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TOMA TU CRUZ Y SÍGUEME

Índice

TOMA TU CRUZ Y SÍGUEME, PERO TAMBIÉN SE NOS DICE NIÉGUESE A SÍ MISMO

Jesús dijo toma tu cruz y sígueme, pero ¿Qué significa niéguese a sí mismo?

Toma tu cruz y sígueme…. Jesús enseñó que para ser Su discípulo, Su seguidor, se requiere la disciplina espiritual de la abnegación: “Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz y sígame” (Mateo 16:24). Esto es también para nosotros hoy en día.

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Negarse a sí mismo es parte esencial de nuestra vida cristiana

Toma tu cruz y sígueme, para esto hay que negarse a sí mismo, lo cual es una parte esencial de la vida cristiana. Jesús llamó a aquellos que desean ser sus seguidores a rechazar la inclinación humana natural hacia el egoísmo. El Señor mismo ejemplificó la abnegación (Juan 13:1–17) y nos insta diciendo «tome su cruz y sígame».

Abnegación…negarse a sí mismo

El Diccionario de Temas Bíblicos define la abnegación como “la voluntad de negarse a sí mismo posesiones o estatus, para crecer en santidad y compromiso con Dios”. Hay que negarse a sí mismo y luego «tome su cruz y sígame». Las palabras que Jesús usó en el idioma original para “niéguese a sí mismo” eran términos fuertes similares en significado a las palabras de Pablo en Filipenses 3:7–8: 

“Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo. Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo”. Obedecer la voz que dice «toma tu cruz y sígueme» es el resultado de tenerlo todo por basura para ganar a Cristo.

El propósito de la abnegación, que considera como “pérdida” todas las ganancias terrenales, es llegar a ser más como Jesús en santidad y obediencia a Dios. La abnegación es lo que nos lleva a obedecer.

NEGARSE A SÍ MISMO 

Negarse a sí mismo es crucificar la carne con sus pasiones

Negarse a sí mismo incluye vencer las persistentes demandas carnales del cuerpo, también conocidas como el yo carnal o el hombre natural, y someterlas a la Palabra de Dios para que no caiga en el pecado: “Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos” (Gálatas 5:24). Si has crucificado la carne son sus pasiones y deseos entonces puedes obedecer la voz que dice «toma tu cruz y sígueme».

Toma tu cruz y sígueme. Un llamado a negarnos a nosotros mismos

La abnegación para el cristiano significa renunciar a sí mismo como centro de la existencia (lo que va en contra de la inclinación natural de la voluntad humana) y reconocer a Jesucristo como su nuevo y verdadero centro, esto es negarse a sí mismo. Significa reconocer que el viejo hombre está muerto y que la nueva vida ahora está escondida con Cristo en Dios (Colosenses 3:3–5). 

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Negarse a sí mismo debe ser un ejercicio diario

Desde el momento de nuestro nuevo nacimiento en Jesucristo, y obedecemos, negarse a sí mismo se convierte en un ejercicio diario por el resto de esta vida en la tierra (1 Pedro 4:1-2). 

Ahora que el Espíritu Santo mora en nosotros, somos lanzados a un conflicto entre el Espíritu divino de Dios y el yo carnal. Pablo describe esta lucha constante en Romanos 7:14–25; sin embargo a pesar de esta lucha que todos tenemos debemos obedecer el mandato de Jesús «toma tu cruz y sígueme».

Negarse a sí mismo es algo que podemos aprender solo por la gracia de Dios y el poder de su Espíritu

Negarse a sí mismo es algo que solo podemos aprenderlo por la gracia de Dios y el poder del Espíritu Santo: “Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres, enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente, aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo” (Tito 2:11–13). 

Toma tu cruz y sígueme es para renunciar a la impiedad y deseos mundanos. Tome su cruz y sígame es un mandato a negarnos a nosotros mismos.

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Toma tu cruz y sígueme: Negarse a sí mismo y crucificar la carne 

A través de negarse a sí mismo y la crucifixión de la carne, nuestra vida en Cristo crece, se fortalece y se desarrolla más y más. Cristo ahora se convierte en nuestra vida. Estas famosas palabras de Dietrich Bonhoeffer nos ayudan a comprender el significado de negarse a sí mismo: “Cuando Cristo llama a un hombre, le ordena que venga y muera”. 

Toma tu cruz y sígueme es la voz que llega a un hombre que va a crucificar la carne para que su vida espiritual crezca en Cristo; por lo tanto, «tome su cruz y sígame» para crucificar la carne.

Tome su cruz y sígame porque un seguidor de Jesús debe estar preparado para morir si la muerte es a donde conduce el camino del discipulado: “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí” (Gálatas 2:20; véase también Romanos 6:1–11). Ya no debemos vivir nosotros sino Cristo en nosotros.

ALGUNAS FORMAS DE NEGARSE A SÍ MISMO

¿Cómo negarse a sí mismo?

El ayuno es una de las disciplinas de abnegación que Jesús mismo practicó (Mateo 4:1–2). Dar a los pobres y necesitados es una forma de abnegación que Jesús alentó (Mateo 5:42; Lucas 11:41). Velar en oración es otra forma de negarse a sí mismo en el servicio a Dios, como lo demostró Jesús (Mateo 14:23; 26:41). Asimismo, vivir con modestia en lugar de permitirse el lujo excesivo es un área en la que los creyentes pueden ejercer la abnegación (Mateo 8:20; 10:10; 1 Timoteo 2:9). Luego tome su cruz y sígame.

La forma más significativa de negarse a sí mismo es como amamos y estimamos a los demás

Quizás la forma más significativa en que practicamos la abnegación es en cómo amamos y estimamos a nuestros hermanos y hermanas en Cristo. Negarse a sí mismo es la base para el compañerismo cristiano y el servicio dentro de la iglesia: 

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No mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros. Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz” (Filipenses 2:4–8; véase también Mateo 5:38–48; Marcos 10:42–45). 

Negarse a sí mismo significa buscar el bien de los demás

Negarse a sí mismo significa buscar el bien de los demás antes de cuidarse a sí mismo (1 Corintios 10:24). Cuando Rut siguió a Noemí, practicó el negarse a sí mismo en beneficio de su suegra (Rut 2:11). Cuando Ester arriesgó su vida para salvar a su pueblo, demostró lo que es negarse a sí mismo (Ester 4:16). 

Toma tu cruz y sígueme… Negarse a sí mismo por causa de los débiles en la fe

Las Escrituras nos enseñan a negarnos a nosotros mismos por causa de los que son débiles en la fe (Romanos 14:21; 15:1–3; 1 Corintios 8:13; 9:23). Cuando estás dispuesto a sacrificar tu tiempo, energía, derechos, posición, reputación, privilegios, comodidades e incluso tu propia vida por causa de Cristo, ejemplificas lo que significa negarte a sí mismo: 

“El que halla su vida, la perderá; y el que pierde su vida por causa de mí, la hallará” (Mateo 10:39; véase también Juan 12:24–26; ​​2 Corintios 6:4–5).

TOMA TU CRUZ Y SÍGUEME, MATEO 16:24

¿Qué quiso decir Jesús cuando dijo: “Toma tu cruz y sígueme”?

Comencemos con lo que Jesús NO quiso decir. Muchas personas interpretan “cruz” como una carga que deben llevar en sus vidas: una relación tensa, un trabajo ingrato, una enfermedad física. Con orgullo de autocompasión, dicen: “Esa es mi cruz que tengo que llevar”. Tal interpretación no es lo que Jesús quiso decir.

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Cuando Jesús llevó su cruz al Gólgota para ser crucificado, nadie pensó en la cruz como un símbolo de una carga que llevar. Para una persona en el primer siglo, la cruz significaba una cosa y sólo una cosa: La muerte por el medio más doloroso y humillante que los seres humanos podían desarrollar.

Dos mil años después, los cristianos ven la cruz como un símbolo preciado de expiación, perdón, gracia y amor. Pero en los días de Jesús, la cruz representaba nada más que una muerte torturante. Debido a que los romanos obligaban a los criminales convictos a llevar sus propias cruces al lugar de la crucifixión, llevar una cruz significaba llevar su propio dispositivo de ejecución mientras se enfrentaban al ridículo en el camino a la muerte.

Toma tu cruz y sígueme es morir a uno mismo

Por eso, “Toma tu cruz y sígueme” significa estar dispuesto a morir para seguir a Jesús. Esto se llama “morir a uno mismo”. Es un llamado a la entrega absoluta. Después que Jesús ordenó llevar la cruz, dijo: «Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, este la salvará. Pues ¿Qué aprovecha al hombre, si gana todo el mundo, y se destruye o se pierde a sí mismo?» (Lucas 9:24-25). Aunque la llamada es dura, la recompensa es inigualable.

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Dondequiera que iba Jesús, atraía multitudes. Aunque estas multitudes a menudo lo seguían como el Mesías, su visión de quién era realmente el Mesías, y lo que haría, estaba distorsionada. Ellos pensaron que el Cristo anunciaría el reino restaurado. Ellos creían que Él los liberaría del gobierno opresivo de sus ocupantes romanos. Incluso el propio círculo íntimo de discípulos de Cristo pensó que el reino vendría pronto (Lucas 19:11). Cuando Jesús comenzó a enseñar que iba a morir a manos de los líderes judíos y sus señores gentiles (Lucas 9:22), su popularidad se hundió. Muchos de los seguidores sorprendidos lo rechazaron. Verdaderamente, no pudieron hacer morir sus propias ideas, planes y deseos, y cambiarlos por los de Él.

Toma tu cruz y sígueme, el discipulado exige sacrificio

Seguir a Jesús es fácil cuando la vida transcurre sin problemas; nuestro verdadero compromiso con Él se revela durante las pruebas. Jesús nos aseguró que vendrán pruebas para sus seguidores (Juan 16:33). El discipulado exige sacrificio, y Jesús nunca ocultó ese costo.

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En Lucas 9:57-62, tres personas parecían dispuestas a seguir a Jesús. Cuando Jesús les hizo más preguntas, su compromiso fue poco entusiasta en el mejor de los casos. No supieron calcular el costo de seguirlo. Ninguno estaba dispuesto a tomar su cruz y crucificar en ella sus propios intereses; sin embargo, tenían que oír la voz que dice «toma tu cruz y sígueme».

Por lo tanto, Jesús apareció para disuadirlos. ¡Qué diferente de la típica presentación del Evangelio! ¿Cuántas personas responderían a un llamado al altar que dijera: “Ven y sigue a Jesús, y puedes enfrentar la pérdida de amigos, familia, reputación, carrera y posiblemente incluso tu vida”? ¡El número de falsos conversos probablemente disminuiría! Tal llamado es lo que Jesús quiso decir cuando dijo: “Toma tu cruz y sígueme”.

Si estás listo para tomar esa cruz, considere estas preguntas:

• ¿Estás dispuesto a obedecer aunque esto signifique perder a algunos de tus amigos más cercanos?

• ¿Estás dispuesto a obedecer aunque eso signifique alejarte de tu familia?

• ¿Estás dispuesto a obedecer aunque eso implique la pérdida de tu reputación?

• ¿Estás dispuesto a obedecer «toma tu cruz y sígueme» aunque eso signifique perder tu trabajo?

• ¿Estás dispuesto a obedecer aunque eso signifique perder tu vida?

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En algunos lugares del mundo, estas consecuencias son una realidad. Pero observe que las preguntas están formuladas, «¿Estás dispuesto?» Seguir a Jesús no significa necesariamente que te sucederán todas estas cosas, pero ¿Estás dispuesto a tomar tu cruz? Si llega un momento en tu vida en el que te enfrentas a una elección: Jesús o las comodidades de esta vida, ¿Cuál elegirás?

TOMA TU CRUZ Y SÍGUEME SIGNIFICA COMPROMETERSE CON CRISTO DIARIAMENTE

Toma tu cruz y sígueme. Haz compromiso con Dios

Comprometerse con Cristo significa tomar su cruz diariamente, renunciar a sus esperanzas, sueños, posesiones, incluso su propia vida, si es necesario, por la causa de Cristo. Solo si voluntariamente tomas tu cruz puedes ser llamado su discípulo (Lucas 14:27). La recompensa vale el precio. 

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Jesús siguió su llamado de muerte a sí mismo (“Toma tu cruz y sígueme”) con el don de la vida en Cristo: “Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, la hallará” (Mateo 16:25-26).