidas. Los dones espirituales pueden formar una parte de este proceso, pero ellos no suplantan este proceso.

Entonces no debemos prestar atención a alguien que proclama, “Así dice el Señor, tu debes casarte con fulana o fulano de tal,” o aun peor, “Tu debes divorciarte de tu compañero y casarte con fulano de tal.” Ambas declaraciones reflejan un mal entendido fundamental de cómo obra Dios, y la segunda, especialmente, contradice la Escritura. 

Cuando Dios guía a Su pueblo, Él respeta sus personalidades y voluntades humanas; no les coacciona o manipula. Además, Él contesta sus oraciones, como el pueblo sinceramente le busque, y les guía de varias maneras para que puedan comprender Su voluntad y tener paz y seguridad acerca de ella. Aunque a veces Dios nos habla por medio de sucesos milagrosos y palabras inspiradas de otros, si tenemos una relación con Él, aprendemos que esos varios medios obran juntos y se apoyan uno al otro, confirmando lo que Dios habla directamente a los corazones.

CONCLUSIÓN SOBRE EL PROPÓSITO DE LOS DONES ESPIRITUALES 

Dios concede los dones sobrenaturales del Espíritu para glorificar a Jesucristo, para atraer a los inconversos a Él, y para reforzar y animar a los creyentes. Ellos edifican al cuerpo de Cristo, Su iglesia. Dios no los da a individuos como medio de enseñar doctrina, o de suplantar al ministerio quíntuple o de dictar Su voluntad para las vidas de otros.

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Los que tratan de ejercer un don espiritual fuera de estos propósitos bíblicos están en error. También así son los que dicen tener autoridad especial debido a un don espiritual. El don puede ser genuino pero se mal entiende o se mal usa. O la manifestación puede ser falsa, es decir de la carne o del diablo. Puede ser que algunos de los que tratan de ejercer los dones espirituales en una manera inapropiada simplemente no entienden, mientras otros son carnales o aun influenciados por el diablo. Algunos pueden manipular los dones con motivos egoístas; algunos pueden ser engañosos o maliciosos.

En tales casos, no es obligatorio ofrecer una explicación completa de las causas y motivos básicos de una cierta manifestación. Podemos simplemente reconocer que no está de acuerdo con la Palabra de Dios y rehusar seguirlo. 

Los dones espirituales son para nuestra edificación, exhortación y consuelo 

Podemos evitar el peligro de las manifestaciones falsas y los usos impropios por enfatizar el verdadero propósito de los dones espirituales. Estamos seguros cuando nos damos cuenta que Dios no los da como una nueva fuente de autoridad en nuestras vidas, sino para nuestra edificación, exhortación, y consuelo.

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