LIBRO DE ZACARÍAS

EL LIBRO DE ZACARIAS, EL PROFETA DE LA INSPIRACION Y LA ESPERANZA

Introducción al libro de Zacarías (Resumen del libro de Zacarías por capítulos)

La misión de Zacarías, así como la historia de su profecía, fue similar a la de Hageo (Esdras 5 y 6). Sin embargo, las profecías de Zacarías se referían más a la llegada del Mesías para la construcción de un templo espiritual, que a la construcción del templo de Zorobabel, que era solamente un tipo del templo espiritual.

El Apóstol Pedro nos dio una panorámica espléndida de la inspiración y el ministerio de los profetas del Antiguo Testamento:

Los profetas que profetizaron de la gracia destinada a vosotros, inquirieron y diligentemente indagaron acerca de esta salvación, escudriñando qué persona y qué tiempo indicaba el Espíritu de Cristo que estaba en ellos, el cual anunciaba de antemano los sufrimientos de Cristo, y las glorias que vendrían tras ellos. A éstos se les reveló que no para sí mismos, sino para nosotros, administraban las cosas que ahora os son anunciadas por los que os han predicado el evangelio por el Espíritu Santo enviado del cielo; cosas en las cuales anhelan mirar los ángeles” (1 Pedro 1:10-12).

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Qué maravilloso privilegio es para nosotros ser una parte del cumplimiento de la profecía del Antiguo Testamento.

LIBRO DE ZACARÍAS CAPÍTULO 1: VISIONES DE LOS CABALLOS Y DE LOS CUATRO CUERNOS

Zacarías empezó sus profecías dos meses después de que Hageo diera su primer mensaje (Zacarías 1:1; Hageo 1:1). El alertó al pueblo para que no ignorara la palabra de Dios, que fue dada por los profetas, como habían hecho sus antepasados antes del cautiverio (versículos 2-6). Sus antepasados habían confesado luego que su desobediencia los había llevado al cautiverio (versículo 6).

Zacarías recibió la mayoría de sus mensajes del Señor en visiones. 

Su primera visión (versículos 7-17) fue de jinetes cabalgando en caballos. El jinete del caballo rojo (alazán) fue llamado el ángel del Señor. El caballo rojo simbolizaba la guerra por la cual Dios conquistaría a sus enemigos. Los jinetes de los demás caballos eran ángeles a quienes había enviado a través de la tierra, indicando que él tenía su mano sobre los asuntos de las naciones. 

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La tierra estaba quieta en cuanto a la guerra en esos días, pues el imperio Medo-persa había conquistado la mayor parte del mundo. Pero el Señor reveló a Zacarías que él castigaría a las naciones paganas por su maldad hacia su pueblo Israel, y eventualmente restauraría el reino a Israel.

La conversación entre el ángel del Señor y el Señor (versículos 12, 13) recordó al período de setenta años del cautiverio de Judá en Babilonia. El ángel le preguntó al Señor por cuánto tiempo él no tendría misericordia sobre Jerusalén y las ciudades de Judá. El Señor le contestó con palabras buenas y agradables. Luego el ángel le dijo a Zacarías que gritara al pueblo de Judá que él estaba celoso de Jerusalén y Sion, y que estaba muy desagradado con los paganos. Esto quizás se refirió a los días en que los paganos habían ordenado a los judíos detener la construcción del templo. El Señor dijo que había regresado a Jerusalén con misericordia y su casa (el templo) sería construida, las ciudades deberían prosperar y el Señor escogería de nuevo a Jerusalén (versículos 14-17).

Los cuatro cuernos de la segunda visión de Zacarías (versículos 19, 20)

Estos cuatro cuernos simbolizan las naciones que habían dispersado el pueblo de Israel de su tierra nativa. Quizás fueron los cuatro reinos mundiales del sueño de Nabucodonosor (Daniel 2:37-45); el babilonio, el medo-persa, el griego y el imperio romano. 

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Los cuernos, en la profecía,simbolizan el poder de los reyes y los reinos (Daniel 8:3, 4, 20; Apocalipsis 17:12). El poder de Dios, al traer la salvación a su pueblo, está también simbolizado por cuernos (2 Samuel 22:3; Habacuc M, 4; Lucas 1:69; Apocalipsis 5:6). 

Luego el Señor le mostró cuatro carpinteros (Cuarta visión versículos 20, 21), explicando que eran los cuernos (el poder) que él utilizaría para derribar los cuernos de las naciones gentiles que alzaron el cuerno sobre la tierra de Judá para dispersarla.

LIBRO DE ZACARÍAS CAPÍTULO 2: VISIÓN DEL HOMBRE CON UN DORDEL DE MEDIR

La cuarta visión del profeta Zacarías

La cuarta visión (versículos 1-13) era la de un hombre con un cordel de medir, quien dijo que había venido para medir a Jerusalén. Él le dijo a Zacarías que la ciudad sería habitada sin muros, pues el Señor sería como un muro de fuego a su derredor, y su gloria estaría en medio de ella

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El Señor no sólo iba a llevar a su pueblo fuera de Babilonia de regreso a su tierra, sino también que él los redimiría por el sacrificio de Cristo, y pondría su gloria dentro de ellos. Él despojaría a las naciones que despojaron a Israel, pues ellos habían tocado la niña de sus ojos. Sin embargo, la redención que Cristo obró para Israel, era igualmente para todo el pueblo que vendría a él. Muchos de todas; las naciones se unirá a él en la Nueva Jerusalén.

LIBRO DE ZACARÍAS CAPÍTULO 3: VISIÓN DE JOSUÉ Y EL ADVERSARIO

La quinta visión de Zacarías

La quinta visión (versículos 1-7) fue la de Josué, el sumo sacerdote, parado delante del Señor, vestido con vestiduras inmundas y Satanás estaba a su mano derecha para acusarle. Pero el Señor reprendió a Satanás, y le dijo que Jerusalén era un tizón arrebatado del incendio. La visión presentaba la redención de los hombres en Cristo

Josué, como sumo sacerdote, simbolizó a Cristo. Las vestimentas viles eran un tipo de Cristo tomando nuestros pecados sobre sí mismo para pagar nuestras penas de muerte, y así podemos tener vida en él (2 Corintios 5:21). 

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El Señor reprendió (derrotó) el intento de Satanás de destruir a Cristo (Mateo 2:1-16; Apocalipsis 12:3-10). La mitra limpia puesta sobre la cabeza de Josué simbolizó el yelmo de salvación, el cual Cristo procuraría para los hombres (Isaías 59:17; Efesios 6:17). Él nos quita nuestras vestimentas viles de pecado y nos viste con las vestiduras de su rectitud (Isaías 6:1:10; Apocalipsis 3:5, 18; 7:9; 19:7, 8).

La sexta visión de Zacarías

La sexta visión (versículos 8-10) presentó a Cristo como el Renuevo (el Hijo de, David). Isaías igualmente retrató a Cristo como el Renuevo (Isaías 4:2-5; 11:1-4). Él es la Roca sobre la cual se edificó la Iglesia (Mateo 16:15-18; 1 Corintios 10:4; Isaías 3:22). 

Los siete ojos sobre la piedra puesta delante de Josué simbolizaron la omnisciencia de Cristo (Zacarías 4:10; Apocalipsis 5:6). Sólo a través del Señor Jesucristo podría Israel tener la esperanza de remover sus iniquidades y restaurar su herencia.

LIBRO DE ZACARÍAS CAPÍTULO 4: VISIONES DEL CANDELOBRO DE ORO Y LOS OLIVOS

Séptima visión de Zacarías

La séptima visión de Zacarías fue la del candelabro de oro con sus siete lámparas que eran alimentadas con aceite de su depósito. Y junto al candelabro un olivo, uno a cada lado, con un tubo de oro unido a cada olivo (versículo 12). 

El candelabro de oro que estaba de pie en el tabernáculo y en el templo, y que debía mantenerse siempre encendido (Éxodo 27:20, 21), era un tipo de la Iglesia del Nuevo Testamento (Apocalipsis 1:12-20). La Iglesia de Dios es Su testigo y luz al mundo (Mateo 5:14-16; Hechos 1:8).

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Zorobabel había echado los cimientos del templo y el Señor dijo que sus manos deberían terminarlo. Esto era importante porque era un tipo del Señor Jesús construyendo el templo espiritual (la Iglesia). Pero Dios dijo que no lo construiría con su poder de fuerza, sino con el Espíritu del Señor de los ejércitos (versículo 6). El ángel le dijo a Zacarías que ésta fue la interpretación de la visión del candelabro y los olivos. El dijo que debería ver el cordel (el cordel del Señor-Isaías 28:17) en las manos de Zorobabel, y aquellos siete (los siete ojos del Señor) que ven a todo el mundo y cada una de las situaciones en todo el mundo (2 Crónicas 16:9). Es el Señor trabajando en y a través de su Iglesia hoy, para traer el evangelio de su salvación a todo el mundo.

¿Qué significan los dos olivos a la derecha del candelabro y a su izquierda?   

Zacarías luego preguntó: “¿Qué significan estos dos olivos a la derecha del candelabro y a su izquierda?” (versículo 1l). Y él Señor contestó: “Estos son los dos ungidos que están delante del Señor de toda la tierra” (Zacarías 4:14). 

Los olivos, con tubos dorados por los cuales se vaciaba el aceite de oro, simbolizaba el testimonio doble de Dios, mediante el cual él traía el evangelio de salvación al mundo entero. El Espíritu Santo trabajando a través de los santos llenos del Espíritu Santo es el testigo doble. 

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Este evangelio debe ser predicado en todo el mundo para testimonio a todas las naciones (Mateo 24:14). Y debe ser divulgado por el testimonio doble del Espíritu Santo trabajando a través de la instrumentación humana (Juan 5:30-32; 8:12-18; 15:26, 27; Hechos 1:8; 2:32; 4:8-10; 5:29-32). El Señor Jesús, a través del instrumento de su cuerpo, la Iglesia, le envía el testimonio de su evangelio al mundo (1 Corintios 21-5; 1 Pedro 4:10, 11).

LIBRO DE ZACARÍAS CAPÍTULO 5: VISIONES DEL ROLLO VOLANTE Y LA MUJER Y EL EFA

La octava visión del profeta Zacarías

La octava visión de Zacarías (versículos 1-4) fue la de un rollo que volaba, en el cual, sin duda alguna, estaba escrita la ley de rectitud del Señor y su castigo por los pecados (Éxodo 19:1-17).

Pablo llamó al castigo por los pecados, que es la muerte (Romanos 6:23), la maldición de la ley (Gálatas 3:13). Todos los que rechazan la misericordia de Cristo y se niegan a obedecer su ley justa deberá pagar la pena de muerte. Los dos pecados, robo y juramento, probablemente representan toda la ley. El pecado del robo representaba todos los pecados cometidos contra los hombres, y el pecado del juramento representaba los pecados cometidos contra Dios. Jesús dijo:

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“Pero yo os digo: No juréis en ninguna manera; ni por el cielo, porque es, el trono de Dios; ni por la tierra, porque es el estrado de sus pies; ni por Jerusalén, porque es la ciudad del gran Rey. Ni por tu cabeza jurarás, porque no puedes hacer blanco o negro un solo cabello” (Mateo 5:34-36).

Todos los pecadores que no se arrepienten, al final de su vida mortal, deberán pagar el castigo por el pecado; no sólo la muerte física, sino la separación eterna de Dios en el infierno.

La novena visión del profeta Zacarías

La novena visión de Zacarías (versículos 5-11) fue la de un efa conteniendo a una mujer, sobre el cual se había puesto una tapa de plomo y dos mujeres trayendo viento en sus alas, las que parecían como de cigüeñas, y quienes alzaron el efa para llevarlo a la tierra de Sinar (Babilonia). La mujer (la maldad) dentro del efa representaba la copa de idolatría de Israel, que estaba llena y preparada para juicio, por lo que Dios haría llevarlos a Babilonia. El pueblo a quien Zacarías profetizó, había regresado de Babilonia curado de idolatría, pero no habían sido limpiados de la naturaleza del pecado que los había llevado a esa maldad. Ellos podían limpiarse solamente mediante la redención en Cristo.

LIBRO DE ZACARÍAS CAPÍTULO 9: VISIÓN DE LOS CUATRO CARROS

La décima visión del profeta Zacarías

La décima visión de Zacarías (versículos 1-8) fue la de cuatro carros tirados por caballos (rojos) alazanes, negros, blancos y overos rucios rodados. El versículo 5 los identifica como representando los ángeles oficiales de Dios (Lucas 1:19; Hebreos 1:14). 

Los carros y los caballos generalmente estaban asociados con la guerra en los días del Antiguo Testamento, especialmente entre las naciones paganas. Dios envió a sus ángeles para ministrar Su juicio contra las naciones que habían maltratado a su pueblo Israel. 

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En Apocalipsis 6:2-8, el caballo blanco simbolizó a uno que iba delante conquistando y para conquistar; el caballo bermejo (rojo) representaba la guerra; los caballos negros el hambre, y los caballos amarillos (overos rucios rodados) representaban la muerte (el precio del pecado), por muchos y diferentes medios. El malvado tiene que sufrir la segunda muerte (Apocalipsis 20:14), pero todos los que son hechos rectos a través de Cristo, vivirán eternamente. El cumplimiento del juicio divino hizo reposar al Espíritu de Dios.

El Señor dijo a Zacarías que tomara a tres judíos que habían llegado de Babilonia, para que hicieran dos coronas de oro y plata y las pusieran en la cabeza de Josué, el sumo sacerdote. Y entonces le dijeron a Josué:

“Así ha hablado Jehová de los ejércitos diciendo: He aquí el varón cuyo nombre es el Renuevo, el cual brotará de sus raíces, y edificará el templo de Jehová. Él edificará el templo de Jehová, y él llevará gloria, y se sentará y dominará en su trono, y habrá sacerdote a su lado; y consejo de paz habrá entre ambos” (versículos 12 y 13).

Esta fue la profecía de la doble posición de Rey y sumo sacerdote que Jesús debía ocupar en Su reino espiritual (Hebreos 71-3,11-22). En el reino de Israel en el Antiguo Testamento, Dios ordenó que sus reyes vinieran de la tribu de Judá y del linaje de David, pero sus sacerdotes debían provenir de la tribu de Leví y del linaje de Aarón. Sin embargo, el Señor Jesucristo, simbolizado por Josué en los versículos 11-13, es nuestro Rey Eterno y Sumo Sacerdote. Las coronas de oro y plata, habiendo servido su propósito, debían ser colocadas en el templo como memoria (versículo 14).

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Todas las naciones gentiles, que en esos días estaban alejadas del Señor (Efesios 2:11-22), debían ser incluidas en su nuevo pacto de gracia. Él murió en la cruz, resucitó y ascendió al cielo, no para salvar a Israel solamente, sino a los que tienen fe, de todas las razas y naciones (versículo 15).

LIBRO DE ZACARÍAS CAPÍTULO 7: REPROBACIÓN DEL AYUNO 

Una delegación fue enviada a la casa de Jehová para averiguar hasta qué punto ellos debían continuar observando los ayunos que habían observado en la tierra de cautiverio (versículos 1-3). El Señor dijo a Zacarías que les dijera que sus ayunos habían sido ceremonias, más que en un espíritu de verdadero arrepentimiento de corazón. Muchos de ellos todavía poseían el mismo espíritu de codicia y opresión al pobre, lo que los profetas habían advertido antes de la caída de Jerusalén. Ellos se habían esparcido entre las naciones porque se habían negado a escuchar el llamado de Dios a hacer justicia y a mostrar misericordia y compasión. Ahora Zacarías les advirtió contra el regreso a las prácticas de sus padres antes del cautiverio. Cuando sus padres finalmente habían clamado al Señor en sus problemas, era demasiado tarde. El Señor no los escuchó sino que los esparció con torbellino por las naciones (versículos 4-14).

LIBRO DE ZACARÍAS CAPÍTULO 8: PROMESA DE LA RESTAURACIÓN DE JERUSALÉN

El Señor de nuevo habló a Zacarías y dijo que él había mandado su ira en la caída de Jerusalén frente a Babilonia, porque él tenía gran celo por el pueblo de Sion. Pero puesto que muchos de ellos se habían arrepentido y habían aprendido fe y rectitud en su cautiverio, él había regresado a Jerusalén con aquellos que habían regresado bajo el liderato de Zorobabel. 

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Hageo los había reprobado, en Su nombre, por su falta de celo por la casa del Señor, pero ahora que de nuevo estaban construyendo el templo, él prometió bendecirlos y hacerlos prosperar Sin embargo, las promesas en los versículos del 1 al 8 alcanzan más allá en el futuro que la presente bendición de prosperidad. Implican las bendiciones de salvación en Cristo, cuando muchos de ellos lo aceptarían y serían espiritualmente restaurados

Muchos de Israel y de Judá habían continuado regresando a sus tierras de sus diferentes lugares de cautiverio, hasta que en los días de la llegada de Cristo, la tierra de Palestina estuviera prácticamente habitada por los israelitas y los gentiles, quienes se habían hecho prosélitos de la fe judía.

El Señor, a través de Zacarías, continuó animando a los habitantes de Jerusalén y áreas vecinas a que siguieran las órdenes del Señor, y a que construyeran el templo (versículos 9-19). Una vez, ellos habían sido maldición entre los paganos, y un reproche al nombre del Señor, pero él los salvaría y les daría una bendición. Dios los había castigado en su cautiverio, pero ahora él haría bien a Jerusalén y la casa de Judá. Entonces les dijo cómo deberían conducirse: Ellos deberían hablar la verdad cada cual con su prójimo, juzgar según la verdad y lo conducente a la paz; ellos no deben pensar mal contra un prójimo o amar un juramento falso. Esas eran las cosas que el Señor odiaba.

El Señor les dijo que los ayunos y lutos que habían observado durante los días de su cautiverio deberían ahora convertirse en fiestas de gozo y alegría, en razón de su agradecimiento.

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El evangelio de Jesucristo, que primeramente fue predicado en Jerusalén al pueblo de Israel en el día de Pentecostés, fue destinado a expandirse en todas las naciones (versículos 20-23). Aunque los gobernantes de los judíos rechazaron a Jesús y su evangelio, los primeros misioneros en llevar el evangelio a los gentiles fueron judíos (Hechos 1:3; 8:1, 4-6; 10:34, 35; 13:42, 43, 46; Romanos 3:29).

LIBRO DE ZACARÍAS CAPÍTULO 9: EL GOBIERNO GRIEGO

Esta profecía (versículos 1 al 8), parece pertenecer a los días de la conquista de Alejandro el Grande, quien conquistó el Imperio Persa aproximadamente 330 A.C., y reinó hasta su muerte. Se dice que trató bien a los judíos, dándoles libertad de religión y gobierno por sus sumos sacerdotes. Quizás Dios lo utilizó para castigar las tribus mencionadas en este pasaje por su mal trato a los israelitas. Cuando Alejandro marchó a través de la tierra, haciendo conquistas de los diferentes sectores del Imperio Persa, Dios acampó alrededor de su pueblo y lo protegió.

El versículo 9 es muy claramente una profecía de la llegada de Cristo a la tierra, especialmente su entrada a Jerusalén sobre un asno, cuando él era anunciado por muchos como su Rey, el hijo de David (Mateo 21:1-10; Marcos 11:1-10; Lucas 19:29-40; Juan 12:12-16). Con esto, el Señor trató de mantener al pueblo de Israel esperando la llegada de su Mesías.

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Sin embargo, la mayoría de los que lo proclamaban Rey esperaban un rey terrenal para luchar contra el gobierno romano y restaurar su reino. Él demostró en los siguientes versículos que su pueblo no sería liberado de sus enemigos por guerras, sino que él hablaría de paz a los paganos. Él dijo que su dominio sería de mar a mar y hasta los fines de la tierra.

Por la sangre del (nuevo) pacto, la sangre de Cristo, libertaría esos prisioneros de fe de la esclavitud de pecado y de Satanás. Les imploró que regresaran a su fortaleza (el Señor), Jeremías 16:19-21, y los llamó prisioneros de esperanza (versículos 11, 12).

Los versículos 13 al 17 pueden referirse, en primer lugar, a las victorias de Judá durante la pelea de los macabeos con los griegos. Pero esas victorias sólo simbolizaban su liberación por el Señor del poder del pecado mediante el nuevo nacimiento del Espíritu Santo en Cristo. Él dijo: “Jehová de los ejércitos los amparará, y ellos devorarán, y hollarán las piedras de la honda, y beberán, y harán estrépito como tomados de vino; y se llenarán como tazón, o como cuernos del altar” (versículo 15). Véase Hechos 21-16.

LIBRO DE ZACARÍAS CAPÍTULO 10: LA REDENCIÓN DE JUDÁ

La interpretación del versículo 1 se encuentra en Oseas 6:3 y Joel 2:23-29. Tal y como Dios había bendecido a Israel con la última y primera lluvia de su cosecha, él lo bendeciría espiritualmente con la lluvia de su Espíritu (Hechos 2:14-21). 

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El Señor había bendecido la semilla de Abraham cuando ellos obedecieron sus mandamientos pero había peleado con ellos mediante castigos y juicios debido a sus idolatrías a través de siglos. Sin embargo, él finalmente haría victorioso a los fieles por medio de la unción de su Espíritu (versículos 2-8). Véase Jeremías 31:31-34; Ezequiel 36:25-27; Tito 2:14 y 1 Pedro 1:18-23.

El pueblo de Israel, después de que sus líderes religiosos habían rechazado al Señor Jesucristo, de nuevo sería dispersado entre las naciones. Esto fue cumplido en 70 D.C. por los romanos. Sin embargo, Dios ha prometido restaurarlos completamente en el tiempo final, cuando se arrepientan y acepten a Jesús como su Dios y Salvador (versículos 9-12).

LIBRO DE ZACARÍAS CAPÍTULO 11: EL PRIMER ADVENIMIENTO DEL MESÍAS

Profecía de Zacarías sobre la venida de Cristo

Zacarías continuó profetizando las condiciones en los días de la venida de Cristo. Él parece describir, en los versículos 1-6, la actitud de los líderes religiosos de los judíos hacia Jesús, el Cristo. Se dice que esos líderes poseían al pueblo común, a quienes el Señor llamaba, “ Las Ovejas de la Matanza” (Zacarías 11:4), porque fueron explotados por sus líderes. Jesús les dijo que ellos eran como ovejas sin pastor (Mateo 9:35, 36). Jesús también confirmó el cumplimiento de esta profecía (Mateo 231-15).

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Estos líderes de los judíos (sacerdotes, ancianos y miembros del Sanedrín) se opusieron a Jesús durante todo su ministerio terrenal, y finalmente prevalecieron sobre Pilato para crucificarlo. Y de nuevo, por su pecado de rechazar a su Mesías, el Señor dijo que él los entregaría en mano de sus vecinos (naciones vecinas), y en mano de su rey

Cuando Jesús llegara él alimentaría las ovejas de la matanza. Jesús, el gran pastor de las ovejas (Hebreos 13:20), reconoció las dos divisiones del pueblo de Israel: La clase gobernante, que rechazaba a Jesús, y el pueblo común, que lo escuchaba de buena gana (Marcos 12:37). 

El Señor eligió dos cayados: “gracia,” para representar a la clase gobernante; y “ataduras,” para representar a aquellos de fe que lo recibieron. El quebró el cayado “gracia,” de manera que pudiera quebrar el pacto de ley que Dios había hecho con todo Israel en Sinaí, y los desechó como una nación de ser su pueblo (Hebreos 8:6-13).

Zacarías luego profetizó que la clase gobernante (gracia) vendería al Señor. En Judas se cumplió esa profecía cuando negoció con los líderes judíos por treinta piezas de plata, y ellos gustosamente le pagaron ese precio para poder crucificar al Señor de la gloria (Hechos 3:14, 15). Cuando Judas, en remordimiento, rehusó quedarse con el dinero, el sumo sacerdote, sabiendo que era ilegal devolverlas al tesoro, las usó para comprar el campo del alfarero (versículos 7-13; Mateo 27:3-10).

El Señor tomó luego el cayado de las “ataduras” para romper la hermandad entre Judá e Israel. Israel quizás representaba el grupo que rechazaba a Jesús su Mesías, y Judá, los que habían recibido al Señor y habían sido bautizados por su Espíritu en su cuerpo (versículo 14). El remanente recto que creía y seguía a Jesús se convirtió en su cuerpo, la Iglesia (Efesios 5:19-23).

Los versículos 15-17 describen el castigo de Dios que vendría a los líderes religiosos mercenarios e hipócritas en los días de Cristo. Ezequiel describió una situación similar, en los días en que el castigo de Dios caía sobre los judíos y Jerusalén (Ezequiel 34:1-10). 

Los líderes de Judá (falsos pastores) habían hecho que el pueblo se alejara del Señor. Zacarías profetizó que el mismo espíritu existiría entre los gobernantes cuando Cristo estuviera en la tierra. El Señor, a través de Zacarías, pronunció ayes sobre esos líderes. Jesús pronunció ayes sobre aquellos de sus días (Mateo 23:23-36).

LIBRO DE ZACARÍAS CAPÍTULO 12: LIBERACIÓN FUTURA DE JERUSALÉN POR EL MESÍAS

Los versículos 1 al 14 de este capítulo constituyen una profecía sobre los últimos días, cuando un gran ejército de hombres de todas las naciones, bajo el liderato de la Bestia, también llamado el hombre de pecado y el anticristo, marcharán contra Jerusalén (Zacarías 141-3; Joel 3:2). Esto culminará en la batalla de Armagedón

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El Señor peleará por Israel con su milagroso poder, como él había peleado por ellos muchas veces en su pasada historia. Él también dará al pueblo de Israel poder milagroso contra sus enemigos. Por este milagroso poder, ellos reconocerán a Jesucristo como su Dios y Salvador (Isaías 25:6-9). Cuando ellos acepten al Señor Jesús, él derramará en ellos el espíritu de gracia y de oración. Habrá un gran llanto entre ellos por su arrepentimiento (versículos 11-14).

LIBRO DE ZACARÍAS CAPÍTULO 13: PURIFICACIÓN POR EL MESÍAS

Cuando Israel acepte a Jesús como su Señor y Salvador, en la batalla de Armagedón, ellos serán sellados con el Espíritu Santo del nuevo pacto (Efesios 1:13,14; Apocalipsis 7:2-8). Este es el manantial abierto para la casa de David y para la purificación del pecado y de la inmundicia (versículo l). Entonces será limpiado Israel de todas sus idolatrías e inmundicias (versículos 2-5). En ese día, ellos se darán cuenta de las heridas que él había sufrido, la sangre que había derramado, y el precio que él había pagado por su salvación (versículos 6, 7).

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El versículo 8 probablemente se refiere a los problemas de Israel con otras naciones antes de la batalla de Armagedón, y algunos de ellos morirán. Pero el Señor traerá a todos aquellos que sabe que lo aceptarán, a través de la tribulación. Los refinará como oro, y cuando invoquen su nombre, él dirá: Pueblo mío; y él dirá: Jehová es mi Dios” (ver- sículo 9).

LIBRO DE ZACARÍAS CAPÍTULO 14: JERUSALÉN Y LAS NACIONES (VICTORIA POR EL MESÍAS)

La profecía de Zacarías, una descripción de la batalla de Armagedón

Los versículos 1 al 8 son una descripción gráfica de la batalla de Armagedón, cuando Jesús destruirá a sus enemigos y salvará a su pueblo Israel. Antes de la batalla de Armagedón, el Señor habrá raptado a su Iglesia a la cena de las bodas del cordero (Apocalipsis 19:7-9), después de la cual, sus santos glorificados regresarán con él cuando venga a pelear en la batalla de Armagedón (Apocalipsis 19:11-21). 

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Cuando el mal esté atado, la maldición será levantada de la tierra, y Jesús reinará como Rey de reyes y Señor de señores (versículos 9-11). Los versículos 12-15 evidentemente describen la batalla entre el Señor y su pueblo contra las fuerzas del anticristo. Quizás el enemigo intentará utilizar guerra nuclear Pero cuando esas fuerzas malignas estén completamente destruidas, el Señor empezará su reino milenario (versículos 16-21). Nosotros también tenemos un cuadro de ese período en Isaías 11:1-9.

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